/ viernes 28 de julio de 2023

Violencia política y la “yihad blanca” 

Dice el clásico que en política los extremos se tocan y, en ocasiones, se alimentan entre sí. Para Ariel Koch, Karine Nahon y Assaf Moghadam, académicos de la Universidad Reichmann, este adagio también es cierto para las tendencias actuales del terrorismo y otras expresiones de violencia política en el mundo.

En su artículo, Yihad blanca: cómo supremacistas blancos adoptan narrativas, estéticas y tácticas yihadistas”, lo autores resaltan la creciente convergencia entre segmentos de movimientos militantes de extrema derecha –particularmente de supremacistas blancos–con actores identificados con el islamismo militante, especialmente yihadista.

Construyendo sobre literatura existente, los autores definen a la yihad blanca como “la apropiación, utilización o glorificación por parte de actores supremacistas blancos de contenido, estética, nomenclatura o repertorios de acción que generalmente se asocian con actores yihadistas, o viceversa. En otras palabras, tanto los supremacistas blancos como los yihadistas pueden apropiarse del contenido del otro.”

Por contradictorio –y también perturbador– que parezca dicho fenómeno, el artículo se centra específicamente en la adopción de contenido yihadista por parte de grupos supremacistas blancos. Para tal propósito, las autores proponen el concepto “extremismo fusionado” como una herramienta de análisis que permita explicar esta dinámica a nivel global.

De este modo, el artículo examina cuatro aspectos de la convergencia entre las ideologías supremacista blanca y yihadista, a saber: a) cómo los extremistas supremacistas blancos contemporáneos se inspiran en los yihadistas; b) su integración de terminología y simbolismo yihadista; c) su apoyo y adopción de propaganda y acciones yihadistas; y d) cómo legitiman su colaboración interideológica –quizás uno de los elementos más interesantes que explora el artículo.

Si bien los autores reconocen que estos grupos son pequeños, aunque extremadamente vociferantes y virulentos, el artículo no tiene desperdicio, entre otras cosas, porque da pauta para analizar la evolución del terrorismo y otras expresiones de violencia política en la actualidad. Además, sirve para visibilizar la delgada línea divisoria que hay entre política y la violencia política, sobre todo tratándose de extremos.

Lo anterior adquiere particular relevancia para América Latina y el Caribe, ya que la narrativa “autocracia versus democracia” se suma a una región donde se muestra con gran nitidez el viejo péndulo ideológico “derecha versus izquierda”. Pero también en otros países del Hemisferio como Estados Unidos que atraviesa por un severo proceso de polarización social, no visto desde la Guerra Civil, y donde el apoyo al empleo de la violencia política crece en sectores todavía muy pequeños pero muy radicales de la sociedad estadounidense.

Discanto: “Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué.” – Mark Twain.


Consultor


Dice el clásico que en política los extremos se tocan y, en ocasiones, se alimentan entre sí. Para Ariel Koch, Karine Nahon y Assaf Moghadam, académicos de la Universidad Reichmann, este adagio también es cierto para las tendencias actuales del terrorismo y otras expresiones de violencia política en el mundo.

En su artículo, Yihad blanca: cómo supremacistas blancos adoptan narrativas, estéticas y tácticas yihadistas”, lo autores resaltan la creciente convergencia entre segmentos de movimientos militantes de extrema derecha –particularmente de supremacistas blancos–con actores identificados con el islamismo militante, especialmente yihadista.

Construyendo sobre literatura existente, los autores definen a la yihad blanca como “la apropiación, utilización o glorificación por parte de actores supremacistas blancos de contenido, estética, nomenclatura o repertorios de acción que generalmente se asocian con actores yihadistas, o viceversa. En otras palabras, tanto los supremacistas blancos como los yihadistas pueden apropiarse del contenido del otro.”

Por contradictorio –y también perturbador– que parezca dicho fenómeno, el artículo se centra específicamente en la adopción de contenido yihadista por parte de grupos supremacistas blancos. Para tal propósito, las autores proponen el concepto “extremismo fusionado” como una herramienta de análisis que permita explicar esta dinámica a nivel global.

De este modo, el artículo examina cuatro aspectos de la convergencia entre las ideologías supremacista blanca y yihadista, a saber: a) cómo los extremistas supremacistas blancos contemporáneos se inspiran en los yihadistas; b) su integración de terminología y simbolismo yihadista; c) su apoyo y adopción de propaganda y acciones yihadistas; y d) cómo legitiman su colaboración interideológica –quizás uno de los elementos más interesantes que explora el artículo.

Si bien los autores reconocen que estos grupos son pequeños, aunque extremadamente vociferantes y virulentos, el artículo no tiene desperdicio, entre otras cosas, porque da pauta para analizar la evolución del terrorismo y otras expresiones de violencia política en la actualidad. Además, sirve para visibilizar la delgada línea divisoria que hay entre política y la violencia política, sobre todo tratándose de extremos.

Lo anterior adquiere particular relevancia para América Latina y el Caribe, ya que la narrativa “autocracia versus democracia” se suma a una región donde se muestra con gran nitidez el viejo péndulo ideológico “derecha versus izquierda”. Pero también en otros países del Hemisferio como Estados Unidos que atraviesa por un severo proceso de polarización social, no visto desde la Guerra Civil, y donde el apoyo al empleo de la violencia política crece en sectores todavía muy pequeños pero muy radicales de la sociedad estadounidense.

Discanto: “Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naces y el día en que descubres por qué.” – Mark Twain.


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