Cristóbal Thompson, director ejecutivo de AMIIF
En este año que será crucial para el rumbo que tomará México en el futuro próximo en muchos ámbitos, en el cual se incluye la salud, les invito a hacer una reflexión sobre el alcance que tiene la aportación social de los medicamentos innovadores, que no sólo proporcionan beneficios directos para la salud de los pacientes, tales como reducción de la mortalidad o incremento de la calidad de vida, sino que desencadenan el crecimiento económico de los países a través de diversos canales, como la mejora de la productividad laboral.
Para ustedes puedan apreciar el valor social de un medicamento innovador, más allá de su aportación clínica, les presento los resultados del estudio “Impacto social de los medicamentos innovadores – un enfoque sistemático para captar la dimensión social y macroeconómica de medicamentos” , que realizó el WifOR Institute de Alemania.
De acuerdo con este estudio, el impacto social de un medicamento innovador se expresa en una reducción significativa en las pérdidas de productividad, que se expresa en términos monetarios, mismas que se habrían producido en ausencia de este medicamento.
La evidencia está en la vida real
El WifOR Institute describió el caso de estudio de un medicamento innovador que se utiliza para prevenir la migraña en 6.7 millones de adultos que tienen al menos 4 días de migraña al mes. Se considera que cada persona causa un impacto social negativo por padecer migraña de 3,995 euros al mes.
Bajo el tratamiento estándar, de acuerdo con el estudio, se generaron 784 millones de días de migraña al año, lo que causó una pérdida de productividad de 112 mil millones de euros. La adición de esta innovación como tratamiento profiláctico de la migraña redujo la carga socioeconómica de la migraña en 26,500 millones de euros en un año.
Una vez que se tienen en cuenta el impacto social y los costos adicionales de atención médica, podemos demostrar una ganancia monetaria neta potencial del tratamiento con la innovación. Los sistemas sanitarios deben considerar pagar los medicamentos con relación al valor que aportan a los pacientes y a la sociedad.
En este estudio, los investigadores concluyeron que invertir en salud no es simplemente un factor de costos, sino un motor de crecimiento, empleo, innovación y, finalmente, salud de la población. Por lo tanto, es necesario considerar no sólo los beneficios terapéuticos que brindan las innovaciones médicas, sino también sus contribuciones a las actividades económicas y la prosperidad general.