Hojas de papel volando
“¡Cabrones, creen que la Revolución se hizo con canciones!” reclamaba airado don Renato Leduc cuando comentaba sus andanzas como telegrafista en las tropas de Pancho Villa durante el movimiento armado.
Él era muy joven y fue a parar ahí por azares del destino; vago que era y que fue toda su vida. Y ahí conoció a Villa y al “Güerito”, como dijo que le decían a John Reed, aquel famoso periodista que se metió entre las tropas villistas y de donde surgió aquel fenomenal libro-crónica: “ México insurgente”, ni más ni menos.
Pero aquello no era un asunto de canciones, de corridos y de heroicidades pensadas para ser parte de los libros de historia mexicana. Había entre aquellos hombres vocación, ímpetu, coraje y ganas de que las cosas cambiaran aquí, de uno u otro modo, o como escribe John Womack Jr. en su libro “ Zapata y la Revolución Mexicana”: Es la historia ‘de unos campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo, hicieron una revolución”. El no querer cambiar significaba que les devolvieranlas tierras que les habían quitado los hacendados.
Pancho Villa tuvo ideas del tipo social ciertas. Creía en la educación como fundamento de todo cambio y sentía un gran respeto por los maestros; decía que la tierra debería ser trabajada por los campesinos, agricultores y gente del pueblo para su sustento; quería grandes granjas del tipo comunal en donde todos se ayudaran y produjeran su ingreso y su sustento.
Cosas de la vida lo hicieron huir de Durango y refugiarse en Chihuahua, cambiarse de nombre y comenzar una ruta que él mismo no entendía al principio pero que poco a poco se fue consolidando porque era un hombre inteligente, sagaz, astuto, terriblemente cruel cuando ‘le veían la cara’ y extremadamente generoso con sus amigos y con su gente. Mujeriego también y muy sensible: Lloraba cuando algo le tocaba el corazón, como cuando en 1913 tuvo que asistir al funeral de Francisco I. Madero y no pudo contener el llanto. Así era Pancho Villa.
Villa se definía a sí mismo como: “Soldado del pueblo y caudillo de mis soldados, servidor sincero y desinteresado de mi patria y de mi pueblo, leal hasta la muerte a mis jefes y a mis compañeros, el más alto sentimiento de patriotismo guía todos mis actos, patriota sincero y compañero ideal: Esos son los únicos títulos que sí reclamo, porque me pertenecen, porque he sabido conquistarlos al precio de mi sangre y de mis constantes esfuerzos.”
En 1915 tuvo diferencias con Venustiano Carranza por razones de ideal revolucionario, por estrategias militares, por idea de nación, por malos entendidos, por el carácter de cada uno; por traiciones soterradas y tanto más que llevaron a que Villa tomara las riendas de la defensa de la patria, porque en eso creía. Y a su modo lo hizo.
Esto es: Cuando la confrontación entre Carranza y Villa se habían acentuado, cuando uno y otro se atacaban militarmente, cuando para Carranza todo era negociación y enjuagues, ahí estaba la política intervencionista del gobierno de Estados Unidos; su presidente entonces: Woodrow Wilson
El mismo que durante mucho tiempo le había garantizado a Villa todo su apoyo y su reconocimiento. Esto porque lo veía como ‘un sólido amigo de EUA’, lo que significaba que –según él- defendería los intereses de su país; pero Villa repudiaba a “los gringos” e intentaba llevar la fiesta en paz no atentando en contra de sus bienes en México y porque necesitaba el abastecimiento tanto de armas como de municiones, alimentos y de apoyo estratégico.
Friedrich Katz, el gran historiador y biógrafo de Villa escribió: “...Lincoln Steffens escribió: Todos [en Wall Street] estuvieron de acuerdo en que el hombre escogido era Villa ¿Sus razones? ‘Bueno, vea usted, hemos tratado a ambos, y Carranza, el muy..., no podemos hacer nada con él. No escucha razones. Es obstinado, de mente estrecha, orgulloso como un diablo. En cambio, Villa... usted no debe tener la idea de que sólo porque es un bandido, no es bueno. Lo hemos visto y él está bien...”
Pero los estadounidenses jugaban a dos caras. En 1915-16 Wilson veía la confrontación entre Villa y Carranza, y quiso sacar raja apoyando a uno y aotro según sus intereses.
