Si nos atenemos a Wikipedia, un hipster es un joven bohemio, de clase media-alta, que se asocia a tendencias musicales indie y alternativas, a una moda alejada de las corrientes predominantes, basada más en lo independiente o vintage, con posiciones políticas green; y que se caracteriza por una sensibilidad variada, alejada del mainstream y afín a estilos de vida alternativos.
Pero a esta definición le falta un detalle, una característica física: todos los hipster (bueno, a los que les sale) tienen barba. ¿Por qué?
De acuerdo con un estudio realizado por el biólogo de la Universidad de Australia del Oeste, Cyril Grueter, y publicado en la revista Evolution and Human Behaviour, los primates macho desarrollan rasgos distintivos cada vez más ostentosos para aumentar su atractivo sexual y tener ventaja sobre otros machos a la hora de atraer a las hembras.
Después de analizar 154 especies de primates, el estudio concluye que cuanto más activa y multitudinaria es una sociedad, mayor esfuerzo deben hacer los machos por destacar.
“Cuando vives en un grupo pequeño en el que todo el mundo se conoce no hay ninguna necesidad de señalar tu calidad y competitividad a base de adornos”, explica Gruetes. “Por el contrario, en grupos grandes en los que los individuos están rodeados de extraños, necesitamos distintivos para evaluar la calidad y la fuerza de cada persona, y es ahí donde entran en juego los ornamentos”.
Y no sólo hablamos de las barbas. “En el caso de los humanos, también se incluyen complementos como la decoración corporal, las joyas y los artículos de lujo”, asegura el científico.
Según este investigador las barbas se ponen de moda cuando la competencia por una pareja es más grande, y pone de ejemplo al Reino Unido entre 1842 y 1971, cuando había pocas mujeres casaderas y los hombres tuvieron que dejarse grandes barbas y bigotes para conquistarlas.
UN POCO DE HISTORIA
Aunque parezca contradictorio, el uso de la barba como elemento estético, se sitúa justo en el momento en que el hombre decide afeitarse. Algo que al parecer sucedió durante la Edad de Piedra, hace unos miles de años.
En la antigua Mesopotamia, las barbas grandes eran un símbolo de estatus y respetabilidad, y las cuidaban con esmero, adornándolas y rizándolas.
Para los egipcios, la moda era el afeitado total de cabeza y cara, excepto cuando se guardaba el duelo por alguien fallecido, en cuyo caso se dejaba crecer la barba durante 60 días. Los faraones solían adornar sus barbillas con una fina y larga barba postiza, especialmente en las grandes ocasiones, para emular al dios Osiris.
Entre griegos y romanos la barba era símbolo de sabiduría, madurez y virilidad. Sin embargo, Alejandro Magno ordenó a sus soldados afeitarse para impedir que sus enemigos los agarrasen de las barbas durante el combate.
Ya para la Edad Media la tendencia variaba dependiendo del momento y el lugar., igual que en el Renacimiento. A partir del s. VIII las barbas comenzaron a ser vistas como paganas en occidente, hasta el punto de ser consideradas motivo de excomunión. Pero, en el s. XVI era habitual en algunos círculos llevar barbas extremadamente largas, como la de Leonardo da Vinci.
No fue sino hasta mediados del siglo XIX que algunos hombres poderosos se dejaron crecer la barba, como, por ejemplo, el presidente de EU, Abraham Lincoln,
Durante los primeros años del s. XX la barba no pasó por su mejor momento, y no fue sino hasta los años 60 que el movimiento hippie la hizo resurgir.
En la actualidad, a nadie la extraña ver jefes de Estado, reyes, ejecutivos, artistas y hasta a algún presidente de banco luciendo su vello facial en cualquiera de sus versiones. Eso sin contar a los hipsters, que ya debaten si mantenerla o abandonarla ante tanta omnipresencia.
El pelo de la cabeza puede crecer de 1 a 1.5 centímetros al mes, el de la barba crece de 2 a 3 milímetros.
Una barba larga se debe recortar cada tres semanas y una hipster cada cuatro o cinco.
El pelo de la barba es más grueso y seco; debe lavarse todos los días con un buen champú y cepillarlo para mantenerlo suave, lustrosa y manejable.
TRICOTILOMANÍA
Es el impulso constante que alguien experimenta de jugar con, jalarse e incluso arrancarse el pelo de la cara. Se trata de una conducta repetitiva centrada en el propio cuerpo, que por lo general implica el pelo o los vellos de la cara, incluyendo pestañas y cejas.
Quienes padecen este trastorno generalmente comienzan por arrancarse el pelo cuando tienen entre 9 y 13 años de edad. Algunos pueden hacerlo cuando están aburridos o nerviosos. También puede ser un impulso desencadenado por un evento estresante como la muerte de un ser querido, el abuso o un conflicto.
Por lo general, arrancarse el pelo es una manía constante que, a menos que se trate, se repite cada cierto tiempo durante la vida de la persona. Es un trastorno de salud mental y no es probable que desaparezca sin tratamiento.