Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro la enfermedad es casi incurable.
Voltaire
Lucía difícil que los 43 senadores del bloque opositor se mantuvieran sin fracturas, máxime que se estaban enfrentando a un enorme poder: a todos los recursos del gobierno obradorista.
Y así fue. En una operación de Estado se desató una ofensiva contra los legisladores del PRI, PAN y MC, donde no existió límite: amenazas, expedientes contra familiares, promesas de candidaturas y hasta fallos en contra de parte del INE.
Para realizar este paquete de acciones desesperadas el bloque oficialista puso en acción a sus gobernadores vía las fiscalías, la UIF, inteligencia nacional y seguramente a la FGR. El propósito era evidente, tratar de intimidar con el uso del aparato punitivo, si el dinero no convencía para cambiar el voto.
Todas estas “ofertas” de los morenistas y aliados para apretar a la oposición es una vieja fórmula usada por diversas mafias y cárteles, “plata o plomo”, suelen decir. La instrucción del Tlatoani de palacio se tenía que cumplir, poco importaban los métodos. Su regalo está listo.
La estrategia era ir por el eslabón más débil y los Yunes, padre e hijo, resultaron ser el botín más accesible. Rara fue la detención del padre del Senador de MC, Daniel Barreda. Para los morenistas fue intrascendente, se burlaron de su ausencia y negaron cualquier acusación, incluso el cínico de Adán Augusto López y el merolico de Fernández Noroña afirmaron que habían hablado con él y estaba bien. Queda la duda de la posible complicidad del Senador en la estrategia. Aunado al par de mercenarios del PRD.
Lo que se exhibe en esta operación de Estado es el grado de descomposición del grupo dominante, que al no tener el aval del electorado para modificar la constitución recurrió, desde las alcantarillas, a los remisos métodos corruptores de sus ancestros.
Una vez más, se desvaneció la máscara de los “diferentes”. López Obrador cierra su sexenio con métodos primitivos y atrabiliarios. Emulando otros tiempos. Nada extraño de quien no milita en la izquierda democrática y sí en el populismo neoliberal más pedestre.
Después de este asalto al poder judicial, cuya implementación será un desastre, se avecinan los tiempos de la justicia al servicio del morenismo. La nueva mafiocracia sentará las bases de la dictadura unipersonal y transexenal. Esta medida trastoca en sus cimientos la división de poderes, bloquea el acceso a la justicia, beneficia a los consentidos del régimen y castiga a los “enemigos” de la 4T. Un sistema de justicia a la carta. Y lo que viene es de terror. Ni duda cabe.
@pedro_penaloz