Pero Villa se molestó por las propuestas “indignas” que, según él, le habían hecho los estadounidenses para otorgarle su reconocimiento, a lo que él –dijo luego- se negó de forma rotunda. Pero esas mismas propuestas las reconoció luego en la negociación que –según él- hicieron con Carranza (de esta negociación no hay evidencias históricas) y, por tanto, consideró que estaba frente a una traición a la patria...
Según sus cálculos, era del interés de “los gringos” hacer de México un protectorado primero y después hacerse del país y ‘por eso le habían ofrecido ese acuerdo secreto.’ Este argumento siguió aún más insistente luego de que el gobierno de Wilson reconoció a fines de 1915 a Venustiano Carranza como gobierno y como interlocutor con México.
Por esos días Carranza y Villa tuvieron a una batalla militar en Sonora, para lo cual, los estadounidenses permitieron que las fuerzas carrancistas pasaron por su territorio y así atacar a las fuerzas de Villa. Éste se sintió traicionado por ambos, por Carranza y Wilson, y acusó que su fracaso en Sonora se debía a ese movimiento y a esa traición.
Así que el 21 de noviembre de 1915, Pancho Villa ordena publicar en su periódico “ Vida Nueva” lo que consideró ese Acuerdo entre EUA y Carranza: “... un préstamo de 500 millones de dólares y el permiso para que las tropas de Carranza cruzaran el territorio de Estados Unidos: El precio para estos favores es, simplemente, la venta de nuestro país por el traidor Carranza”. Adelante Villa enumeraba lo que, dijo, era el Acuerdo que le habían ofrecido a él y que no lo aceptó porque era traicionar a México. Y era:
“a) Amnistía para todos los presos políticos; b).- Una concesión por 99 años que otorgaba a Estados Unidos derechos sobre la bahía Magdalena, Tehuantepec y otra región no nombrada, situada en la zona petrolífera; c).- Que los puestos de Secretario de Gobernación, Relaciones Exteriores y Hacienda, fueran ocupados por personas que tuvieran el apoyo del gobierno de Washington; d).- Todo el papel moneda lanzado por la Revolución sería consolidado después de consultarlo con un representante nombrado por la Casa Blanca;
“e).- Todas las reclamaciones justas hechas por extranjeros, debidas a daños causados por la Revolución, serían pagadas, y todas las propiedades expropiadas debían ser regresadas a sus dueños; f).- Ferrocarriles Nacionales de México debían ser controlados por un consejo directivo en Nueva York, hasta que las deudas fueran pagadas a este consejo; g).- Estados Unidos a través de los banqueros de Wall Street, otorgarían un préstamo de 500 millones de dólares al gobierno mexicano, que sería garantizado por el derecho a la retención del tesoro, con un representante del gobierno de Estados Unidos que supervisara el cumplimiento de México; h).- el general Pablo González sería nombrado presidente provisional y citaría a elecciones en el cuso de seis meses”.
Pero Villa también traía en el buche el chanchullo que un comerciante gringo, Samuel Ravel, le había hecho con la venta de armas y municiones en mal estado en una operación millonaria...
Eran las 4.45 de la mañana del 9 de marzo de 1916 cuando un grupo de villistas, encabezados por el mismo General Villa, irrumpió en Columbus, Nuevo México, EUA. Eran 589 hombres de caballería que iniciaron la batalla al grito de “¡Viva México! ¡Mueran los gringos!”.
El ataque duró seis horas. Los soldados de Villa capturaron 80 caballos, 30 mulas y 300 fusiles, incendiaron un hotel y causaron bajas a ocho militares de Estados Unidos y diez civiles. No encontraron a Ravel, que estaba fuera del lugar. Murieron 77 villistas. A las 7.30 de la mañana siguiente las tropas de Villa regresaron a México.
Unos días después, el 14 de marzo, Estados Unidos respondió enviando a México una expedición punitiva encabezada por el general John J. Pershing, formada por 4,800 soldados, los que más tarde serían diez mil, con las órdenes de Wilson de capturar a Pancho Villa: “Vivo o muerto”. Nunca lo capturaron, la expedición duró hasta el 5 de febrero de 1917 cuando regresaron sin Villa y sin éxito.
“Cuántos jilgueros y cenzontles veo pasar, pero qué tristes lloran esas avecillas; van a Chihuahua a llorar sobre Parral donde descansa el general Francisco Villa...”
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