La nostalgia, desasosiego, incertidumbre e impotencia germinados del confinamiento quedan reflejados en las 25 fotografías reunidas en la colección Pausa. Se trata de un proyecto de la galería Patricia Conde que busca ser una crónica visual de la crisis del presente.
Son imágenes –algunas en blanco y negro y otras a color- que dan cuenta de cómo sus autores viven, o sobreviven el aislamiento y bien podrían hacer espejo de muchos espectadores. Las 25 instantáneas tendrán sólo 20 copias firmadas y autentificadas; además de un texto del fotógrafo catalán Joan Fontcuberta y de cada participante, para así construir una reseña de esta pausa en el mundo.
La galerista Patricia Conde refiere en entrevista que la colección cumple varios objetivos. Por un lado, reactivar la economía de la galería en crisis desde marzo pasado e impulsar el coleccionismo joven de fotografía; por otro, mostrar el trabajo de los artistas quienes a pesar del encierro no detienen su producción, y, finalmente, dejar una memoria de este presente inigualable.
En el sitio web ex profeso para el proyecto se publicarán cada 15 días cuatro fotografías, y se programarán charlas virtuales con los artistas participantes. Cada imagen tiene un valor de siete mil pesos que, afirma, no hará rico a nadie. De las ganancias, el 50 por ciento será para el artista y el otro tanto para cubrir los gastos de producción de la galería.
“Nos dormimos siendo unos y despertamos otros, vivíamos en un mundo y despertamos en otro. Eso es lo que mostrará este gran documento que irá adquiriendo importancia histórica conforme pasa el tiempo”, ataja Conde quien confiesa sentirse completamente desasosegada por el futuro de su galería y el arte en general.
En el proyecto participan, con una imagen, Renate Aller, Cynthia Araf, Sofía Ayarzagoitia, Cannon Bernáldez, Alejandro Cartagena, Paola Dávila, Belinda Garen, Alexandra Germán, Olín Heitman, Javier Hinojosa, Cristina Kahlo, Patricia Lagarde, Moisés Levy, José Antonio Martínez, Francisco Mata Rosas, George Nobechi, César Ordóñez, Dulce Pinzón, Ilán Rabchinskey, Humberto Ríos, Patricio Robles Gil, Oswaldo Ruiz y Adam Wiseman.
Si bien cada fotógrafo tiene su propio discurso estético, la galerista encuentra un tenor de nostalgia y humor negro en todas las imágenes. Por ejemplo, en la obra de Francisco Mata Rosas, quien se distingue por un trabajo de calle, se mira a un albañil camino a su trabajo, y en la escena se lee la angustia de quienes no pueden quedarse en casa, de quienes deben salir diario para alimentar a su familia.
Con un lenguaje más metafórico, Cristina Kahlo retrata una jaula y dentro de ella a un pequeño muñeco que sirve de alegoría del encierro vivido durante los últimos cinco meses. En tanto, la pieza de Patricia Lagarde comparte cierta serenidad al ver una mesa familiar con platos y tazas de porcelana en espera de que alguien los ocupe en la cena.
Humberto Ríos, siempre con trabajos en todos oscuros, presenta una foto sólo con dos lámparas en una cierta quietud, y la de José Antonio Martínez es una obra con reacciones químicas para construir una escena fantasmagórica donde la angustia se hace presente.
Sin caer en el pesimismo, Patricia Conde dice estar en una situación insostenible. No sólo en términos económicos, sino en la producción y promoción del arte. Al menos este año no asistirá a las ferias Paris Photo que se realizan en Nueva York y París, y ve con incertidumbre su participación en 2021.
Lamenta que el arte, dentro del universo llamado cultura, carezca de apoyos del gobierno y la atención del público. “Estábamos viviendo a un ritmo ya insostenible, pero esta situación es menos sostenible, habíamos perdido el norte y ahora se desdibuja el futuro”, inquiere.
Dónde
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