Con actitud reflexiva una mujer yace al centro de una habitación. Su postura recuerda a El pensador de Rodin hilando versos frente a las puertas del infierno. Se trata ni más ni menos que del autorretrato de Gabriela Cortés, una joven pintora que ha regresado a Querétaro luego de haber estudiado en la Academia de Arte de Nueva York durante cuatro meses.
A pocas semanas de su regreso a la ciudad, la artista vuelve a hacer sus maletas, pues gracias a su desempeño y trayectoria artística, la institución le ha ofrecido una beca para que vuelva a sus aulas a realizar un posgrado. Aunque se trata de un apoyo del 50% del recurso económico, Cortés comparte con Diario de Querétaro que tiene que reunir la otra mitad de aquí a septiembre.
“Es la primera escuela que me ofrece un apoyo”, afirma, recordando sus constantes intentos por ingresar a la universidad. Narra que puerta tras puerta fue cerrada a su paso durante tres años, tanto en Querétaro como en Guanajuato, donde incluso el director de una institución se negó rotundamente a recibirla: “Fui a su oficina para mostrarle mi portafolio, quería que conociera mi trabajo y literal me corrió. Mi historia había sido un tanto escabrosa con las universidades, hasta que un día pensé: 'Creo que este no es mi camino', entonces decidí tocar las puertas de los pintores que más admiraba”.
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De esta manera fue que llegó a los talleres de artistas como Gustavo Villegas y Arturo Rivera, quienes además de becarla en sus cursos, le proporcionaron materiales para su proceso creativo y la invitaron a trabajar en sus espacios.
“Con Arturo Rivera tuve la oportunidad de trabajar mi obra personal en su taller durante un mes; eso fue muy importante dentro de mi formación, porque al mismo tiempo que yo producía, podía ver cómo él trabajaba en sus propias piezas, desde el principio hasta el final. Recuerdo que entre tanto, nos sentábamos horas a leer Materiales y técnicas del arte, de Ralph Mayer y hacíamos experimentos. Él tenía su libro lleno de anotaciones de años de investigación y prácticas, y de ahí yo aprendí muchísimo. Tiempo después tuve la fortuna de ser su asistente en una pieza de 3x4 metros y pintamos juntos las primeras fases.
“Con Gustavo, estuve alrededor de un año becada en sus cursos de acuarela y óleo. En ese tiempo aprendí mucho de papel y técnica, pero también sobre la vida de un artista. Él decía cosas que a mi me alentaban siempre a buscar oportunidades en el extranjero y a entregarme a mi labor con disciplina”, relató.
Haciendo uso de la tecnología y de las plataformas digitales, Gabriela continuó con su formación autodidacta, siguiendo muy de cerca el trabajo de artistas y docentes de todo el mundo. Así fue como un día dio con la Academia de Arte de Nueva York y, cautivada por su oferta educativa, decidió ahorrar durante cinco años para cursar un taller de cuatro meses en esta institución.
El proyecto por fin se materializó en septiembre del 2018, y regresó este año con la noticia de que la Academia la había hecho acreedora de su beca, como reconocimiento de su talento, desempeño artístico y trayectoria profesional.
“A pesar de que no tengo la licenciatura, ellos hicieron una excepción y me dieron la beca más alta, que es del 50%; equivalente a 13 mil dólares, aproximadamente”, comparte la pintora, y anuncia que pronto organizará una serie de exposiciones para poner en venta su obra, y así poder sufragar los gastos de sus estudios.
“Mi idea es buscar en todos los espacios posibles. Ahorita estoy produciendo el doble, y quiero encontrar más espacios donde pueda exponer todo lo que estoy haciendo para mover mis piezas y poder solventar mis gastos allá”, detalla.
Gabriela Cortés ha participado en 20 exposiciones colectivas en Querétaro, Nuevo León, Baja California y Ciudad de México, así como en Suiza, España, Estados Unidos y Japón. Dentro de su cuerpo de trabajo, el tiempo y los espacios íntimos aparecen como sus principales temas artísticos.
“Mi paleta de colores evoca a la nostalgia y los interiores que trabajo rememoran un espacio íntimo que invita al espectador a sentirse como un intruso en una habitación; mi intención es que dentro de esa habitación encuentre algo de sí mismo”, explica.