Hay días y aniversarios que no se pueden olvidar ni pasar por alto; porque nos recuerdan acontecimientos o porque marcan nuestras vidas.
Este 20 de enero, a un año de haber asumido la Presidencia Donald Trump, fue uno de esos en que nos trae a la memoria lo expuestos que estamos los mexicanos frente a Estados Unidos o más bien frente a su último Presidente. Aunque no sólo nosotros, debemos reconocer, sino casi todo el resto del mundo; principalmente aquellos a los que ha ofendido de manera racista y tan vulgar, incluyendo a los que no votaron por él.
Mucho del daño que nos ha infringido en el orgullo nacional (sobre todo en la expulsión de mexicanos y en la cancelación de oportunidades a los jóvenes estudiantes) son superiores a sus medidas económicas y comerciales, algunas de ellas todavía sin concretar como son las amenazas de la construcción de un muro que “tarde o temprano” México va a pagar; o la salida de Estados Unidos del TLC con las consecuencias directas para México.
La Reforma Fiscal promovida por Trump ha comenzado a tener efectos perjudiciales sobre la economía mexicana, desde antes inclusive de su promulgación, con el comienzo de la salida de empresas que se “beneficiarán” de la reducción de la tasa impositiva a su retorno a territorio estadounidense. De ello, los especialistas se han pronunciado profusamente, pero los alcances de la decisión de dichas empresas, todavía no termina de medirse en toda su dimensión. Al final, el Congreso norteamericano terminó por ceder.
En este sentido, Washington no se percata de que de esta forma está perdiendo aún más su liderazgo mundial pues, la influencia de las inversiones trasnacionales y de empresas extranjeras fuera de Estados Unidos, había sido la forma de extender su dominio mundial, como una más del imperialismo, a todas las regiones del mundo.
Al retrotraerse a los límites de sus fronteras, las medidas de Trump sólo buscan incrementar sus beneficios; incluso las personales, pues en la medida que favorecen a los más poderosos, sus negocios serán mayores. Trump quiso ser presidente sólo para volverse más rico. La esperanza para muchos era que hubiese empresarios no se dejaran llevar por el canto de las sirenas y pensaran que a futuro no les beneficiará ese un pernicioso nacionalismo. Entendemos que no todos los empresarios lo harán, pero el reciente anuncio de Apple no deja de ser inquietante.
El futuro ya nos alcanzó y este es el panorama que estamos enfrentando; los focos rojos desde hace muchos estaban puestos. Las llamadas fueron muchas. Ya ni lamentarse de tantos años de no haber diversificado nuestras relaciones de manera efectiva.
Ahora lo que nos debe ocupar es qué va a pasar en medio de todo el proceso electoral y lo que tendrá que enfrentar el próximo presidente de México. Se necesita mucho más que un pleito por tuits como lo propone el (pre) candidato de Morena.