/ miércoles 23 de octubre de 2024

“Voltea al Campo” para eliminar el trabajo infantil y juvenil en la agroindustria

Daniel Cortés Martínez | @danielcormar89

Coordinador de la causa de defensa de los derechos de las personas trabajadoras agrícolas migrantes Nosotrxs

El Proyecto Periplo es una iniciativa colaborativa de la sociedad civil que promueve el ejercicio y la defensa de los derechos humanos y laborales de las personas trabajadoras migrantes en la industria agrícola. Desde estos esfuerzos colaborativos se lanzó recientemente la campaña “Voltea al Campo”, la cual busca visibilizar las violaciones sistemáticas a los derechos de las personas que llevan a cabo las labores de siembra, cultivo y cosecha de gran diversidad de frutas, verduras y hortalizas que sostienen la economía y la vida misma de miles de personas. Principalmente se trata de conocer datos y estadísticas contundentes sobre las condiciones laborales y de vida de las personas trabajadoras del campo para motivar un ejercicio de reflexión en las personas consumidoras acerca del origen de los alimentos que consumen para construir en conjunto un campo más justo.

Entre estos datos haré referencia a los concernientes al trabajo infantil y al trabajo adolescente. De acuerdo con la campaña “Voltea al Campo” el trabajo infantil y el trabajo juvenil (personas entre 15 y 17 años) ha existido históricamente en los campos agrícolas, lo cual contraviene varios convenios internacionales, comenzando por el marco de referencia para el trabajo decente adoptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual en su elemento número cinco habla sobre los trabajos que deberían ser abolidos mencionando precisamente el trabajo infantil. Por otra parte, el convenio 182 que trata sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación, menciona en su artículo 4 que las peores formas de trabajo infantil abarcan, entre otras, “el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños”.

Así pues, el estándar internacional indica que se debe reservar el trabajo agrícola a personas mayores de 18 años por el riesgo intrínseco en las labores agrícolas. De acuerdo con la propia OIT, la agricultura es uno de los tres sectores más peligrosos junto con la construcción y la minería, en cuanto a fallecimientos relacionados con el trabajo, accidentes no mortales y enfermedades profesionales. Los infantes que trabajan en el sector agrícola están expuestos a peligros y niveles de riesgo que son mucho más altos para ellos que para los adultos. Entre estos riesgos y peligros encontramos la exposición a temperaturas extremas, la falta de espacios con sombra y agua, la ausencia de atención médica, el contacto constante con sustancias pesticidas agrotóxicas, y accidentes y enfermedades inherentes a las características del trabajo en el campo.

En el mismo sentido, conviene recordar también el convenio 138 de la OIT referente a la edad mínima de admisión al empleo, el cual está dirigido a la abolición efectiva del trabajo de los niños para lograr el completo desarrollo físico y mental de las infancias. En el trabajo agrícola, los niños se incorporan al mercado laboral a muy temprana edad, llegando a tener casos de niños de 5 o 6 años ya trabajando en el campo, normalmente como parte de una familia que desarrolla sus labores en el sector agrícola. Además, esto refleja otra serie de situaciones perjudiciales como son la carencia de guarderías que permitan a las madres trabajadoras delegar el cuidado de sus hijos para dedicarse a su empleo, la falta de escuelas de calidad en el sector rural lo que a su vez impide el acceso a mejores oportunidades y coarta la posibilidad de romper los ciclos de pobreza.

Para lograr eliminar efectivamente el trabajo infantil y juvenil en la agroindustria es preciso crear o retomar estrategias enfocadas en el mejoramiento de las condiciones laborales en general de las personas trabajadoras agrícolas como por ejemplo, mejorar los ingresos en el sector para garantizar que las familias puedan enviar a sus hijos a la escuela, en lugar de que tengan que trabajar; tener acceso a un sistema de cuidados que logre aligerar la carga de las familias que tengan a alguien a su cargo; promover la sensibilización respecto a este problema con campañas como la impulsada por Periplo para acercar la información al público en general y lograr el apoyo generalizado a las políticas públicas destinadas a resolver estos problemas.


