Una cita a ciegas en medio de un bosque húmedo en Nanacamilpa, Tlaxcala, después una llovizna. Una cita a oscuras en la que poco a poco aparecen estrellas fluorescentes, que flotan y bailan entre los árboles mientras nosotros observamos en silencio, espías, maravillados de lo que observan nuestros ojos. Un poco así es lo que se siente ver a las luciérnagas endémicas de este pueblo tlaxcalteco durante su temporada de apareamiento, en la que se adentran entre encinos para enamorarse, reproducirse, dar “a luz”, mucha luz y después morir en la misma tierra que las vio iluminarse por primera vez.
Las hembras tienen las alas más cortas que los machos y ellos son los que dan el mayor espectáculo después de que los órganos lumínicos, células y una sustancia llamada luciferina (ubicadas en su abdomen) se combinan con el oxígeno, generando una reacción química que produce luz.
Es a mediados de junio y hasta la primera quincena de agosto cuando los pobladores de Nanacamilpa reciben a los paseantes respetuosos de la naturaleza, para llevarlos por las veredas que conducen a uno de los poco más de 30 santuarios de luciérnagas en el estado. Nosotros fuimos al que se ubica en el Centro Turístico Laguna Azul, en San Felipe Hidalgo.
Te recibe un puente colgante y un paisaje con cabañas (en las que puedes hospedarte) enmarcadas por árboles de encino y un huehue centenario —viejo feliz—, como le dicen de cariño los guías y habitantes. Las indicaciones son rigurosas: evitar ropa de colores llamativos, no usar repelente, no separarse del grupo, seguir el camino trazado y, sobre todo, no usar el celular o prender lámparas dentro del bosque porque cualquier destello podría confundir a las luciérnagas.
Desde que nos invitaron a esta experiencia teníamos claro que había que pedirle algo especial a la Madre Tierra, lluvia. El clima húmedo favorece a la aparición de esta especie. Nosotros podíamos aguantar la tormenta con el impermeable, mientras que ellas nos rodearan y abrazaran con su cálido fulgor.
La caminata comienza antes de caer la noche, poco antes de las 20:00 horas, que es cuando las pequeñas voladoras comienzan a aparecer. Sentados en las hojarascas mojadas, vimos durante 30 minutos, aproximadamente, una danza centelleante, cada más intensa; nos convertimos en cómplices silenciosos de una historia de amor que quedará en la memoria, y aunque en cuerpo dejamos la vivencia atrás, permanecerá por siempre en los recuerdos.
Elige tu experiencia
El itinerario para el encuentro con los insectos bioluminiscentes varía según la operadora; en nuestro caso elegimos a Rehiletes, que nos llevó a conocer previamente aspectos divertidos e interesantes de Tlaxcala. Comenzamos en el Pueblo Mágico de Tlaxco. Llegamos directo a la carpintería MADEM, de don Miguel Márquez Sánchez —el trabajo en madera es tradicional en la región—, quien nos enseñó el proceso y técnica que emplea en su taller a través de una impresionante maqueta de autómatas.
Además, hizo una demostración de cómo hacer un trompo y contó sobre la visita de Porfirio Díaz al pueblo. Incluso tiene una marioneta del expresidente que saluda y mueve un pie. Luego hicimos parada en la ex Hacienda Xochuca, probamos el delicioso y tradicional pulque, sopa de milpa y ximbotes (un pollo envuelto en hojas de maguey).
Después, reconocimos el aspecto religioso de Tlaxco en la Barca de la Fe, una iglesia en forma de embarcación que por fuera es de cemento y por dentro de madera; en su interior hallamos símbolos católicos y otomíes, obra del sacerdote-arquitecto, Arnulfo Mejía Rojas.
15
de agosto es la fecha en la que termina la temporada de avistamiento
SABÍAS QUE…
Las luciérnagas son de la familia de los escarabajos
PARADA EN HUAMANTLA
Aquí puedes aprender a elaborar sus emblemáticos tapetes con aserrín, arena y piedras de colores, asistir al Museo del Títere o probar los helados callejeros del Hombre de las Nieves. Más detalles en rehiletes.com
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