Al inicio de la conversación, el artista plástico Jorge Tellaeche no fue del todo sincero al decir que su más reciente obra titulada Goodbye friend tenía que ver con el miedo y la ansiedad de no haber presentado una exposición individual desde 2017.
Es por eso que le preguntamos si acaso el miedo estaba presente en cada uno de los lienzos de su nuevo trabajo, pero de una manera un tanto oculta o relacionada con su pasado.
“Estas obras representan la forma en la que fui entendiendo el miedo; en cómo yo me sentía mejor, pero también, en cómo no pude vencerlo o cómo lo trataba. Y eso me fue dando los personajes que plasmo en cada una de ellas: una serpiente, libélulas entre otros.
“Son el resultado de la forma en que sientes que te vas a otro universo. Entonces, más bien el miedo fue el vehículo de cómo ir encontrando la sanación personal y también de algo que decir y compartir”, dijo en entrevista con El Sol de México.
La incertidumbre en el aspecto social, los cambios políticos de las grandes ciudades y el pánico hacia lo desconocido son sólo algunos aspectos con los que su pintura genera, dice, una conversación suficientemente abierta para el espectador.
“Estas obras representan la forma en la que fui entendiendo el miedo, y eso me fue dando los personajes que plasmo en cada una de ellas”
“Es muy chistoso, porque no te podría decir en qué momento de mi vida he sentido el control, nunca lo he sentido, nunca sabemos controlarnos o qué es lo que va a pasar, pero hay momentos en nuestra vida en donde identificamos algo, que es lo que nos dio una dirección completamente diferente y es ese miedo, ese pánico que nos genera una ansiedad y nos petrifica… Lo que yo aprendí en esta ocasión es que esto nos ayuda a evolucionar y a crecer”, comenta.
En su narrativa hay mensajes claves con los que, a partir de sus experiencias, aparece la forma de enfrentar las adversidades y de no evadir los retos que llevan a vencerlas.
“Si nos dicen que hay una serpiente en nuestro hábitat, el miedo existe alrededor de nosotros y le damos la vuelta haciendo como que pasa nada… Pero tú no haces nada porque no lo ves, no la identificas y si la pisas o haces ruido, pues te muerde. Creo que es importante que no nos dejemos atacar por la conciencia y basarnos en nuestra responsabilidad personal hacia lo que nos pasa, no reaccionar por completo ante lo que sucede alrededor”.
“Siempre fui un niño muy ansioso y depresivo. He tenido que luchar desde muy chiquito con eso y gracias al universo tuve papás inteligentes y muy presentes que aplaudían mucho mi trabajo como creativo, aún sin todavía ser un artista y también tuvieron la inteligencia de llevarme con psicólogos desde muy temprana edad”, confiesa.
“Siempre he tenido estas herramientas, pero mis miedos desde chiquito fueron porque me sentía diferente. O sea, yo siempre entendí que era gay, entonces eso ya me apartaba de la sociedad, sobre todo en mi generación, porque me daba cuenta de cómo hablaban los tíos y cómo hablan los primos de mí, entonces inmediatamente ya me sentía como un bicho raro o como alguien al que siempre querían bullear. Poco a poco me di cuenta de quién soy y de que podía generar mi propio círculo de gente que quería cerca y con los que quería compartir”.
El joven pintor hace referencia a las imposiciones, tanto de los padres como de la sociedad, que desde pequeños nos mantienen en la firme exigencia de cumplirlas sin permitirnos razonar y sentirnos capaces de desarrollar nuestras propias metas.
La incertidumbre social, los cambios políticos y el pánico hacia lo desconocido son algunos aspectos con los que su pintura interactúa
“Mi autenticidad, sin que mi identidad fuera de un niño o un hombre, eventualmente venció a mi miedo al tener la seguridad de que no era el clásico güey que estaba en todos los deportes, porque incluso, yo no cachaba los balones; porque la verdad es que estamos obligados a participar o ser buenos en algo que no nos interesa. No todos pueden ser jugadores profesionales y ahí también me di cuenta de que no todos son artistas profesionales, ni tienen la visión ni la creatividad para serlo. Por eso es tan importante encontrar nuestra autenticidad y quiénes somos para poder celebrarlo y dejarnos ir”.
Tijuanense por adopción, Jorge Tellaeche inició su carrera a los 15 años de edad con una exposición en Sony Art Walk en San Diego. Más tarde ingresa a la escuela de pintura en Luxemburgo. Y al regresar a México estudia Diseño Gráfico en Tijuana y abre una agencia de publicidad donde es Director de Arte.
Se puede dejar el miedo atrás
En Goodbye Friend, Jorge utiliza capas de colores y gradientes (medida en física) que dotan a cada pieza de una notable profundidad y luminosidad. La serie incluye 25 obras en diferentes formatos, junto a un mural exclusivo creado para el hotel Maison Celeste, de Ciudad de México, donde se presentó la muestra del 14 al 26 de noviembre.
A través de sus piezas, Tellaeche nos recuerda que, aunque el miedo puede ser un compañero constante, podemos elegir dejarlo atrás.
La exposición nos confronta con la dificultad de decir adiós, incluso a aquello que nos lastima. Tellaeche utiliza la serpiente como símbolo del miedo en sus múltiples manifestaciones, mientras que los mensajeros, como libélulas, representan la guía hacia nuevas etapas de vida. Este enfoque resalta la importancia de la salud mental.
“No había montado una exposición desde 2017, cuando fue lo del temblor y no porque haya dejado de crear, sino porque se volvió una dinámica completamente diferente. En ese tiempo iba de Los Ángeles a Nueva York y de ahí a otra ciudad. Fueron muchos proyectos con marcas y lo disfruté muchísimo, pero no tenía el tiempo para regresar a crear una exposición individual; tuve colectivas, pero no tenía el tiempo para hacer un solo show”.
El artista presentó la muestra Goodbye Friend en el hotel Maison Celeste, de Ciudad de México, la cual comprendió 25 obras en diferentes formatos y un mural exclusivo
Dice que comenzó a retomar el ritmo este año, al ser convocado para crear unos murales en Londres, Inglaterra, sin embargo, todo se detuvo por cuestiones políticas del país.
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“Cuando regresé a México, todos los proyectos y todo lo que tenía agendado se fue posponiendo o cancelando, y eso me generó una ansiedad tremenda, un miedo a ya no tener ese flujo, a no estar presente y darme cuenta de que ya son dos o tres generaciones las que están arriba de mí o que a lo mejor muchos de ellos no me conocen… Ese miedo con ansiedad fue por la incertidumbre de no saber qué pasaría conmigo como artista”.
“Fue como empecé a trabajar ya enfocado sobre el miedo, pero no sabía cómo se iba a desarrollar la obra y la verdad es que es la primera vez que hago una exposición completa sin realmente tener una visión de cómo iba a terminar la narrativa. Normalmente tengo la idea muy clara y luego desarrolló las piezas, pero en esta ocasión estas estuvieron acompañadas del miedo y de la ansiedad”.