Tuvieron que pasar tres años para que el príncipe Harry volviera a enfundarse en su uniforme militar, aunque las circunstancias no son las que hubiera querido, pues fue para rendirle vigilia a su abuela, la reina Isabel II, fallecida el pasado 8 de septiembre.
Este sábado, los ocho nietos de la monarca británica hicieron una emotiva aparición en la capilla ardiente instalada en el Palacio de Westminster.
Bajo un semblante de tristeza, William y Harry, vestidos con uniforme militar, encabezaron al resto de sus primos, todos ellos de luto riguroso, mientras los ciudadanos seguían entrando a la sala de Westminster Hall, el edificio más antiguo del complejo parlamentario.
Junto a los dos hijos del rey Carlos III y Lady Di participaron en la ceremonia Peter Phillips y Zara Tindall, hijos de la princesa Ana; Beatriz y Eugenia, hijas del príncipe Andrés; y Luisa y Jacobo Windsor, hijos del príncipe Eduardo, quien presenció el acto como espectador.
Phillips, el mayor de los nietos, tiene 44 años, frente a solo 14 de Jacobo, vizconde de Severn.
Había una gran expectativa sobre si Harry llevaría el uniforme militar, pues en las ceremonias anteriores en honor a la reina Isabel II no lo había portado al no ser miembro de la realeza con tareas oficiales, pese a haber pasado 10 años en el Ejército y haber participado en operaciones en Afganistán.
El duque de Sussex portó el Blues and Royals, el uniforme número 1 con la estrella de la Real Orden victoriana, además de la banda de la liga, la medalla del servicio operativo de Afganistán, las insignias de oro, diamante y platino de Jubileo, así como las Alas de piloto del Ejército.
Harry pudo portar su uniforme gracias a petición de su padre el rey, quien tuvo la misma deferencia para su hermano, el príncipe Andrés, durante la llamada Vigilia de los Príncipes que realizaron un día antes.
Se trata de la primera vez en la historia que los nietos de un soberano llevan a cabo esta ceremonia.