/ martes 20 de septiembre de 2016

Sexting, un peligro latente para niños y jóvenes

El sexting es un fenómeno de actualidad que, como si fuera un‘hoyo negro’, puede absorber fácilmente a nuestros niños yjóvenes, seduciéndolos con el encanto de la tecnología, eldescubrimiento de su sexualidad y la inmediatez con que unaintimidad vuelta imagen puede distribuirse y llegar incluso hastael punto más alejado del planeta.

El sexting, término formado por los anglicismos “sex” y“texting”, es hoy una práctica común que consiste enfotografiar desnudos propios o ajenos, a fin  de ser enviadas pormensaje a conocidos, pero que con frecuencia terminan en manos dedesconocidos, problema del cual habla para Desde la fe, ClaudiaLarrazolo, Psicoterapeuta Gestalt y Licenciada enComunicación.

La también colaboradora de Cenyeliztli A.C. explica que elsexting es una práctica muy común debido a que la tecnologíaahora está muy al alcance de cualquier niño o joven, lo que, encombinación con el despertar sexual de la edad –en la que elcuerpo presenta cambios que estimulan la autoexploración–,representa una atractiva invitación a abrir la intimidad (propia ode amigos), en un juego que en principio pinta divertido,  peroque puede derivar en casos de “ciberacoso” o“ciberbullying”.

Señala que los niños o jóvenes pueden ser víctimas de acosoo bullying cibernético desde el mismo momento en que las imágenessalen de su celular o computadora para llegar a otras pantallas, enlas que ya no tienen ningún control del trato que se les puedadar; imágenes que incluso pueden volverse virales y estar enminutos en manos de miles de personas. Puedepasar que una joven decida enviarle a su novio una fotografía desu intimidad, pero como las relaciones de pareja a esa edad carecende estabilidad, existe la posibilidad de que haya una rupturainsalvable como consecuencia de una pelea, y el joven, en venganza,determine compartir esa imagen, que por la acción de otro puedellegar a las redes sociales, a las que cualquiera puede teneracceso, y hasta caer en manos de las “cibermafias”.Comenta que el hecho de que la imagen de un niño o joven caiga enmanos de estas mafias cibernéticas, representa un gran peligro,pues éstas son especialistas en obtener datos personales delindividuo en cuestión; lo demás es hablarle por teléfono o poralgún otro medio para chantajearla pidiéndole más fotografías(o videos) a cambio de no compartirlas entre su círculo social ofamiliar, o simplemente requiriéndole dinero. Los jóvenes, temerosos de que sus padres, familiares,amigos o conocidos puedan ver sus intimidades, acceden a lapetición, y cada vez se van enganchando más en esa exigencia quepuede tener consecuencias lamentables, como orillarlos hasta elsuicidio por la desesperación de no poder sustraerse de esadinámica”. Por esta razón, Claudia Larrazolo sugiere alos padres de familia mantener una comunicación muy abierta consus hijos y no pensar que, porque son suyos, no pueden caer en elsexting. “Los padres de familia debemos ser conscientes de que nopodemos tomar el control absoluto de nuestros hijos; aunque hayamosdecidido no dotarlos de un celular, pueden usar el de algún amigo.Así que lo que debemos hacer es informarnos sobre el sexting,saber que existe, la forma de abordarlo y, sobre todo, alimentar lacomunicación, explicándoles las consecuencias, pero nunca en unplan de regaño o de aleccionar, sino a manera de una conversaciónretroactiva, en la que ellos puedan exponer su opinión”.

Señala que otra cosa importante es acercar el problema a losniños y jóvenes de modo que puedan comprenderlo y tomarlo enserio, ya que si se comienza hablando sobre el peligro de que unaimagen llegue hasta alguna red de pornografía infantil, ellosseguramente verán el problema como algo muy lejano, como un mito oun espanto. Si en cambio se les concientiza enel sentido de que una imagen comprometedora puede llegar a sucírculo social más cercano, encontrarán una consecuencia quepueden asimilar con mayor facilidad, pues les representa algo másreal”. Finalmente, Claudia Larrazolo asegura que crear unpuente de comunicación con los hijos es lo mejor que los padrespueden hacer, pues entre más los jóvenes guarden los secretos,entre másmiedo tengan de comunicar algo a los padres, más solosvan a estar en un posible caso de acoso. “Si la confianza, encambio, se ha alimentado; tendrían la capacidad de decir: ‘meequivoqué, hice cosas indebidas, necesito tu ayuda’, y elproblema casi estará resuelto. Si los padres no saben manejarlo,deben pedir ayuda a un profesional”, finalizó.

El sexting es un fenómeno de actualidad que, como si fuera un‘hoyo negro’, puede absorber fácilmente a nuestros niños yjóvenes, seduciéndolos con el encanto de la tecnología, eldescubrimiento de su sexualidad y la inmediatez con que unaintimidad vuelta imagen puede distribuirse y llegar incluso hastael punto más alejado del planeta.

El sexting, término formado por los anglicismos “sex” y“texting”, es hoy una práctica común que consiste enfotografiar desnudos propios o ajenos, a fin  de ser enviadas pormensaje a conocidos, pero que con frecuencia terminan en manos dedesconocidos, problema del cual habla para Desde la fe, ClaudiaLarrazolo, Psicoterapeuta Gestalt y Licenciada enComunicación.

La también colaboradora de Cenyeliztli A.C. explica que elsexting es una práctica muy común debido a que la tecnologíaahora está muy al alcance de cualquier niño o joven, lo que, encombinación con el despertar sexual de la edad –en la que elcuerpo presenta cambios que estimulan la autoexploración–,representa una atractiva invitación a abrir la intimidad (propia ode amigos), en un juego que en principio pinta divertido,  peroque puede derivar en casos de “ciberacoso” o“ciberbullying”.

Señala que los niños o jóvenes pueden ser víctimas de acosoo bullying cibernético desde el mismo momento en que las imágenessalen de su celular o computadora para llegar a otras pantallas, enlas que ya no tienen ningún control del trato que se les puedadar; imágenes que incluso pueden volverse virales y estar enminutos en manos de miles de personas. Puedepasar que una joven decida enviarle a su novio una fotografía desu intimidad, pero como las relaciones de pareja a esa edad carecende estabilidad, existe la posibilidad de que haya una rupturainsalvable como consecuencia de una pelea, y el joven, en venganza,determine compartir esa imagen, que por la acción de otro puedellegar a las redes sociales, a las que cualquiera puede teneracceso, y hasta caer en manos de las “cibermafias”.Comenta que el hecho de que la imagen de un niño o joven caiga enmanos de estas mafias cibernéticas, representa un gran peligro,pues éstas son especialistas en obtener datos personales delindividuo en cuestión; lo demás es hablarle por teléfono o poralgún otro medio para chantajearla pidiéndole más fotografías(o videos) a cambio de no compartirlas entre su círculo social ofamiliar, o simplemente requiriéndole dinero. Los jóvenes, temerosos de que sus padres, familiares,amigos o conocidos puedan ver sus intimidades, acceden a lapetición, y cada vez se van enganchando más en esa exigencia quepuede tener consecuencias lamentables, como orillarlos hasta elsuicidio por la desesperación de no poder sustraerse de esadinámica”. Por esta razón, Claudia Larrazolo sugiere alos padres de familia mantener una comunicación muy abierta consus hijos y no pensar que, porque son suyos, no pueden caer en elsexting. “Los padres de familia debemos ser conscientes de que nopodemos tomar el control absoluto de nuestros hijos; aunque hayamosdecidido no dotarlos de un celular, pueden usar el de algún amigo.Así que lo que debemos hacer es informarnos sobre el sexting,saber que existe, la forma de abordarlo y, sobre todo, alimentar lacomunicación, explicándoles las consecuencias, pero nunca en unplan de regaño o de aleccionar, sino a manera de una conversaciónretroactiva, en la que ellos puedan exponer su opinión”.

Señala que otra cosa importante es acercar el problema a losniños y jóvenes de modo que puedan comprenderlo y tomarlo enserio, ya que si se comienza hablando sobre el peligro de que unaimagen llegue hasta alguna red de pornografía infantil, ellosseguramente verán el problema como algo muy lejano, como un mito oun espanto. Si en cambio se les concientiza enel sentido de que una imagen comprometedora puede llegar a sucírculo social más cercano, encontrarán una consecuencia quepueden asimilar con mayor facilidad, pues les representa algo másreal”. Finalmente, Claudia Larrazolo asegura que crear unpuente de comunicación con los hijos es lo mejor que los padrespueden hacer, pues entre más los jóvenes guarden los secretos,entre másmiedo tengan de comunicar algo a los padres, más solosvan a estar en un posible caso de acoso. “Si la confianza, encambio, se ha alimentado; tendrían la capacidad de decir: ‘meequivoqué, hice cosas indebidas, necesito tu ayuda’, y elproblema casi estará resuelto. Si los padres no saben manejarlo,deben pedir ayuda a un profesional”, finalizó.

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