En el punto clímax de la epidemia, cuando se presenta el mayor número de personas contagiada por Covid-19 en el país, Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, tomará un respiro en medio de la batalla sanitaria para recordar al poeta Miguel Hernández, quien con versos de arengas, gritos y lucha participó en la otra batalla: la librada en 1934 en España al lado Francisco López-Gatell Comas, abuelo del ahora subsecretario.
En un foro convocado por el Fondo de Cultura Económica, esta noche el subsecretario se presentará como lector de Vientos del Pueblo me llaman de la Antología Poética, de Miguel Hernández que ha ilustrado Rafael Barajas El Fisgón.
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta….
Dirá el subsecretario #DesdeElFondo! Desde #RepúblicaDeLectores, en una transmisión por redes sociales, después de informar cómo nos acercamos al punto crítico de la epidemia.
El poema Vientos del Pueblo es una de las obras del escritor español que se alistó como voluntario a favor de la causa Republicana.
En 1934 los biógrafos ubican a Miguel Hernández en su llegada a Madrid y ahí se une a la lucha revolucionaria y se desempeña como comisario en varios lugares.
Es el mismo año en el que Francisco López-Gatell Comas, abuelo de Hugo López-Gatell Ramírez, fue detenido. El 12 de octubre de 1934 fue sentenciado a reclusión perpetua y según el portal Emeequis más tarde saldría de ese encierro y viajaría a México junto a sus tres hijos: Francisco, Alfonso y José María. El primero de ellos se convertiría en médico y padre del ahora subsecretario.
En la colección de materiales de lectura de la UNAM: Trayectoria (Breve antología). Selección y notas de Ángel Cosmos, de 2011 se detalla que es en ese momento del enfrentamiento con Franco que Miguel Hernández escribe “cantidad de poemas-arenga, poemas-grito, poemas-lucha, poemas-épicos”.
En 1937 aparece su Viento del pueblo, obra que leerá el subsecretario por invitación del director del FCE, Paco Ignacio Taibo II.
“Miguel Hernández nació en Orihuela en 1910. Desde muy joven tuvo que compaginar su vocación poética con su trabajo de pastor de cabras. En 1934 se traslada a Madrid donde su obra empezó a conocerse. Fue decisiva para su evolución ideológica y literaria la amistad con Pablo Neruda y Vicente Aleixandre”, señala Ángel Cosmos.
En esa etapa el escrito conoció y se unión a los principales poetas de la Republica Española: Juan Ramón, Machado, García Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, León Felipe, Neruda, entre otros.
¿Cuál es el poema que leerá el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez esta noche en #DesdeElFondo, en un programa de redes sociales con el director del Fondo de Cultura Económica?
Vientos del Pueblo Me Llevan | Miguel Hernández (1910-1942)
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy un de pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
Te recomendamos el podcast ⬇