Los desfiles de Chanel han dejado de ser sólo simples pasarelas de moda y se han convertido temporada tras temporada, en un verdadero espectáculo que engloba arte, cultura y alta costura, siendo así, uno de los más esperados.
En el segundo día de los desfiles de Alta Costura de París, la firma de lujo presentó su colección primavera-verano 2022 con un show híbrido que ha dado de qué hablar.
Todo comenzó desde la decoración de la pasarela digna de un museo. Parecía entre una pista de salto surrealista y una sala de arte objeto, erigida dentro del Grand Palais Éphémère, la nueva sede de la maison para realizar exclusivos eventos y desfiles.
“La idea de la decoración del espectáculo surgió de un antiguo deseo de trabajar con Xavier Veilhan. Sus referencias al constructivismo me recuerdan a las de Karl Lagerfeld”, dijo Virginie Viard, en un comunicado.
“Esta decoración, un guiño a la estética de las exposiciones universales, actuó como un marco donde me sentí muy libre. Estas formas geométricas me hicieron crear contrastes, una gran ligereza y mucha frescura”, añadió la directora creativa.
La iluminación suave y tenue creó una atmósfera de ensueño, enfatizando la belleza de las modelos y la extrema delicadeza de las creaciones de Alta Costura.
De repente, a lo lejos se escucha un caballo, que irrumpe la pasarela. En el venía montada Charlotte Casiraghi, hija de la princesa Carolina de Mónaco, nieta de Grace Kelly y embajadora de la marca, desde hace un año.
Una joven amazona que mostró sus habilidades ecuestres y dejó sin palabras a los invitados, que inmediatamente que la vieron, reaccionaron con un fuerte aplauso. Charlotte apareció con una chaqueta de tweed negro y lentejuelas (un tejido de lana resistente). Este acto abrió paso a las demás modelos que lucieron piezas con elegante esencia femenina.
Diversidad de colores, plumas y lentejuelas reinaron en la colección. Vestidos que flotan como suspendidos en el aire. Muchos flecos, macramé, encajes brillantes, tweeds iridiscentes y coloridos botones enjoyados.
Destacaron una chaqueta de tweed rosa con rayas blancas, tirantes compuestos por galones blancos bordados con abalorios o cadenas plateadas, merceditas (zapatillas de tacón medio) bicolores, inspiradas en los años 20 y bordados finamente geométricos, como si hicieran eco de la decoración.
Todos los artesanos de la maison colaboraron en esta colección, “una de cuyas piezas clave, es un vestido totalmente bordado con la técnica Lesage (bordador artesano francés) con camelias en cuentas negras, blancas y corales, combinado con una chaquetita negra. Estas referencias también pertenecen a Gabrielle Chanel, por supuesto. Es como una conversación que cruza el tiempo”, contó Viard.
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