Se tiene registro que en 2020 en el mundo había más de 280 millones de migrantes —que equivale al 3.6% de la población en el planeta—; 128 millones más que en 1990 y tres veces más que en la década de los 70´. En su mayoría son hombres menores de 40 años, que son motivados por problemas de seguridad en sus países y buscan oportunidades laborales en otras fronteras. Sin embargo, el sueño americano no siempre tiene un final feliz.
Otra característica es que en su mayoría viajan con al menos un smartphone, que es usado para comunicarse no solo con sus familiares, sino también son un rastro en su ruta de geolocalización. Además, informan a sus familiares, a través de sus historias, sobre los riesgos y peligros. Todos estos datos se detallan en: “Las tecnologías de la información y comunicación y el tráfico ilícito de migrantes en América Central, México y la República Dominicana”, una investigación de la Organización Internacional para las Migraciones, donde se brinda un panorama sobre el uso de las tecnologías de la información y comunicación en la facilitación de operaciones de tráfico ilícito de migrantes.
La desesperación de las personas es utilizada por los traficantes de migrantes. En algunas ocasiones fingen trabajar para ONGs, e incluso organismos internacionales encargados de organizar el paso seguro a otros países como una estrategia de captación. Por ejemplo, a través de contenidos en Facebook, WhatsApp y TikTok muestran “ganchos de reclutamiento”. A través de perfiles fake los "asesores legales" brindan apoyo en los trámites de asilo y refugio a personas con necesidades de protección internacional. Sin embargo, “es importante señalar que en algunos casos las redes de tráfico ilícito están cooperando con redes dedicadas a la trata de personas”.
En el caso de Tiktok, circulan videos “donde muestran casos exitosos de cruces irregulares e imágenes atractivas para captar la atención de personas buscando migrar irregularmente con el apoyo de un tercero”. Como parte del proceso se realizan depósitos a la red de “polleros” a través de empresas como Coppel, Elektra, Western Union; y en algunos casos en cash.
En esta cadena de corrupción, los migrantes deben considerar pagos extras, que es la cuota a los grupos del crimen organizado por el denominado “derecho de piso”; y es un monto en efectivo que pagan por cada estado que cruzan en territorio mexicano. La historia no termina aquí, ya que “existe otra cuota que se debe pagar a los malandros por el cruce irregular de la frontera o la denominada ´línea´”. Los montos van de 10 a 15 mil pesos mexicanos (de acuerdo con el estado), y en la frontera va de 20 a 30 mil pesos mexicanos.
No hay conclusiones a este problema, ya que vivimos en un país donde, desde Palacio Nacional se celebra el aumento de las remesas como un logro del gobierno, aunque haya otros problemas que provocan la migración como la trata de blancas y la extracción de órganos para posteriormente se venden en la dark web. Una verdadera historia de terror que se sintetiza en: Las redes sociodigitales facilitan el tráfico de migrantes en el mundo.
Comunicólogo político, académico de la FCPyS UNAM y Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco