El impacto de los medios y plataformas digitales en menores ha despertado un creciente interés de la academia para entender comportamientos, tendencias, adicciones y cambios en los estilos de vida; mediante estudios demoscópicos busca conocer las motivaciones y los apegos por el mundo digital. Los resultados son alarmantes y nos llaman a la acción colectiva, comenzando desde casa.
No es novedad que las redes sociales moldean hábitos y configuran patrones de convivencia, lo preocupante ahora es el grado de incidencia de las redes sociales en el desarrollo y la vida cotidiana de menores y adolescentes especialmente en la salud mental, la apariencia física y el consumo de productos de todo tipo.
El confinamiento reforzó el uso de tecnologías digitales e Internet particularmente las plataformas y videojuegos, lo que trajo consecuencias en el bienestar emocional de menores y adolescentes como comportamientos adictivos, obsesión por determinados cánones estéticos o excesivo tiempo de uso de las pantallas y el deseo de estar continuamente conectado para saber lo que otros están haciendo (el llamado síndrome FOMO). Estas son las conclusiones de un informe del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital de España que refiere que las adiciones más comunes son las de contenido sexual, compras, videojuegos y apuestas.
La Universidad Internacional de la Rioja desarrolló dos sondeos para conocer la influencia de las redes sociales en la alimentación de jóvenes, así como el predominio que ejercen los llamados fitinfluencers. Mediante un cuestionario dirigido a 1,070 participantes entre 11 y 17 años, el 45% afirmaba recibir publicidad de alimentos considerados poco saludables y el 50% consideraba que tener un buen físico contribuye a ser más aceptado socialmente. La segunda encuesta revela que las adolescentes están más influenciadas por las opiniones externas de influencers y el entorno cercano respecto a sus cuerpos que los varones y que importan más los aspectos estéticos sobre los saludables.
Las chicas reportaron sentir más presión en las redes sociales para parecer que están más en forma y delgadas; los padres y/o madres ejercen un impacto inicial muy significativo en el moldeado de las percepciones adolescentes sobre la imagen corporal saludable y estética. Ese impacto disminuye a medida que crecen las adolescentes, mientras que la influencia de las amistades e influencers aumenta.
Además del impacto de Internet en la salud mental y el aspecto físico, el marketing digital está provocando cambios profundos en los patrones de conducta de niñas, niños y adolescentes en América Latina. Un informe de Unicef revela que esa población se encuentra altamente expuesta a estrategias publicitarias que ofertan alimentos y bebidas no saludables influyendo en las decisiones de compra, los comportamientos alimentarios y en la dieta. En adición, el Instituto Nacional de Salud Pública sostiene que en nuestro país es frecuente incluir dentro de la estrategia de mercadeo a celebridades para que promocionen productos no saludables.
Incrementar controles familiares que gestionen el uso que hacen los menores de redes sociales y dispositivos digitales, puede disipar sensaciones de ansiedad, depresión, soledad y a mejorar los niveles de autoestima.
@ClauCorichi