Es la prenda por excelencia para clases pudientes pero también paño de los humildes. Ha “envuelto” a grandes figuras de la cinematografía, como María Félix y Dolores del Río. Inmortalizado musicalmente por Lola Beltrán y Estela Núñez, es ícono de nuestra cultura, lienzo donde se ha escrito la historia de las mexicanas.
Se trata del rebozo de seda, cuya elaboración artesanal se mantiene en el pueblo mágico de Santa María del Río, en el céntrico San Luis Potosí.
“Este atavío en sus modelos cotidianos o de gala es el emblema de la cultura mexicana”, destaca la Antropóloga Yolanda Rivera, quien forma parte del equipo de especialistas que conforman la Casa del Rebozo, único museo en el mundo dedicado a la preservación, promoción y divulgación del rebozo mexicano.
“Esta prenda ha sido la fiel compañera de la vida cotidiana de la mujer mexicana durante generaciones, cumpliendo tres funciones: cubrir el cuerpo, así como embellecerlo y cargar objetos y/o personas”.
El rebozo de seda se utiliza en eventos de gala y reuniones sociales, pero también como abrigo, monedero, pañuelo, lienzo para bautizar y cuna, “la prenda abraza a su dueña”.
MANOS MÁGICAS
El rebozo es eterno, permanece gracias al talento de las manos mágicas de sus artesanas y artesanos en Santa María del Río, lugar donde el rebozo se reinventa, sin perder su esencia, ni su identidad.
“Amamos lo que hacemos” refiere doña Martina Hernández, notable artesana que con paciencia, dedicación y cariño los elabora. Es cuarta generación de tejedoras.
En artísela un rebozo se puede elaborar en treinta días de trabajo. En Seda, como el hilo es muy fino, son al menos tres meses de labor. “La industria del rebozo nos ayudó a todos en nuestra economía, yo lo aprendí de mis padres y ellos, de mis abuelos, gracias a Dios”.
Desde pequeña Doña Martina observó cómo se elaboraban las piezas y jugaba a escondidas con los hilos con los que las realizaban. Su interés despertó a los 13 años de edad; “en el telar encuentro paz e inspiración, es nostalgia al recordar a mi madre y mi abuela; son los hilos de la vida, de mi vida; es como una conexión especial que tengo con los rebozos, amo lo que hago”. Quienes conocen de la calidad en materiales y confección de un rebozo, aseguran que el secreto para descubrir si la prenda está hecha de seda es hacerlo pasar por un anillo. Sólo los de seda natural superan la prueba.
Es Santa María del Río, uno de los pocos lugares del país en que siguen tejiéndolo en telar de cintura, a la usanza prehispánica. Actualmente, con excepción del rapacejo, el tejido que precede a las puntas, que es elaborado a mano por las especialistas, llamadas empuntadoras, cada artesano hace el rebozo de principio a fin. Hay tres categorías de confección, el tradicional como el caramelo de siete colores y el de bolitas; la categoría de los rebozos de rescate con diseños del pasado que sólo manos expertas pueden realizar, y el rebozo de innovación cuyo máximo exponente es el maestro Arturo Estrada, rebocero potosino que ha colocado el nombre de Santa María del Río en el ámbito internacional por su grandes creaciones.
CÓMO SE ELABORA
Surge de un telar de cintura. El proceso sigue siendo artesanal y dedicado. Se encanilla el hilo (devanado) qué consiste en pasar los hilos a través de la rueca para hacer carretes. La urdimbre (urdido), donde se le da la medida al lienzo al determinarse de cuántos hilos serán; 3,800 hilos para el más sencillo y hasta 5,400 para los más grandes de hasta dos metros y medio. Una vez hecho esto, se traslada a un bastidor donde el hilo se pepena, es decir, se separa según el dibujo que se va a realizar.
CÓMO LLEGAR
Santa María del Río se localiza a 48 kilómetros de la capital potosina sobre la Carretera Federal México 57, tramo San Luis Potosí - Querétaro; colinda con Guanajuato.