En reconocimiento a su excelencia profesional y destacado liderazgo en favor de la sociedad y la cultura mexicana, la señora Letty Coppel fue investida con el grado de Doctor Honoris Causa, otorgado por el "Claustro Doctoral Honoris Causa" A. C., en Monterrey, Nuevo León.
En una ceremonia solemne, un representante de la organización integrada por un comité ciudadano, diplomático, fundaciones y miembros académicos de distintas Universidades, dio lectura a la hoja de vida de Leticia González Esparza, nombre de pila de la homenajeada, “dueña de una gran seguridad, una mujer disciplinada en todo sentido, con una responsabilidad humana increíble, muy entregada a la fe, a su familia y a las personas más necesitadas; dama 100 por ciento filantrópica y de un enorme corazón”.
Letty Coppel comentó la emoción y el nerviosismo la invadieron al darse cuenta de que estaba rodeada de personalidades de muy alto nivel, “me sentí muy alagada, aunque de pronto me fui haciendo chiquita al escuchar las hojas de vida de los otros condecorados por sus trayectorias. Sin embargo, la mía es totalmente diferente, ya que en ella se refleja una actividad muy humanitaria”.
También recalcó que “el altruismo se trae en la sangre, yo empecé con esto a los 14 años. Siempre me ha gustado ayudar a los demás, eso me da mucha satisfacción, me gusta más dar que recibir”.
La fundación contempla dentro de sus acciones filantrópicas, cinco áreas principales: ecología, asistencia social, desarrollo comunitario, crecimiento laboral, cultura y conocimiento, a través de las cuales procura un entorno que fomente la calidad de vida dentro y fuera de las instalaciones tanto para los colaboradores como para otros miembros de la comunidad, logrando así que el Grupo Pueblo Bonito sea un pilar social, pero principalmente se ocupa de los más desprotegidos, en Mazatlán y Los Cabos.
“Con la fundación tengo 15 años y han sido muchos momentos muy emotivos porque ayudamos especialmente a adultos mayores y niños con parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down, y en el camino te vas encontrando con familias con muchos problemas reales, gente con carencias, pero que siempre tienen una sonrisa en los labios para ti, lo cual deriva en sentimientos emotivos”, explicó Coppel.
Cuando Coppel entró de lleno en el mundo del altruismo, nunca lo hizo para recibir premios, medallas, reconocimientos, nada; por ello agradece a Dios todo lo que le ha dado y en reciprocidad, “hay personas que tienen mucho dinero y no mueven un solo dedo para ayudar al prójimo; me sentiría culpable. Yo tengo que regresar algo de lo mucho que Dios me ha dado”.
Durante el evento estuvo rodeada de sus seres queridos, “no a cualquiera le dan ese premio, tienes que ser una persona de una conducta intachable, recto, sin una manchita en tu hoja de vida. Así que me siento muy orgullosa de que llegaran a la conclusión de que lo merecía y ese es un gran reconocimiento por estar siempre al frente de mi fundación, donde soy pieza angular porque no es lo mismo que mande a mis asistentes a que esté presente”, finalizó la Doctor Honoris Causa.