Para Luis Hernández Estrada hay muchas cosas que el públicodebe conocer sobre los relojes, principalmente el misterio deltic-tac, o por qué el 99 por ciento de los relojes que se fabricanactualmente trabajan a partir de cuarzo. “En más de dos mil 500piezas que he reunido a lo largo de los años, está contenida lahistoria del tiempo; hay relojes de pared, de escritorio, de mesa yde piso, antiguos y modernos”.
La colección incluye un reloj de barco de increíble exactitud,gracias al cual era posible, en tiempos remotos, ubicar en altamarla posición donde se encontraba el barco a partir de la hora.
“Se podía definir sin error la latitud y la longitud. Hoy endía los satélites y la tecnología moderna ubican a los barcos,pero antaño, un reloj como el que tenemos era fundamental paracruzar los mares e incluso para sobrevivir en medio de losocéanos”, expresó don Luis en entrevista.
Cierto día, siendo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, jefe degobierno de la Ciudad de México (1997-1999), asistió a Tepito engira de trabajo. Ahí, Luis Hernández Estrada, relojero tepiteñoformado en Suiza y formador de generaciones de relojeros deabolengo, le presentó un proyecto para la creación del Museo delReloj de la capital del país. Le entregó planos y detalles, sinembargo, nunca obtuvo respuesta de Cárdenas.
Desde entonces decepcionado de los sucesivos gobiernos que hatenido la capital del país, más no por ello desanimado en suempeño por abrir el primer recinto de ese tipo, aseguró que no sequiere morir si no abre ese museo para enseñar a la gente lo quees un reloj, sobre todo, a los niños. “Somos tres relojerosdedicados toda la vida a esta actividad y a la fecha contamos conalrededor de dos mil 500 piezas”, explicó en aquel entonces aCuauhtémoc Cárdenas.
Propuso para el Museo del Reloj y Artes del Tiempo el edificioque está en la esquina de Francisco I. Madero e Isabel laCatólica, entonces abandonado, pero le fue negado para dar cabidaal Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis. La idea eraimpartir clases de relojería a niños y gente de la tercera edad,con el fin de preservar viva la relojería mecánica ancestral.
En entrevista, don Luis recordó que el proyecto completo se loentregó a Cárdenas, y dijo estar seguro de que, de las manos deljefe de gobierno, el documento pasó de manera directa al bote dela basura. “Luego me entrevisté con Martí Batres, quien fuesecretario de Desarrollo Social del gobierno del Distrito Federalde 2006 a 2011, y mostró idéntico interés que el antiguo jefe degobierno, así que el proyecto nunca se concretó”.
Así, Hernández Estrada habló con los dueños del edificio dePalma 33, Centro Histórico, donde se alberga la Plaza del Reloj,quienes le proporcionaron un local amplio, donde montó exposiciónde piezas de alto valor histórico, comercial y estético. “Nohabía lugar para todas las piezas, pero cientos de niños acudíana conocer las expuestas. Lamentablemente, por falta de recursospara la renta, la muestra cerró”.
Ahora tiene en mente un edificio abandonado ubicado en Palma yMadero, donde desde su perspectiva podría caber bien el Museo delReloj y Artes del Tiempo. Necesitamos un inmueble de dos o trespisos, aunque podríamos adecuarnos al espacio que nos den, paramontar una sala de conferencias y una de audiovisuales, un tallerpara adultos y uno para que los niños armen su reloj y lo lleven acasa”, explicó el relojero mexicano por antonomasia.
Un reloj de sol fechado en 1590, traído de España, es otrapieza reina que espera un recinto digno. También un reloj de JohnHarrison, quien creó el reloj de barco, con lo que la navegaciónmarítima tuvo un importante avance, pues hasta entonces soloexistían los relojes de péndulo, así como un reloj con carátulade meteorito que tiene la misma edad que la tierra, aseguró.