Entre 1964 y 1985, en México se dieron toda clase de violaciones a derechos humanos tras la Guerra Sucia del Estado Mexicano, el cual aterrorizó, encarceló, torturó, desapareció y asesinó a todo aquel que le representará "una amenaza de revolución social". Fue así que el 2 de octubre de 1968 el Ejército Mexicano cometió un crimen atroz contra estudiantes, civiles y vecinos que estuvieron en aquella trágica noche en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
1968 es recordado como un año de protesta social no sólo de estudiantes, sino de múltiples sectores sociales como médicos, obreros, sindicalistas, ferrocarrileros, intelectuales; los cuales por distintas razones levantaron la voz en contra del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien entre sus objetivos tenía como misión mostrar un México próspero y alineado a los intereses Occidentales, por lo que tener revuelo social le representaba un problema, todo esto en un contexto mundial de Guerra Fría.
Cabe mencionar que los movimientos estudiantiles y sociales no fueron hechos aislados, pues en 1968, alrededor del mundo hubo protestas estudiantiles en Francia (manifestaciones en contra de la sociedad del consumo, del capitalismo) y Estados Unidos marchas contra la guerra de Vietnam), a las que estudiantes y distintos gremios de México se sumaron por motivos propios de la situación social del país.
¿Por qué hubo protestas estudiantiles en México en 1968?
Todo inició el 22 de julio de 1968, cuando policías reprimieron una riña entre alumnos de la Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la preparatoria particular Isaac Ochoterena. La respuesta de las autoridades fue desproporcionada, pues irrumpieron a las vocacionales 2 y 5, situación en la que agredieron a profesores y alumnos.
Ante tal hecho de violencia, tres días después, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se declaró en huelga indefinida. Esto no detuvo la violencia, incluso marcó el inicio de una represión estatal que violó múltiples derechos humanos.
La represión continuó y empeoró, el 26 de julio, día en que estudiantes de la UNAM realizaron un desfile conmemorativo del ataque de Fidel Castro al cuartel Moncada, la cual coincidió con la protesta de politécnicos quienes protestaron por los hechos de la Voca 2. Granaderos y policías agredieron de nueva cuenta a estudiantes de ambas instituciones educativas, por ello huyeron a San Ildefonso, donde se resguardaron y organizaron una defensa con piedras, varillas, apropiación y posterior quema de camiones.
Tras la represión a estudiantes del IPN, Preparatoria 2 de la UNAM y a miembros del Partido Comunista (integrada por estudiantes), el mismo día el IPN se unió al paro iniciado por la máxima casa de estudios.
Las autoridades detuvieron a más de 40 estudiantes, por lo que se realizó un pliego petitorio en donde hubo 3 exigencias:
Renuncia del general Luis Cueto Ramírez, Jefe de la policía del Distrito Federal.
Desaparición del Cuerpo de Granaderos
Indemnización para las víctimas.
Las autoridades, lejos de buscar llegar a un acuerdo, continuaron con la represión, a tal grado que el 29 de julio, el Ejército Mexicano llegó a reforzar a la policía capitalina y decidieron abrir la puerta de San Ildefonso con una bazuca.
Rector de la UNAM se une al movimiento
Tras la inaudita vulneración de la autonomía de la UNAM, el entonces rector de la universidad, Javier Barros Sierra, mostró su descontento y mandó un mensaje de consternación por el actuar del gobierno priísta de Díaz Ordaz.
"Hoy es un día de luto para la Universidad; la autonomía está amenazada gravemente… La autonomía no es una idea abstracta; es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetado por todos. En el camino a este lugar he escuchado un clamor por la reanudación de las clases. No cedamos a provocaciones, vengan de fuera o de adentro: entre nosotros hay muchos enmascarados que no respetan, no aman y no aprecian a la autonomía universitaria", dijo Barros Sierra desde la explanada de la Torre de Rectoría.
Encabezada por la firma del rector, el 31 de julio, directores de las facultades, escuelas e institutos de la UNAM, firmaron un documento que estaba fechado el 1 de agosto, el cual fue leído por el propio Barros Sierra en el campo central ante la mirada de 30 mil personas de la comunidad universitaria, entre estudiantes, profesores, autoridades y empleados.
"En ningún caso es admisible la intervención de agentes exteriores… Nada favorecería más a los enemigos de la autonomía que la acción irreflexiva. Hoy más que nunca es necesario mantener una enérgica prudencia y fortalecer la unidad de los universitarios, dijo Barros antes 30 mil personas de la comunidad universitaria", señaló Barros Sierra.
La participación del rector de la UNAM no terminó ahí, pues el 1 de agosto encabezó una marcha con aproximadamente 80 mil participantes, la cual partió desde Ciudad Universitaria hasta Félix Cuevas, regresando a su lugar de origen.
Sin ánimo de exagerar, podemos decir que se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes, más entrañables para el pueblo de México.... Jamás en mi vida me he sentido más orgulloso de ser universitarioDijo Barros Sierra
Con la consolidación del movimiento, el 2 de agosto se creó el Consejo Nacional de Huelga (CNH), con representantes de universidades como:
UNAM
IPN
Colegio de México
Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo
Normal Superior
Universidad Iberoamericana
Universidad La Salle
El gobierno de Díaz Ordaz vio con preocupación dicho encuentro universitario, y tras la marcha del 13 de agosto en el Zócalo, decidió actuar como sabía hacerlo, con más mano dura. Por lo que el 18 de agostó el Ejército vulnera de nueva cuenta la autonomía de la UNAM tomando el Ciudad Universitaria. En dicha toma se aprehendieron a múltiples personas, entre ellas Ifigenia Martínez, entonces directora de la Escuela Nacional de Economía.
