/ domingo 30 de junio de 2024

Toribio de Mogrovejo, defensor de los derechos humanos

Toribio de Mogrovejo nació en Mayorga, Castilla, España, el 16 de noviembre de 1538. Hijo de Luis Alonso de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, miembros de familias de la nobleza castellana.

Decide estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, su tío Juan de Mogrovejo, profesor de esa institución, recibe la invitación del rey de Portugal de enseñar en la Universidad de Coimbra, y con él se lleva al sobrino.

Ahí permanecen algunos años y ya de regreso a la Universidad de Salamanca, a la muerte del tío, Toribio se incorpora como profesor y después es nombrado inquisidor general de Granada.

El rey Felipe II lo propone a Gregorio XIII como arzobispo de Lima. Era laico y para esto, en 1578, es ordenado sacerdote; en 1579 el papa lo nombró arzobispo de Lima y en 1580 es consagrado obispo en la catedral de Sevilla.

En mayo de 1581 llega a Lima y empieza una gestión que nadie hubiera esperado. De 1575 a 1581, la diócesis no tuvo obispo y el virrey, quien era manejado por los descendientes de los conquistadores, decidía sobre temas eclesiásticos, provocando disputas y sobre todo una deficiente evangelización.

A su llegada al Perú, los indígenas vivían en terribles condiciones de pobreza y explotación. Y había también una parte del clero que se había acomodado a la situación y vivía en el lujo y dispendio.

El nuevo arzobispo decide que su lugar es junto a los que sufren y enfrentan los abusos de conquistadores, autoridades y clero, lo que de inmediato provoca que estos difundan calumnias e inicien una campaña de agresiones. Ante las amenazas no se calla y tampoco deja de actuar. Empieza a organizar una nueva iglesia.

Aprende el quechua y el aimara y asume la defensa de los indígenas, lo que lo enfrenta a los grandes propietarios agrícolas, ganaderos y mineros. Exige que los derechos de los indios sean respetados como sostenía la Escuela de Salamanca.

En 1582-1583 cita y preside el Concilio de Lima donde se tratan temas relacionados con la evangelización de los indígenas y se toman decisiones como la obligación de predicar en las lenguas indígenas, para lo que se crea la facultad de lenguas indígenas en la Universidad de San Marcos en Lima. También propuso la evangelización de los esclavos africanos y promovió la edición del catecismo en castellano, quechua y aimara.

De sus 25 años como arzobispo, la mitad del tiempo la dedicó a recorrer su diócesis, que tenían una enorme extensión. Hizo construir escuelas y hospitales. En 1591 fundó el seminario y promovió el establecimiento de religiosas y religiosos. A estos últimos los convence de que se hagan cargo de las parroquias más pobres y necesitadas.

Durante su gestión convocó un Concilio Panamericano, dos concilios provinciales y a trece sínodos diocesanos y creó 100 nuevas parroquias. Ya desde el siglo XVI fue enemigo de las corridas de toros. El 23 de marzo de 1606 murió en Zaña, Perú. Tenía 68 años. Sus restos están en la catedral de Lima.

El 28 de junio de 1679 es beatificado y el 10 diciembre de 1726 canonizado. En 1983, el papa Juan Pablo II lo nombra Patrono del Episcopado Hispanoamericano.


Toribio de Mogrovejo nació en Mayorga, Castilla, España, el 16 de noviembre de 1538. Hijo de Luis Alonso de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, miembros de familias de la nobleza castellana.

Decide estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, su tío Juan de Mogrovejo, profesor de esa institución, recibe la invitación del rey de Portugal de enseñar en la Universidad de Coimbra, y con él se lleva al sobrino.

Ahí permanecen algunos años y ya de regreso a la Universidad de Salamanca, a la muerte del tío, Toribio se incorpora como profesor y después es nombrado inquisidor general de Granada.

El rey Felipe II lo propone a Gregorio XIII como arzobispo de Lima. Era laico y para esto, en 1578, es ordenado sacerdote; en 1579 el papa lo nombró arzobispo de Lima y en 1580 es consagrado obispo en la catedral de Sevilla.

En mayo de 1581 llega a Lima y empieza una gestión que nadie hubiera esperado. De 1575 a 1581, la diócesis no tuvo obispo y el virrey, quien era manejado por los descendientes de los conquistadores, decidía sobre temas eclesiásticos, provocando disputas y sobre todo una deficiente evangelización.

A su llegada al Perú, los indígenas vivían en terribles condiciones de pobreza y explotación. Y había también una parte del clero que se había acomodado a la situación y vivía en el lujo y dispendio.

El nuevo arzobispo decide que su lugar es junto a los que sufren y enfrentan los abusos de conquistadores, autoridades y clero, lo que de inmediato provoca que estos difundan calumnias e inicien una campaña de agresiones. Ante las amenazas no se calla y tampoco deja de actuar. Empieza a organizar una nueva iglesia.

Aprende el quechua y el aimara y asume la defensa de los indígenas, lo que lo enfrenta a los grandes propietarios agrícolas, ganaderos y mineros. Exige que los derechos de los indios sean respetados como sostenía la Escuela de Salamanca.

En 1582-1583 cita y preside el Concilio de Lima donde se tratan temas relacionados con la evangelización de los indígenas y se toman decisiones como la obligación de predicar en las lenguas indígenas, para lo que se crea la facultad de lenguas indígenas en la Universidad de San Marcos en Lima. También propuso la evangelización de los esclavos africanos y promovió la edición del catecismo en castellano, quechua y aimara.

De sus 25 años como arzobispo, la mitad del tiempo la dedicó a recorrer su diócesis, que tenían una enorme extensión. Hizo construir escuelas y hospitales. En 1591 fundó el seminario y promovió el establecimiento de religiosas y religiosos. A estos últimos los convence de que se hagan cargo de las parroquias más pobres y necesitadas.

Durante su gestión convocó un Concilio Panamericano, dos concilios provinciales y a trece sínodos diocesanos y creó 100 nuevas parroquias. Ya desde el siglo XVI fue enemigo de las corridas de toros. El 23 de marzo de 1606 murió en Zaña, Perú. Tenía 68 años. Sus restos están en la catedral de Lima.

El 28 de junio de 1679 es beatificado y el 10 diciembre de 1726 canonizado. En 1983, el papa Juan Pablo II lo nombra Patrono del Episcopado Hispanoamericano.