El pintor brasileño Eduardo Kobra, uno de los muralistas callejeros más reconocidos en todo el mundo, ha dedicado sus obras recientes a ayudar a las víctimas de la Covid-19 y a fomentar una red de solidaridad y apoyo financiero para respaldar el sistema público de salud y la vacunación.
"Durante la pandemia he pasado por un momento de maduración en mi carrera, de reflexión sobre mi arte", dijo Kobra sobre la actualidad del arte callejero durante una entrevista con Xinhua, en un momento en que gran parte del mundo evita las calles y veredas debido a los confinamientos y cuarentenas para prevenir el contagio del coronavirus.
Con obras en muros de ciudades de 35 países de los cinco continentes, la pandemia encontró a Kobra enfrascado en una agenda para crear 40 murales en varios países que quedó truncada, por lo que resolvió dedicarse a ayudar con su arte, con la creación incluso de un instituto filantrópico, el Instituto Kobra.
Nacido en los suburbios más pobres de la ciudad de Sao Paulo, el artista, que empezó pintando grafitis en los muros de la mayor urbe sudamericana, es autor de varias obras vinculadas con la pandemia, tres de las cuales han tenido gran relevancia en Brasil.
Se trata de un mini-mural de 2020 llamado "Convivencia", que muestra a niños con mascarillas en señal de oración, una intervención artística en un tubo de oxígeno y dos murales destinados a los laboratorios públicos Instituto Butantan y Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz).
"Con la pandemia percibí la necesidad de crear arte con un propósito, lo que, desde mi posición como artista plástico, era colaborar directamente para ayudar a combatir la pandemia. Mi trabajo habitual apunta a los mensajes de paz, de tolerancia, de unión de los pueblos, de solidaridad y respeto, así que pensé que podía utilizar esto para ayudar en la pandemia", explicó el artista, de 45 años.
La primera de las obras mencionadas data de marzo de 2020, cuando comenzaron las cuarentenas y los confinamientos, y se inspiró en las personas sin hogar que viven en las calles de Sao Paulo.
"La primera obra que creé en la pandemia fue para ayudar a la gente que vive en la calle. De esta forma pinté 'Convivencia', donde retraté a niños de las principales religiones, todos en posición de oración para pedir a la ciencia que encontrase lo antes posible una salida para esta epidemia global, una cura, una vacuna, algo", comentó.
La venta de la obra le permitió a Kobra crear una red de alimentación y kits de higiene personal para 20.000 personas sin hogar y sin condiciones para obtener recursos a causa de los efectos de la pandemia.
"Fue una experiencia muy importante en aquel momento", recordó.
La pandemia en Brasil tuvo uno de sus puntos álgidos y más desoladores a mediados de enero de este año, cuando el colapso hospitalario en la ciudad de Manaos, capital del estado septentrional de Amazonas, causó decesos al agotarse el oxígeno para los pacientes con Covid-19.
"Entonces como primer trabajo del Instituto Kobra decidí comprar un tubo de oxígeno para convertirlo en una obra de arte. Fue una acción casi desesperada por mi parte", recordó.
Kobra pintó un árbol en el tubo para simbolizar también la importancia para el planeta de la selva amazónica. "En lo que se llama cariñosamente el pulmón del mundo, aunque no lo sea técnicamente, estaba muriendo gente por falta de oxígeno. Creé algo para hablar de este tema".
Cuando iba a subastar el tubo de oxígeno convertido en obra de arte, el grupo privado UniãoBR lo adquirió por 700,000 reales (unos 124,000 dólares).
Esta acción sirvió para la construcción de dos plantas de oxígeno para tubos hospitalarios capaces de producir oxígeno en el estado de Amazonas para 20 camas de unidades de terapia intensiva (UTI) durante las 24 horas. "Esto es algo que durará más allá de la pandemia", apuntó.
La tercera acción fue la donación de dos cuadros al Instituto Butantan de Sao Paulo y a la Fiocruz, laboratorio federal ubicado en Río de Janeiro.
Butantan desarrolla a nivel local la vacuna CoronaVac del laboratorio chino Sinovac Life Science, y Fiocruz, la de AstraZeneca-Oxford.
"Son laboratorios con unos 120 años de existencia que trabajan con la vacunación. Quise con mi arte reconocer ese trabajo", relató sobre los cuadros, que están en la sala principal de los dos institutos.
Para Kobra, la pandemia significó angustia, ansiedad y desesperación por no poder trabajar en las calles, su ecosistema artístico, pero también una forma de profundizar en las relaciones humanas de cooperación.
Durante la pandemia la gente muestra su solidaridad y utiliza estos momentos "para cambiar vidas, ayudar al que lo necesita con una llamada telefónica, preparando una comida o enviando algo de dinero", reflexionó el pintor urbano.
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