Luego de una amplia segunda jornada de la Fashion Week milanesa abierta con la sobriedad de Max Mara, la famosa marca del prêt à porter italiano Prada presentó una moda surrealista y glamourosa.
En el espacio del Depósito de la Fundación Prada, el decorado concebido por el estudio de arquitectura OMA de Róterdam posicionó al público sobre la pasarela donde las modelos deambulaban en trayectorias lineales.
En la plaza de ese museo imaginario, Miuccia Prada quiso asociar al glamour, la fuerza intelectual del movimiento de Secesión vienesa corriente artística creada en 1897.
"La referencia principal de esta colección es esa época formidable donde artistas, obreros y artesanos trabajan juntos para crear algo nuevo", declaró Miuccia Prada entre las bambalinas del desfile, y subrayó que "es esta moda exigente" la que se busca producir.
Nada extraño que la casa milanesa nacida en 1913 quisiera reactivar el inicio del siglo, periodo cuando Freud y los artistas proponían una nueva concepción de lo humano.
"La fuerza y la delicadeza para las mujeres que estaban entonces en el combate. No sé si la época fue difícil pero plantea desafíos que el feminismo puede destacar", añadió Miuccia Prada.
En la colección aparecen los cortes con faldas o sacos hendidos y con flecos como si hubieran pasado por la máquina trituradora de papel. Para lograr un resultado sofisticado y neto.
De chicas trabajadoras con corbatas y sacos con hombreras, se pasa hacia prendas donde reina la transparencia, cubiertas por bordados y piedras preciosas.
El ADN casual de la marca también está presente con siluetas más deportivas que llevan grandes chaquetas de baloncesto o sacos inspirados de los t-shirts de béisbol.
La piel es sintética desde que Prada renunció a la utilización de la piel animal y el náilon es reciclado