Por Belem Hernández
Pensar en Durango hace que la imaginación vuele, que llegue a los paisajes del norte, que el ambiente se llene de un aroma amaderado y que el temor por los alacranes quede atrás. Este, el cuarto estado con mayor extensión territorial de México sorprende al que lo visita y lo descubre por su riqueza cultural, naturaleza incomparable y gastronomía, una suma de elementos que te hará retroceder en el tiempo.
Un paseo en tranvía es ideal para comenzar a recorrer Durango, sobre todo sus barrios principales , Analco, Tierra Blanca, Remedios y Calvario; luego, desde el Teleférico -a una altura máxima de 100 metros en caída libre- podrás apreciar una vista inigualable de la también llamada Victoria de Durango.
Cuna de personajes ilustres, como Francisco Villa, los hermanos Revueltas o Dolores del Río, Durango sorprende por su espectacular cielo azul que se funde con la cantera resplandeciente de sus templos y 747 monumentos históricos; todo ello concentrado en el espectáculo nocturno “Historia de luz y sonido” proyectado en el mural del Centro de Convenciones Bicentenario.
De arquitectura ecléctica, la Catedral Basílica Menor, edificada en honor a la Inmaculada Concepción, es una parada obligada para los visitantes. Su construcción comenzó en 1685 y finalizó en 1844. En su interior aloja la Galería Episcopal con obras invaluables de Juan Correa que datan del periodo novohispano, lienzos de José de Ibarra y Miguel Cabrera, piezas únicas como el Tenebrario de la edad media y esculturas de Benigno Montoya.
En sus diversos altares neoclásicos labrados en cantera, la catedral resguarda reliquias que son destapadas en la de “Todos los Santos” durante los primeros días de noviembre; además, tiene la que es considerada como la segunda sillería en el país con mayor ornamentación.
Con 12 museos y galerías de arte ubicados en el corazón de la ciudad, resalta el Expalacio de Gobierno, ahora museo dedicado a Francisco Villa, en el cual la interacción con los visitantes es prioridad para conocer la vida del Centauro del Norte.
El museo recibe cerca de tres mil visitantes al mes. El inmueble construido a finales del siglo XVIII por el minero José de Zambrano, se transformó en el año 2013 en un lugar de exhibición, en el cual los visitantes conocen la vida revolucionaria y privada del caudillo en un recorrido por 13 salas.
La gastronomía es un pilar fundamental de Durango, pues conjuga la cocina tradicional surgida hace 455 años con la fundación, los sabores del mezcal y las mezclas más actuales, de la cerveza artesanal. El chile seco da la sazón al asado rojo y caldillo durangueño, mientras que el agua de tuna y pinole refresca la garganta del caminante. Para los arriesgados los alacranes, aperitivos acompañados de un buen mezcal de Nombre de Dios o cerveza hecha con manos durangueñas dan el plus al viaje.
Si tu paladar es delicado, puedes degustar las tradicionales gorditas de diferentes guisos, sin dejar de lado el queso, requesón y cuajada, mientras las pupilas se deleitan con la belleza de la Fundidora de la Exhacienda La Ferrería.
Aventura al viejo oeste
A más de 100 kilómetros de la ciudad la sierra se hace presente en el centro ecoturístico El Salto del Agua Llovida. La tirolesa de 125 metros de caída libre brinda a los aventureros la explicación del nombre de la cascada de 85 metros, que se conforma con los arroyos Las Playas y El Infiernillo, ya que, al chocar los vientos del suroeste con la caída del agua, se forma una brisa que baña a los visitantes y asombra con su arcoíris.
La cascada es una reserva controlada en donde no pueden estar más de 100 personas por día. El verde de las guacamayas, los venados cola blanca, jabalís y en algunos casos pumas pueden ser vistos por los ciclistas que disfrutan de la naturaleza, los senderistas o simplemente por los amantes de la sierra y el olor a pino y lluvia.
Si lo que se desea es pasar un fin de semana al puro estilo del viejo oeste, el malvado Tom Hanson Parker da la bienvenida al parque temático Paseo del Viejo Oeste, que en 1954 nace como set para el film Pluma Blanca y ahora la aventura de la bonanza llega cada fin de semana con tres espectáculos en tres pueblos diferentes.
Los vaqueros y apaches entablan una disputa, mientas son observados por las miradas atónitas de chicos y grandes para estallar en aplausos con los sensuales bailes de las cancaneras, mientras degustan una rica cerveza artesanal.
PARA SABER
Durango significa “más allá del agua” en Náhuatl.
ANTÍDOTO
En una casona de la calle Constitución, Isauro Venzor y Carlos León de la Peña descubrieron el suero antialacránico.