El encuentro se prologó más de lo previsto, no terminó a las 13:30, sino poco después de las 14:00 horas. Tan a gusto se encontraba Alejandro González Iñárritu entre sus futuros colegas, que pasó con ellos incluso más de los veinte minutos que agregó al final. Se mostró generoso al compartir ampliamente las estrategias que sigue para filmar, sus ideas sobre el cine y otros medios de expresión, así como varias anécdotas alrededor de su filmografía.
La transmisión vía streaming inició puntual y así, la cátedra que fue solo para los estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) de la UNAM, se convirtió en una clase abierta a todo público.
Después de escucharlo, se descubre que los detalles son tan importantes para él, que calcula con precisión milimétrica cada imagen y sonido que se ve en pantalla. El cineasta contó en la espléndida clase magistral que ofreció ayer en la ENAC anécdotas como que encontró al actor que interpretaría a El Chivo, el personaje del sicario en Amores perros, en una función de teatro durante la cual, Emlio Echevarría estaba la mayor parte del tiempo de espaldas al público, o que parte del diseño de arte de Birdman se hizo contando el número de pasos que Michael Keaton necesitaba para decir un diálogo.
Aceptó que ha filmado escenas riesgosas, como el choque de autos en su ópera prima, protagonizada por Gael García Bernal. Se recuerdan también los inhóspitos paisajes de Babel o The revenant, pero, dijo en su exposición: "la regla es no poner en riesgo a nadie". Aunque, aclaró, sí cree que hay escenas que para lograrse, merecen "dejar la vida en ellas".
Reconoció como su mentor al fallecido director de escena Ludwick Margules. "En mi trabajo hay dos elementos paradójicos: una naturaleza iconoclasta, una actitud de rebeldía y, gracias a la enseñanza de Margules, reconocer que como director se es ignorante y eso te permite dejar entrar el conocimiento".
Dijo que en su trabajo con actores aprecia que éstos dominen la técnica, "pero aún sean vulnerables, que aún sientan miedo, porque hacer una película sin miedo es una banalidad y hacer una película paralizado por el miedo es otra banalidad, el miedo debe ser un aliado".
Comentario sobre la violencia
Al hablar de autocensura, González Iñárritu se refirió a la violencia y señaló que si bien no recuerda haberse reprimido artísticamente, sí sigue una guía ética. "Para mí la única responsabilidad como director es ser fiel a mí mismo, a mis principios, mis valores personales; he encontrado en mí mis límites", apuntó y reconoció que se pone un lindero respecto a la violencia en pantalla, pues no se permite "utilizar la violencia sin ninguna consecuencia".
"Me parece ofensivo para un padre que ha perdido un hijo, un familiar de una persona desaparecida, hacer una escena que sea irresponsable o que presente eso como una diversión y no es moralista, es un compromiso con la verdad; eso es para mí, para otros la verdad es que es 'funny kill people' y a lo mejor por eso las series de Netflix están llenas de serial killers, les divierten, son filósofos, tocan el piano, son las gentes más interesantes, hay ochenta series de serial killers y eso me enfurece, ¿por qué los glorifican?".
La narrativa violenta, continuó el realizador, se cuela sobre todo en la televisión "Creo que la televisión ha mejorado muchísimo, hay una factura superior a lo que vi hace diez años, todo se ve muy bien pero el contenido empieza a sufrir y un riesgo que va a tener su generación (dijo a los jóvenes estudiantes) es que en el medio está el mensaje y cuando una película está hecha para televisión, lo que implica y lo que requiere la escritura de un guion para tv es muy diferente a lo que requiere el cine".
El medio del cine tiene un tempo, aseguró y comparó el ritual de acudir a una sala de cine con ir a un templo. "Las necesidades de la televisión hacen que la demanda de consumo sea brutal y cuando las nuevas generaciones empiezan a pensar de esa manera, se degenera la necesidad de eventos, de estar noqueando al espectador para tener su atención".
Además, lamentó, "el cine está siendo impactado por la televisión, por esta narrativa poco literaria y creo que está perdiendo esta sensación de sueño; yo empecé haciendo realismo pero ya no me interesa lo real, siento que el cine debe de tener algo de sueño y esa parte onírica, de esa ilusión que parte de que saber estás viendo una mentira, en la que te sumerges desde el primer momento, se está perdiendo porque el cine está imitando a la literatura y un formato de televisión que es muy de ilustrar el drama literario. El cine está perdiendo esa sensación de estar viendo algo que no puedes leer, que es lo que tenían Tarkovski, Fellini, ahora es muy racional.