/ jueves 3 de octubre de 2024

Un nuevo sexenio

Por Ricardo Gallegos

Para el momento de la publicación de esta columna se habrá realizado la transición federal, y con esto comienza un hito en nuestra historia política al llegar la primera presidenta al poder. Independientemente de los retos y oportunidades por venir, es un acontecimiento que hay que celebrar. Como padre hoy de una niña de seis años, me es muy importante poder decirle que sí, sí se puede ser presidenta en México.

Pero pasando a temas menos personales, lo que también es cierto es que esta primera presidenta tendrá un escenario interesante que enfrentar. Por un lado, gozará de un bono político y de popularidad todavía muy importante de su predecesor, que, si le sumamos una mayoría en el poder legislativo federal y en los congresos locales, haría que sus propuestas y cambios estructurales fueran relativamente muy fácil de conseguir.

Vean por ejemplo los casos de Perú HR BBB+ (G) y Chile HR AA- (G), donde a pesar de existir cambios de gobierno, al no contar con el apoyo legislativo, han sido relativamente pocos los cambios propuestos que han podido transitar. Inclusive, para el caso del presidente Boric, en Chile, fueron justo esas las propuestas las que lo llevaron al poder. Y no con esto quiero hacer referencia a que considero positivo la concentración de poder que veremos en los próximos años en México: la historia ha arrojado más resultados negativos que positivos, pero es la realidad que tendremos en los próximos años.

Por otro lado, la coyuntura económica será uno de los principales retos que enfrentaremos en el corto plazo. Una desaceleración en el entorno económico no sólo de México, sino también en nuestros principales socios económicos hará que reducir el déficit para 2025 sea especialmente complicado. La expectativa de llevar el déficit a un 3.5% como porcentaje del PIB se hace particularmente difícil; cualquier resultado diferente que se proponga hará levantar las alertas, particularmente a las entidades como HR Ratings, que vigilamos el comportamiento de las finanzas públicas, especialmente en la trayectoria del endeudamiento relativo, la cual es una de las principales métricas a considerar en las calificaciones de calidad crediticia.

Habrá otros temas que seguirán llamando la atención de los equipos de análisis como, por ejemplo, el manejo del apoyo a Pemex y la posibilidad de una reestructura operativa y de su deuda, la trayectoria de la inflación y el papel de BANXICO, la aprobación y legislación secundaria de las reformas constitucionales aprobadas y las que faltan por aprobar, la seguridad pública y los delitos de alto impacto, salud y educación, por sólo nombrar algunos de los temas más importantes.

Hasta ahora los 100 compromisos planteados van muy en línea con la expectativa de continuidad en la política económica de la pasada administración, quizás lo más desapegado es lo relacionado al apoyo a las energías verdes y renovables y que de manera indirecta hasta ahora no elimina la posibilidad de una reforma tributaria, lo cual de todos modos no se esperaba en el primer año de gobierno.

El contexto político internacional será quizás la segunda aduana más importante para la entrante administración, como había comentado en otras columnas. La elección de Estados Unidos que está ya a la vuelta de la esquina no garantiza que con algún candidato en particular tendremos una mejor relación. Por ejemplo, ya la vicepresidenta Harris ha mencionado que buscará revisar el tratado en 2026 por la pérdida de empleos en el sector automotriz, y a esto habrá que añadir los temas relacionados a migración y narcotráfico.

Sin duda, vienen tiempos importantes para nuestro país; algunos temas probablemente serán de definición y, por como estaremos organizados, el único contrapeso será la realidad. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings

Por Ricardo Gallegos

Para el momento de la publicación de esta columna se habrá realizado la transición federal, y con esto comienza un hito en nuestra historia política al llegar la primera presidenta al poder. Independientemente de los retos y oportunidades por venir, es un acontecimiento que hay que celebrar. Como padre hoy de una niña de seis años, me es muy importante poder decirle que sí, sí se puede ser presidenta en México.

Pero pasando a temas menos personales, lo que también es cierto es que esta primera presidenta tendrá un escenario interesante que enfrentar. Por un lado, gozará de un bono político y de popularidad todavía muy importante de su predecesor, que, si le sumamos una mayoría en el poder legislativo federal y en los congresos locales, haría que sus propuestas y cambios estructurales fueran relativamente muy fácil de conseguir.

Vean por ejemplo los casos de Perú HR BBB+ (G) y Chile HR AA- (G), donde a pesar de existir cambios de gobierno, al no contar con el apoyo legislativo, han sido relativamente pocos los cambios propuestos que han podido transitar. Inclusive, para el caso del presidente Boric, en Chile, fueron justo esas las propuestas las que lo llevaron al poder. Y no con esto quiero hacer referencia a que considero positivo la concentración de poder que veremos en los próximos años en México: la historia ha arrojado más resultados negativos que positivos, pero es la realidad que tendremos en los próximos años.

Por otro lado, la coyuntura económica será uno de los principales retos que enfrentaremos en el corto plazo. Una desaceleración en el entorno económico no sólo de México, sino también en nuestros principales socios económicos hará que reducir el déficit para 2025 sea especialmente complicado. La expectativa de llevar el déficit a un 3.5% como porcentaje del PIB se hace particularmente difícil; cualquier resultado diferente que se proponga hará levantar las alertas, particularmente a las entidades como HR Ratings, que vigilamos el comportamiento de las finanzas públicas, especialmente en la trayectoria del endeudamiento relativo, la cual es una de las principales métricas a considerar en las calificaciones de calidad crediticia.

Habrá otros temas que seguirán llamando la atención de los equipos de análisis como, por ejemplo, el manejo del apoyo a Pemex y la posibilidad de una reestructura operativa y de su deuda, la trayectoria de la inflación y el papel de BANXICO, la aprobación y legislación secundaria de las reformas constitucionales aprobadas y las que faltan por aprobar, la seguridad pública y los delitos de alto impacto, salud y educación, por sólo nombrar algunos de los temas más importantes.

Hasta ahora los 100 compromisos planteados van muy en línea con la expectativa de continuidad en la política económica de la pasada administración, quizás lo más desapegado es lo relacionado al apoyo a las energías verdes y renovables y que de manera indirecta hasta ahora no elimina la posibilidad de una reforma tributaria, lo cual de todos modos no se esperaba en el primer año de gobierno.

El contexto político internacional será quizás la segunda aduana más importante para la entrante administración, como había comentado en otras columnas. La elección de Estados Unidos que está ya a la vuelta de la esquina no garantiza que con algún candidato en particular tendremos una mejor relación. Por ejemplo, ya la vicepresidenta Harris ha mencionado que buscará revisar el tratado en 2026 por la pérdida de empleos en el sector automotriz, y a esto habrá que añadir los temas relacionados a migración y narcotráfico.

Sin duda, vienen tiempos importantes para nuestro país; algunos temas probablemente serán de definición y, por como estaremos organizados, el único contrapeso será la realidad. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings