El Día Mundial del Perro es el momento para agradecer a las compañías peludas con las que cohabitamos el planeta y al mismo tiempo, hacer conciencia sobre cuántos de ellos tienen casa o viven abandonados a su suerte. Por ejemplo, Repollo, un perrito que encontré en la calle, y ahora está por cumplir cinco años de conmigo, en familia. La celebración de nuestra historia y en este contexto, del día que conmemora a los caninos, sucedió en la playa. Conocimos juntos el mar en el hotel Pierre Mundo Imperial de Acapulco, ya que es dog friendly.
Repollo cumplió con las especificaciones para asistir a un hotel: pesa menos de nueve kilos y es sociable. Aunque no lo voy a negar, como un perrito que pasó tiempo en la calle, es algo miedoso y muy nervioso al separarse de su hogar, en especial de su cuidadora principal,nuestra mamá. Para este paso, primero fuimos al veterinario para que reforzará su esquema de vacunación y recibir indicaciones sobre cómo llevar a un perro a la playa. Desde la exposición del sol, su piel, tipo de pelaje y color, hasta el cuidado correcto de sus patitas al contacto con la arena y otras superficies calientes. Muy importante, también hay que evitar los golpes de calor con una hidratación adecuada.
Puede parecer un perro muy consentido, pero siempre he tratado de mantener a su “perrunidad” lo más presente posible. Repollo es un perro friolento, tiene buen pelaje y desde que llegó al hogar, lo tiene abundante y rizado; sin embargo, en temporada de lluvias y frío, suele exigir que le ponga un suéter –de verdad–, es uno ligero. Sinceramente, los últimos meses de calor infernal en la CDMX no lo necesitó y ahora que viajamos a Acapulco, mucho menos. Todavía siento que es su clima ideal, estuvo muy cómodo incluso al sentir el agua, le gustó ya que no sentía frío. Desde entonces le decimos que es acapulqueño, al entrar a la ciudad de vuelta, sintió el cambio.
¿Qué debo tener en cuenta para llevar a mi perro a la playa?
Acapulco es un lugar al que puedes llegar por transporte terrestre o en avión, está vez se hizo un viaje en carretera, sinceramente ha sido el más prolongado que ha hecho este chiquitín. Lo más difícil fue controlar sus nervios por separación, habíamos dejado la casa y quizá no estaba tan seguro de volver. Se hizo una pequeña parada en pits para que pudiera hidratarse, caminar un poco y realizar sus necesidades. Repollo siempre usa pechera para salir de casa junto con su correa, esta vez la elegida fue una que parece un chaleco, la cual también le ayudó con la experiencia del mar, de alguna forma lo hace sentir seguro y no lástima su cuello.
Al llegar al hotel Pierre Mundo Imperial, la bienvenida fue para ambos. Nos otorgaron la llave de nuestra habitación y pudimos ver a los alrededores hay platos y bebederos para él, así como las camitas; además, tienen la oportunidad de estar en los restaurantes. En las albercas aplican restricciones y en primera instancia ningún perrito estaba dentro de ellas. De los lugares favoritos, donde se pudieron divertir mucho fue en los jardínes enormes y verdes, así como en una zona para correr. Ahí pudieron hacer sus necesidades. Por supuesto, siempre hay que llevar bolsas. Una de las reglas más importantes del hotel es que tu perrito no puede andar sin correa en ninguna área, solo en la habitación.
La experiencia en hotel que acepta perros
Existen actividades para hacer en conjunto, ya sea un rally o una meditación. Repollo es un perrito joven pero adora dormir; durante el rally corrió muchísimo y durante la meditación decidió dormir. Con esta experiencia supe más de él porque estuve más al pendiente, esto es muy importante. Aquí no te puedes despegar ni un segundo a tu mascota, para los que están acostumbrados a los perrijos, no es problema, así es siempre. Era un entorno que mi perrito no conocía entonces no tenía las facilidades para dejarlo dentro de la habitación ni 15 minutos, no por miedo a un desastre, más bien porque se la pasaría llorando. Los que tuvieron menos dificultades fueron los perritos que viajaban con dos personas, así se van turnando los cuidados. Durante la estancia podíamos utilizar el elevador, aunque preferíamos las escaleras.
Nuestra primera impresión de la habitación fue la increíble vista al mar que teníamos a través del balcón, y la ventana de un costado nos daba un panorama más amplio de la playa. La brisa matutina fue memorable, y en general, durante el día el aire en conjunto con las olas del mar se combinaban, este fenómeno también fue algo disfruto mucho este chiquitín que por supuesto, entró en modo exploración. Además de la cama principal, un sofá cama y un taburete… sí, estaba una cama de perrito, que sinceramente, Repollo no peló. Le gustan los lugares altos para descansar y más en los que están sus humanos, pero se agradece el detalle. Asimismo se encontraba un plato para alimento y otro para agua, así como un kit; bolsas para heces, aceite relajante y una crema para sus patitas. Todo esto acompañado de la carta que podía degustar, había verduras, carne o caldo de pollo, variedad.
Para ser un lugar ajeno a la rutina de mi perrito, mientras yo estuviera ahí, él lucía como en casa. Al dejar nuestro equipaje, bajamos a desayunar al buffet en La Terraza. Los espacios están bien distribuidos y no es difícil andar con él, le ofrecen comida y agua. Disfruté mucho la parte de parrilla para el desayuno, están todos los clásicos; huevos, quesadillas, chilaquiles, fruta, hot cakes y waffles, no decepciona y es muy cumplidor. La comida la hicimos en Bar Pierre; el caldo de camarón, los tacos de pescado, las hamburguesas y las papas destacan. Durante la noche, el aclamado Tabachin; el restaurante galardonado con cuatro diamantes de la AAA, aquí se disfrutó mucho de la ensalada de higos, así como el salmón glaseado y la créme brulée. Repollo devoró la carne molida con zanahoria y calabaza, además de su consentido, caldito de pollo. Para comer recomiendo totalmente los exteriores, sí por el calor pero también por cualquier necesidad que le surja a nuestros compañeros peludos.
Cómo hacer el acercamiento de tu perro al mar
Sin duda era la actividad que más emocionaba hacer con Repollo, sé que no es el más fan del agua, e incluso me daba miedo que las olas lo pusieran muy nervioso. Lo primero fue cargarlo para que solo pisará la arena húmeda, ya que el sol seguía un poco fuerte. El ruido de las olas es algo imponente pero no vi signos de que quisiera irse o que quisiera que lo cargarán, así que continúe con un paseo en la orilla del mar; nos acercamos poco a poco al agua.
La primera vez que lo intentamos no nos fue tan bien, una mini ola como él casi lo revuelca, aunque su primer instinto fue nadar. Todo esto se hizo desde la seguridad de su pechera y correa. Algo que me conmovió es que este perrito convive con otros dos en casa, por lo que nunca está solo, aquí encontró una amiguita playera, no sabíamos si tenía familia pero es igual a Almendra –otra de mis perritos–. De inmediato comenzaron a jugar y ella quería que le soltará la correa para poder correr.
Cuando un perrito deja la calle es un contraste enorme, aunque muchas veces cuentan con secuelas de por vida. Repollo es algo nervioso y le teme al abandono, algunas veces más y otras veces menos, su encuentro con esta perrita playera fue muy bonito; nos acompañó al hotel y casi al llegar, ella decidió tomar otro camino y seguir su rumbo en la arena. Repo tomó un mini baño de enjuague para quitarle los restos de la arena y con su toalla se secó un poco. Es de las veces que más relajado lo he visto. El segundo día que fuimos al mar lo hizo con más éxito, ya no tenía tanto miedo a las olas y podía acercarse a sentir el agua; también entiendo que por su tamaño, cualquier ola le parezca algo inmenso.
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Qué actividades hacer con tu perro en la playa
Algo que disfrutamos mucho en conjunto fueron las puestas de sol; una nos tocó en un camastro frente al mar y nuestro balcón, la última fue durante la meditación. Repollo veníamos muy relajados después de haber visitado el mar y jugar un poco. No voy a mentir, creo que los dos nos dormimos. Escuché que otros perritos estaban un poco inquietos o que simplemente estaban ahí reposando, pero nosotros dormimos una siestita. El espacio lo ameritaba; teníamos el sol metiéndose y la vista al mar, además la sesión fue con cuencos, sonoramente fue muy relajante.
Algo que amé con locura de mi suite, fue la bañera. El poder meterte y disfrutar un buen baño lo es todo; es un encuentro diferente con el agua, a mí me trae recuerdos de infancia en los que me bañaban en tina. También aproveché y le di un baño a Repollo una noche antes de irnos; le proporcione un masajito con jabón y agua tibia. Creo que ha sido de los baños más placenteros que ha tenido en su vida, cayó rendido.
La actividad más agotadora del viaje pudo ser el rally, en el cual las personas terminamos sumamente cansadas, correr bajo el sol no es tan divertido, pero mi perrito corrió mucho y eso le gustó, además de la convivencia con otros perritos. Particularmente esto, el poder convivir con otras personas que también los llevan es fundamental, te sientes parte dé; una integración que también tiene sus responsabilidades. Aquí diría que fue un viaje enfocado en Repollo porque así lo quise yo; quizá lo consentí más de lo acostumbrado pero precisamente, el viaje es para eso y sí puedo dejarle esta experiencia en su corta vida, lo hago con gusto.
Viaja con tu perro a Acapulco
Como verdaderos curiosos, Repollo y yo tuvimos varios momentos de exploración en el hotel. En algún punto también pude entrar a la alberca mientras él descansaba en un camastro donde podía verme. Caminamos mucho tanto dentro como fuera de las instalaciones, él estaba encantado de hacer eso, dar paseos prolongados. Usualmente en la ciudad, tiene un instinto de escapista pero en esta ocasión no le noté ese impulso, al contrario, quería estar todo el tiempo conmigo. Su comportamiento fue otro en diversos sentidos, él sabía que era otro lugar pero no tenía certeza de cuánto era el cambio.
Lo que más me sorprendió, por la reacción de Repo, fue el recorrido que tuvimos en un carrito de golf. Mi perrito amó cada segundo del recorrido porque la velocidad hacía que hiciera mucho viento y él estaba contento de ver tanto; sin una ventana de intermediaria. Atravesamos el campo de golf del lugar, además vimos el estadio sede del Abierto de Acapulco, en el se esperan conciertos destacados a lo largo del año. También vimos parte de las secuelas que aún existen en Acapulco tras el huracán Otis, palmeras caídas y sobre todo, la reconstrucción de varios hoteles; en particular la del emblemático Princess, el cuál además será remodelado.
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Viajar con tu perro es algo que recomiendo y entre más se acostumbre a este tipo de experiencias, mejor. La primera vez puede ser un poco caótica si no conoces muy bien su temperamento o simplemente porque es un ser vivo que tiene necesidades cambiantes. Aquí mismo, en el Hotel Imperial, dicen que durante la temporada de vacaciones de invierno, con la casa llena, han podido integrar a 100 de estos peluditos, como el espacio es tan grande, casi no se ven pero sí se hospedan. Ellos también son parte de la familia y a veces dejarlos a cuidado de terceros no es la opción porque tienes el deseo de compartir con ellos.