José Maria Ramos, El Colef
El atentado contra el expresidente Trump se da en un contexto de creciente polarización política por las acusaciones en su contra y el posible cambio del Presidente Biden como candidato demócrata. Al igual que la división por dos iniciativas contrapuestas: la vigencia del Estado de derecho, la libertad y la democracia y por otra, una postura republicana en favor del sector privado y la crítica a la ineficiencia de las instituciones.
Los atentados contra presidentes de Estados Unidos han tenido consecuencias significativas en las elecciones presidenciales, alterando la percepción pública, cambiando la dinámica política y, en algunos casos, redefiniendo la dirección política del país. El atentado contra Trump ha fortalecido su candidatura a la presidencia por el partido republicano en la pasada convención, con argumentos en favor de la unidad y de fortalecer la supremacía estadounidense ante los bloques de poder mundial.
En el Siglo XX dos atentados caracterizaron la política estadounidense. Primero el asesinato de John F. Kennedy en 1963 tuvo un profundo impacto en la nación. Lyndon B. Johnson asumió la presidencia y utilizó el impulso emocional y la simpatía nacional para aprobar una serie de legislaciones importantes, incluida la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derechos Electorales de 1965.
El intento de asesinato de Ronald Reagan en 1981 por John Hinckley Jr. marcó un antes y un después en la percepción pública de la seguridad presidencial. A pesar de haber sido herido, la recuperación rápida de Reagan y su manejo del incidente mejoraron su imagen pública. La elección de 1984 reflejó una reafirmación del liderazgo de Reagan, con una victoria aplastante que destacó la percepción de fortaleza y resolución en su presidencia.
El atentado contra el expresidente Trump se manifiesta en un marco de creciente uso de las armas y limitados intentos por legislar al respecto. Trump ha sido muy favorable al uso de las armas y no se considera que se manifieste en contra. Por el contrario su propuesta sigue siendo el uso de las armas como una alternativa ante la creciente inseguridad, generada -desde su punto de vista - por las minorías inmigrantes indocumentadas.
El contexto político de las próximas semanas se caracterizará por un lado, por la reafirmación política de Trump como candidato presidencial en la Convención republicana. Se reafirmará su liderazgo político e ideológico.
En su discurso como candidato presidencial enfatizó su ya conocido discurso antimigrantes repleto de bulos y estigmatizaciones: "Es la mayor invasión de la historia", "Están llegando de todos los rincones del mundo, no solo de Sudamérica", "Vienen de prisiones, vienen cárceles, vienen de instituciones mentales y manicomios". ( El País, 18 julio 2024). El problema es que esta narrativa genera un impacto social y electoral en las bases republicanas, con lo cual se fortalece su legitimidad.
Por su parte, el presidente Biden se seguirá cuestionando su legitimidad como candidato. Difícil pueda existir un cambio en la candidatura. Su reto es reiterar la importancia de sus logros en algunas políticas en materia económica, social y derechos civiles y reiterar ante sus bases la relevancia de la democracia y los derechos.
El nombramiento de J. D. Evans como candidato a la Vicepresidencia de EEUU, de 39 años, refleja un vínculo con el ala trumpista en la Cámara alta. Ganó mucha popularidad tras la publicación de su libro Hillbilly Elegy, un bestseller que combina sus memorias con el ensayo sobre la pobreza en la sociedad blanca de EE.UU. Estos antecedentes abren la oportunidad de promover una colaboración binacional con Evans en materia de combate al fentanilo e iniciativas en favor de capital de riesgo, competitividad e inclusión.
Trump espera que Vance, al ser un candidato joven, refresque la campaña republicana y lidere una nueva generación de republicanos fieles a su figura en el interior del partido y en especial en los estados que son críticos desde el punto de vista electoral: Wiscondin, Pensilvania, Michigan y Ohio entre otros.
El impacto de los atentados a presidentes de los Estados Unidos en las elecciones presidenciales es un fenómeno complejo que toca diversos aspectos de la vida política y social del país. Desde la percepción de seguridad hasta los cambios en las prioridades políticas, estos eventos han moldeado el curso de la historia y han dejado una huella profunda en el proceso electoral. Tal como sucederá en el proceso y la elección del 5 de noviembre.