La Matanza de Tlatelolco
Tras más protestas por la toma de Ciudad Universitaria y la renuncia de Barros Sierra como rector de la UNAM, el 1 de octubre el Ejército desalojó las instalaciones de la máxima casa de estudios y del IPN, a sabiendas de lo que ocurriría al siguiente día.
El 2 de octubre de 1968, fecha que quedaría enmarcada en la historia de México, miles de personas se dieron cita en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, encuentro "vigilado" por el Ejército con la fachada de supervisar la seguridad en caso de un posible conflicto. El mitin inició con normalidad, y los voceros del movimiento, acompañados de periodistas, expusieron seis demandas:
Libertad de todos los presos políticos.
Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal.
Desaparición del cuerpo de granaderos.
Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto, Raúl Mendiolea y A. Frías.
Indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.
Deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.
Conforme eso sucedía, integrantes del Batallón Olimpia, infiltrados de civiles y con un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda para identificarse entre ellos. Se fueron aproximando al edificio Chihuahua, para que, en cuanto iniciara la cobarde emboscada contra estudiantes y civiles, pudieran dar de inmediato con los líderes del movimiento.
Minutos antes de que dieran las 6 de la tarde, un helicóptero tiro bengalas sobre la plaza, señal para que el Batallón Olimpia diera inicio a la masacre ordenada por el Estado en contra de sus ciudadanos. Hecho en el que reinó el caos y el miedo entre estudiantes, vecinos, obreros o personas que simplemente les tocó estar en ese momento.
Quienes pudieron cubrirse de la lluvia de balas de los francotiradores del Batallón Olimpia, lograron escapar a departamentos de la zona habitacional aunque sin mucho éxito porque horas después el Ejército hizo una búsqueda en los edificios invadiendo las propiedades de los vecinos y capturando a múltiples personas.
De acuerdo con el sitio web de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), esa noche detuvieron a 2 mil personas y tras la desclasificación de los archivos y expedientes sobre el 68 en 2006, el reporte de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado informó que hubo aproximadamente 350 muertos, aunque sin garantía de que pudo haber más o menos personas asesinadas.
La cobertura mediática de la masacre no fue certera ni reportó lo que sucedió realmente, la información fue escasa y la que hubo fue silenciada o manipulada por el Estado, culpando a los estudiantes.
Tan sólo diez días después de la masacre perpetrada por el Ejército Mexicano, se celebró la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 1968.
La Guerra Sucia
Entre 1964 y 1985, los gobiernos priístas emprendieron un exterminio brutal de movimientos insurgentes. Donde a pesar del temor a represalias del Estado Mexicano, se dieron denuncias de desaparación, tortura y asesinatos por parte de las autoriades. Entre los múltiples grupos militares partícipes estaba la Brigada Especial, mejor conocida como Brigada Blanca, la cual tuvo un papel central en la Guerra Sucia.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNB) 899 personas (815 hombres y 84 mujeres) fueron víctimas de desaparición forzada por parte del Estado Mexicano.
Al respecto, Karla María Macía Lovera, jueza del juzgado noveno de distrito con sede en Irapuato en Guanajuato, destaca en su veredicto del 22 de agosto de 2024, resultado de un amparo iniciado en 2018, que documentos militares indican que al menos mil 500 víctimas fueron arrojadas al mar en “vuelos de la muerte”.
Militares ejecutaban a integrantes de grupos guerrilleros en Guerrero y los lanzaban de un avión a mar abierto, así lo expuso la jueza Macía en su sentencia.
“Guerrilleros, atados y vendados, eran bajados de una camioneta y conducidos hasta el banquito, que conocíamos como el banquito de los acusados. Los sentaban creyendo que los iban a fotografiar, ya sentados los ejecutamos de un disparo en la nuca. Después, se colocaban dentro de los costales de yute, se les ponían unas piedras y se cosían, para después ser transportados en la carretilla hasta el avión”, relató Gustavo Tarín Chávez, integrante del segundo Batallón de la Policía Militar.
Verdad histórica condena a Díaz Ordaz
El gobierno de la Ciudad de México inició el cambió la nomenclatura de dos de las 57 calles que durante décadas fueron identificadas con los nombres de personajes no gratos de la historia del país, como Gustavo Díaz Ordaz
“Era de justicia elemental incorporar más nombres de mujeres a las calles, pero también, cuando se tomó esa decisión nos pusimos a pensar, y ¿a quién le vamos a quitar el nombre? y, obviamente se decidió que aquellos personajes que no merecían que su nombre estuviera en una calle, y empezamos por Gustavo Díaz Ordaz, porque ese gobernante masacró a los estudiantes en 1968”, explicó el jefe de gobierno de la CDMX.
Pero de lo que estoy más orgulloso es del año 1968 porque me permitió salvar al paísaseguró Díaz Ordaz
|| Con información de Jonathan Padilla y Dana Estrada de El Sol de México ||