/ miércoles 29 de noviembre de 2023

Wilders y la fragilidad europeísta 

por Raquel López-Portillo Maltos


En un artículo publicado en 2017 por la BBC sobre la derrota de Geert Wilders, “el Trump holandés”, se advertía que “la Europa pro-Unión Europea puede respirar aliviada, pero la guerra todavía no está ganada”. Seis años después, dicha advertencia se convirtió en un presagio con el triunfo de Wilders en los últimos comicios de los Países Bajos. ¿Qué ocurrió en este tiempo para que un personaje abiertamente islamófobo, euroescéptico y ultraderechista resultara victorioso? ¿Qué implicaciones tiene para el proyecto europeo?

Si bien el porqué del resultado se inserta en una tendencia global que lleva años cocinándose en la región y que se ha atizado con los triunfos de la ultraderecha en Hungría, Italia, Finlandia y Suecia, también encuentra sus raíces en problemáticas localizadas que Wilders supo capitalizar a su favor. Tras años de políticas económicas enfocadas en la privatización y la liberalización, el descontento por los efectos de éstas en sectores como la vivienda, la salud y el transporte ha rebasado al interés por mantener las opciones liberales tradicionales en el poder. Principalmente, existe esta noción de que Países Bajos no es Ámsterdam, pues en las áreas que trascienden a la capital hay un sentimiento generalizado de que han sido relegadas a un segundo plano.

A esto se le suma una receta que ha parecido funcionar para otros líderes: encontrar culpables del deterioro de las condiciones actuales (principalmente los migrantes), atizar los ánimos con una retórica radical y anti-derechos (en este caso, atentando contra la religión que practica el 6% de la población, proponiendo abandonar la Unión Europea y fomentar una política de fronteras cerradas), para luego moderar esta narrativa con la finalidad de lograr resultados electorales óptimos (y así, seducir a las otras facciones políticas de unirse en una coalición gobernante). En el caso de Wilders, aunado a esta fórmula mágica, se le suma una contra-retórica que resulta muy atractiva y cercana a las políticas europeas centradas en el Estado de Bienestar, ya que propone destinar más recursos a los sectores de salud y vivienda, así como otorgar mayores beneficios para personas en sectores vulnerables.

Aunque pareciera que el impacto de lo que ocurre en este pequeño país es limitado, la realidad es que siendo la quinta economía más importante de la Unión Europea, así como uno de los países fundadores de ésta, el alcance es más amplio. De acuerdo a datos de la encuesta ‘Eurobarómetro’ primavera 2023, el 45% de la población no confía en la Unión Europea, y 34% tiene una visión pesimista del futuro de ésta. En un momento en el que este proyecto político y económico ha ido perdiendo adeptos, el ascenso de la ultraderecha tiene un costo mayor al que se pensaría.

Si bien el “Nexit”, la salida de la Unión Europea, propuesto por Wilders parece inviable al menos en el corto plazo, quizás ni siquiera sea necesario para materializar sus posturas. Con las próximas elecciones del Parlamento Europeo en junio del 2024, se puede fraguar un escenario en el que la ultraderecha tenga la suficiente representación para marcar la agenda y dificultar ciertos consensos. Es decir, que la visión anti europeísta podría incidir desde dentro, con la legitimidad suficiente que le ha conferido el electorado para hacerlo. Aunque dentro de la fórmula mencionada anteriormente, la moderación es un ingrediente clave, en la medida que aumenten las posiciones radicales en instituciones europeas, posiblemente ya no será necesario recurrir a ésta para obtener resultados.

En términos prácticos, esto tendría repercusiones en materia económica, social y de política exterior. Un ejemplo claro es que, contrario a la postura del actual primer ministro, Mark Rutte, Wilders ha abogado por terminar con la ayuda a Ucrania ya que, de acuerdo a su visión, su propio país las necesita para defenderse. En otras palabras que hacen eco en otras latitudes, Wilders propone “poner a los holandeses por delante”, en detrimento de la cooperación regional. Sobra decir que cambiar la visión regional por una que sólo ve hacia adentro comprometería los pilares mismos bajo los que se construyó la Unión Europea.

Aún falta un largo camino con numerosos obstáculos para que WIlders logre si quiera formar gobierno. Para alcanzar la mayoría, necesita asegurar 76 de los 150 escaños parlamentarios por medio de coaliciones con otros partidos. Sin embargo, su contundente triunfo plantea la necesidad de repensar el debilitamiento de la izquierda y de la socialdemocracia en Europa y la fragilidad de las fuerzas pro-Unión Europea ante la compleja coyuntura actual. Ante todo, esto debe servir como un llamado de atención a aquellos que aún buscan la construcción de un futuro europeo basado en la cooperación y la solidaridad. De lo contrario, en palabras del artículo citado, la guerra estará perdida.


Maestra en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana, especialista en análisis político, democracia y elecciones por el CIDE.


@RaquelLPM