MAZATLÁN. Para el empresario Ernesto Coppel, ser mazatleco es un gran orgullo. En esta tierra que lo vio nacer cumplió la mayoría de sus sueños, sin embargo, dice que hay mucho por hacer y urge dar a conocer al mundo que Mazatlán existe y que comienza a haber un cambio, del cual, él forma parte importante.
“No importa que haya estado desatendido mucho tiempo, o retrasado… si es feo o bonito… si hay buenos y malos… siempre hay que sentirse orgulloso de la tierra en que naciste y yo estoy muy orgulloso de ser mazatleco”, dijo Coppel durante un recorrido por el Gran Acuario Mazatlán, Mar de Cortés que abrió sus puertas en mayo de este mayo y que es parte de la reactivación del puerto.
“En cuanto tuve tres pesos volteé a ver la ciudad, la rebasaron todos los demás y a mí me duele eso, porque es mi tierra y la quiero. Hace tiempo, me encontré a un amigo que estaba con el patronato arqueológico de México, y le pregunté “¿oye y debajo de esta tierra hay piezas? Y me contesta “está lleno de piezas, está infestado, te las pueden prestar”, y dije pues hagamos un museo”, narra el empresario y propietario de los hoteles Pueblo Bonito, en un documental donde cuenta los inicios del proyecto.
En la memoria gráfica, Guillermo Cerezero, director del proyecto del acuario, describe la forma en que surgió la idea de este concepto pensado en beneficio de la sociedad mazatleca. “Ernesto me decía que quería impulsar un proyecto para un museo y le dije ¿por qué un museo? Y me contestó, ‘porque hacen falta espacios de cultura, de aprendizaje, donde las familias de Mazatlán puedan llevar a sus hijos para que conozcan cómo nació Mazatlán, su historia, por qué estamos aquí, cómo nos forjaron, además, los turistas cuando llegan a una ciudad lo primero que hacen es ir a los museos, tengamos un museo’, y me invita a compartir esta idea de buscar cómo llegar a nuestra ciudad para que tengamos una mejor convivencia y una mejor sociedad, a su manera me dijo’ hay que hacer un museo chingón y tú te encargas’”.
En el video el empresario Coppel cuenta cómo reunió a un grupo de mazatlecos que con su apoyo se dio forma al proyecto.
“Formamos el grupo Unión Mazatlán y entre todos pagamos el proyecto, el cual fue desarrollado por el arquitecto Fernando Romero para que se realizara en el Parque Central”.
Elegir el sitio donde se debía erigir la obra fue todo un reto, “buscamos muchas alternativas y dijimos, aquí, porque es el centro urbano de la ciudad de Mazatlán. Esta zona que existía desde hace 65 años, tenía un lago que ahora Mazatlán ha recuperado. Los motores que nos acompañaron en la definición de lo que hoy Parque Central, fueron Marinela Sertvije en la inspiración, Roberto Díaz en la proyección de lo que es un proyecto urbano y Ernesto Coppel en la concepción global y en la aportación del dinero", describe Guillermo.
El museo cuenta con lago, gran extensión de espacios verdes, puentes que conectan la calle con el parque, pero al final de su concepción, sus creadores pensaron en la idea de complementarlo con un acuario.
Cerezero, dice que platicó con Ernesto sobre que del otro extremo del museo, había un acuario que ya tenía muchos años, “en ese entonces nos dijo Quirino Ordaz (exgobernador de Sinaloa) hay que hacer un proyecto APP (Asociación Público-Privada) para bajar recursos pero nunca ha habido una App mixta, pero me comprometo a buscar los recursos, pero ustedes comprométanse a convencer a quienes logren dar ese recurso, de que este es un ben proyecto”.
Así se dio paso a la creación del acuario, y la encargada del concepto del espacio, fue la reconocida arquitecta mexicana Tatiana Bilbao.
“Cuando veo que Qurino consigue el dinero, me di cuenta que el proyecto costaba el doble que el otro (el museo). El gobierno ponía 600 millones para los mil 200”, dice Coppel.