Daniel Cortés Martínez | @danielcormar89

Coordinador de la causa de defensa de los derechos de las personas trabajadoras agrícolas migrantes Nosotrxs

El Proyecto Periplo es una iniciativa colaborativa de la sociedad civil que promueve el ejercicio y la defensa de los derechos humanos y laborales de las personas trabajadoras migrantes en la industria agrícola. Desde estos esfuerzos colaborativos se lanzó recientemente la campaña “Voltea al Campo”, la cual busca visibilizar las violaciones sistemáticas a los derechos de las personas que llevan a cabo las labores de siembra, cultivo y cosecha de gran diversidad de frutas, verduras y hortalizas que sostienen la economía y la vida misma de miles de personas. Principalmente se trata de conocer datos y estadísticas contundentes sobre las condiciones laborales y de vida de las personas trabajadoras del campo para motivar un ejercicio de reflexión en las personas consumidoras acerca del origen de los alimentos que consumen para construir en conjunto un campo más justo.

Entre estos datos haré referencia a los concernientes al trabajo infantil y al trabajo adolescente. De acuerdo con la campaña “Voltea al Campo” el trabajo infantil y el trabajo juvenil (personas entre 15 y 17 años) ha existido históricamente en los campos agrícolas, lo cual contraviene varios convenios internacionales, comenzando por el marco de referencia para el trabajo decente adoptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual en su elemento número cinco habla sobre los trabajos que deberían ser abolidos mencionando precisamente el trabajo infantil. Por otra parte, el convenio 182 que trata sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación, menciona en su artículo 4 que las peores formas de trabajo infantil abarcan, entre otras, “el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los niños”.

Así pues, el estándar internacional indica que se debe reservar el trabajo agrícola a personas mayores de 18 años por el riesgo intrínseco en las labores agrícolas. De acuerdo con la propia OIT, la agricultura es uno de los tres sectores más peligrosos junto con la construcción y la minería, en cuanto a fallecimientos relacionados con el trabajo, accidentes no mortales y enfermedades profesionales. Los infantes que trabajan en el sector agrícola están expuestos a peligros y niveles de riesgo que son mucho más altos para ellos que para los adultos. Entre estos riesgos y peligros encontramos la exposición a temperaturas extremas, la falta de espacios con sombra y agua, la ausencia de atención médica, el contacto constante con sustancias pesticidas agrotóxicas, y accidentes y enfermedades inherentes a las características del trabajo en el campo.

En el mismo sentido, conviene recordar también el convenio 138 de la OIT referente a la edad mínima de admisión al empleo, el cual está dirigido a la abolición efectiva del trabajo de los niños para lograr el completo desarrollo físico y mental de las infancias. En el trabajo agrícola, los niños se incorporan al mercado laboral a muy temprana edad, llegando a tener casos de niños de 5 o 6 años ya trabajando en el campo, normalmente como parte de una familia que desarrolla sus labores en el sector agrícola. Además, esto refleja otra serie de situaciones perjudiciales como son la carencia de guarderías que permitan a las madres trabajadoras delegar el cuidado de sus hijos para dedicarse a su empleo, la falta de escuelas de calidad en el sector rural lo que a su vez impide el acceso a mejores oportunidades y coarta la posibilidad de romper los ciclos de pobreza.

Para lograr eliminar efectivamente el trabajo infantil y juvenil en la agroindustria es preciso crear o retomar estrategias enfocadas en el mejoramiento de las condiciones laborales en general de las personas trabajadoras agrícolas como por ejemplo, mejorar los ingresos en el sector para garantizar que las familias puedan enviar a sus hijos a la escuela, en lugar de que tengan que trabajar; tener acceso a un sistema de cuidados que logre aligerar la carga de las familias que tengan a alguien a su cargo; promover la sensibilización respecto a este problema con campañas como la impulsada por Periplo para acercar la información al público en general y lograr el apoyo generalizado a las políticas públicas destinadas a resolver estos problemas.