Cerezero cuenta que logró convencer a los creadores del Acuario Inbursa para la inversión, pero en el momento que se entregan los planos a Tatiana, la arquitecta pidió aumentar un diseño extra al original. “Pensamos que se trataba de una pared o el color, pero hizo otro proyecto… y ahí vamos otra vez, entonces tuvimos que decirle a los inversionistas que les presentábamos un proyecto mejor que el anterior. Había que ser muy buenos para entender, explicar y justificar”.
“Pero cuando ya teníamos todo listo, los inversionistas del Acuario Inbursa se retractaron y dijeron que siempre no, que eran muchos millones y así pasó con otros inversionistas. Hasta que tuve que hablar con Ernesto Coppel, y me dice ‘¿estás seguro que va a ser un antes y un después para Mazatlán?’, y le dije, estoy seguro”.
Al respecto Coppel confiesa que, “nadie quiso participar, decían que no había dinero, que no le entraban a eso y mi conciencia me llevó a aceptar el reto y me metí a buscar los recursos, pero ya había una diferencia de precios y todo lo tuve que absorber yo pidiendo prestado. El acuario iba a costar mil 200 millones, el gobierno aporto 580 y medio casi la mitad, la otra mitad la conseguí yo. Conseguí préstamos, estaba decidido a hacerlo, di mi casa en garantía donde vivo en Los Cabos, es una casa muy bonita y grande, tuve que poner mis seguros de vida en garantía, no sé por qué mi esposa no se ha separado de mí. Ya me hubiera dejado. Pedí prestado a mi empresa, di un mundo de terrenos para cubrir garantías de préstamos que estaban aprobados, después vino la cereza en pastel, la pandemia y se encareció todo”.
En ese momento el empresario de 76 años se sentía desolado. “Nadie creyó en el proyecto, me sentía abandonado, como un náufrago en una isla desierta, nadie me apoyó, pero finalmente logré conseguir los recursos, el gobierno me dio 585 millones pero me obligaron a pagar una supervisión de obra de 150 millones, y 26 por ciento de interés, y yo les dije tenemos a los mejores ingenieros, ¿por qué hay que pagar eso? No me gustó nada ese asunto”, dijo Coppel en conferencia de prensa previo al recorrido.
La arquitecta Bilbao creó un concepto como si fuera una Antártida emergiendo del fondo del mar, “por eso de las paredes de su entrada emerge agua y aparecen simulaciones de especies a manera de fósiles incrustadas en ellas”, describe Coppel.
Para lograr tener especies marinas y el resto del contenido que estuviera relacionado sólo con el Mar de Cortés, en exhibición, había que contratar al mejor equipo, equipos profesionales, gente local, regional, o de cualquier parte del mundo.
De esta forma, expertos de Turquía, Japón, Dinamarca, Portugal, España, trabajaron en conjunto para entregar una experiencia excepcional.
El edificio cuenta con más de 350 pilas de cimentación, con una profundidad de 21 metros y destaca una estructura circular que da acceso al interior. Todos los materiales como el concreto, quedaron aparentes y sin pintura en superficies.
Finalmente, desde su apertura en mayo 2023, el acuario “cuenta con más de 200 especies, alrededor de cuatro mil animales en total. No quiero sonar como si estuviera comparando a otros acuarios del mundo, pero hay algunos que dicen tener 14 mil especies o cosas así, pero no tienen especies tan grandes como las que tenemos aquí”, afirma Aaron Sprowl, director de operaciones del acuario.
Actualmente, el acuario se encuentra resguardado por Simon Norris, director general y Rafael Lizárraga, director ejecutivo. La inversión final fue de mil 800 millones de pesos.
Con casi cinco millones de litros de agua salada en sus diferentes exhibiciones, los visitantes podrán conocer especies del mar abierto, arrecifes y costas.
Además pueden admirar los hábitats de más de 350 especies y aprender en un recorrido, partiendo de costas y hasta el mar profundo, conociendo tiburones, caballitos de mar, tortugas, medusas, corales, entre otros. Cuenta con 19 salas ambientadas en espacios abiertos y cerrados con instalaciones de clase mundial.
Funciona como institución científica basada en programas de investigación bajo las temáticas, Océano Inspirador, Salud de los Océanos y economía mundial, Bienestar Animal y Resiliencia y cambio climático.