El trabajo del estadounidense Shepard Fairey es casi tan antiguo como la misma popularidad del término street art -en algún momento también conocido como post-graffiti o guerrilla art, esa corriente artística que a base de plantillas, pósters, calcomanías y murales se esparció por todo el mundo, encumbrando a exponentes como Banksy, John Fekner, Blek le Rat y el propio Fairey.
Fairey fue uno de los primeros artistas urbanos que a finales del siglo 20 propagaron la técnica de calcas a manera de intervención callejera. Son clásicas sus primeras imágenes que mostraban en alto contraste a su icónico “Andre the Giant”, que venía acompañado precisamente de la leyenda que lo hizo popular en todo el mundo: OBEY.
Desde entonces, su obra y su reputación no han hecho más que crecer. Conocido por retomar elementos del cartelismo del siglo 20, con una estética que fusiona propaganda política, arte pop y situacionismo, Fairey es uno de esos artistas gráficos cuya escuela es palpable en la cultura popular de nuestros días.
Luego de que el artista diseñó el conocido cartel titulado HOPE, con la imagen del entonces candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama, su popularidad se desbordó. Después de su triunfo, el propio Obama le agradeció por ayudarlo a conectar con la juventud norteamericana, y la obra pasó a formar parte de la colección de retratos de la National Portrait Gallery del Museo Smithsonian de Washington.
Fairey es una celebridad en toda regla. No son pocas las series de televisión en las que ha aparecido -Los Simpsons, Family Guy, Portlandia- y tampoco la cantidad de grandes marcas que a diario lo buscan, pero él se mantiene con los pies en la tierra. Cada que puede reivindica sus raíces, que son las calles, y se muestra sencillo y cálido en su charla.
En cuanto nos sentamos a platicar con él, nos dice que la pandemia le ha dejado cosas buenas.
“Fue muy valioso para mí darme cuenta de que soy más feliz cuando tengo tiempo para crear, sin horarios sociales. Antes trabajaba mucho por la noche porque tenía cosas que estaba obligado a hacer. Otra cosa buena es que mucha gente se ha dado cuenta de lo frágil que es el sistema de salud y tal vez eso les ha hecho pensar en lo importante que es tener ahorros para una buena atención médica; se ha vuelto más importante no ser egoísta y pensar en la comunidad… Yo espero que la pandemia ayude a hacer un cambio en nuestro pensamiento”, nos dice.
En 2019 cumpliste 30 años de trabajo gráfico. ¿Cómo te sientes al respecto?
Al principio pensé que 30 años eran un hito importante, porque no hay muchos artistas callejeros o grafiteros que tengan una carrera sólida de 30 años, es muy raro que pase. Así que quería celebrarlo, pero también estaba un poco inquieto por crear nuevas cosas y no quería pasar mucho tiempo enfocándome en algo que fuera como una retrospectiva de toda mi carrera… ¡Estaba más inquieto por hacer cosas nuevas y seguir adelante!
Fuiste de los primeros que salió a pegar cosas en las calles a mediados de los noventas, ¿recuerdas quién más lo estaba haciendo en esa época?
Bueno, gran parte de mi influencia provino de las bandas de punk, como Black Flag, que publicaban folletos, pero también de un par de artistas, que fueron Barbara Kruger y un tipo llamado Robbie Conal, que estaba en Los Ángeles y que retrataba a políticos. Pero también me inspiró la gente que trabajaba en graffiti y skate en la calle, fue una combinación de muchas cosas... Me encantaba la mentalidad fastidiosa del graffiti de subir a plasmar algo en lugares locos, pero quería hacerlo con una imagen gráfica que la gente pudiera entender, porque mucho del graffiti es difícil de entender para la mayoría de la gente.
¿Recuerdas el momento en el que dijiste: "Ok, ya puedo dedicarme de lleno a esto y vivir de ello"?
Eso sucedió tan lentamente, que en realidad no hubo un solo momento. Lo que pasa es que hacía muchas cosas distintas. Cuando salí de la escuela imprimía camisetas, calcomanías e impresiones para ganar algo de dinero y poder imprimir mis propias cosas. Luego, cuando ese negocio fracasó, me convertí en diseñador gráfico y comencé a hacer trabajos de diseño para sellos discográficos, películas y ropa, además de seguir haciendo mis propias cosas… Durante un tiempo imprimía carteles por las noches, algunos de ellos para venderlos… De hecho, nuestro amigo Gerardo Yépiz (Acamonchi) fue una de las personas que me ayudó a construir mi sitio web, él fue de gran ayuda para mí a finales de los noventa, y fue realmente hasta el 2010 cuando pude concentrarme únicamente en mi propio arte.
Hablando de Acamonchi, fuiste varias veces a Tijuana y Mexicali con él.
Sí, siempre me emociona ir a conocer a personas y construir conexiones con la comunidad de cualquier lugar. De México también, porque siempre me gustaron Rivera, Orozco y muchos artistas mexicanos, además de todo el folclore y el arte creado alrededor de los zapatistas, siempre tuve muchas razones para querer ir a México.
Sin embargo no has visitado la Ciudad de México. Aunque sí recuerdo haber visto algunos carteles de OBEY pegados acá.
No, nunca he estado allá. Se suponía que debía ir en febrero de 2020, pero debido a la pandemia no pude, aunque claro que quiero, porque sé que hay una gran escena artística y tengo muchos amigos allá. Lo que viste pegado allá seguramente fue porque siempre tengo demos gratuitos de mi trabajo en mi sitio web, y cualquiera que solicita carteles, pues le doy; digamos que es una especie de campaña viral que otras personas han hecho, incluso desde antes del internet.
Has sido arrestado varias veces por pegar tu obra en las calles. ¿Cuál ha sido el arresto más extraño en el que te has visto involucrado?
Muchos de ellos han sido bastante extraños, pero en 2005 fui arrestado en San Diego, y me detuvieron solo por estar pegando una calcomanía. Mientras estaba en la comisaría, un detective trajo varias carpetas llenas de fotos de mi trabajo en la calle, y me gritaba diciéndome que tendría muchos problemas, pero al mismo tiempo, el resto del departamento de policía me estaba preguntando si se podían tomar fotos conmigo. Fue una situación bastante surrealista, porque había un tipo realmente enojado conmigo y otras personas diciéndole: "Oye, este tipo es famoso por todo su arte en San Diego" (risas).
Seguramente también has tenido incidentes físicos.
Sí, probablemente una de las peores experiencias fue cuando estuve en Nueva York, en 2003. Estaba subido en una valla publicitaria, junto al puente de Manhattan, en ChinaTown, y entonces apareció la policía. Yo salté por el costado del edificio al primer balcón y luego me colgué de balcón en balcón hasta caer al piso, pero me atraparon y me empezaron a golpear mientras estaba en el suelo. Uno de ellos se cortó los nudillos mientras me golpeaba y me culpó de haberse lastimado, por lo que me dijo que presentaría cargos de agresión en mi contra. Afortunadamente, hubo testigos que vieron todo y cuando me llevaron a la cárcel, pude comunicarlos para que atestiguaran. Luego me llevaron al hospital, porque soy diabético y no me habían dado mi insulina, así que me enfermé, y me esposaron a la cama del cuarto… Yo tenía moretones en todo mi cuerpo, aunque eso no aparecía claramente en los registros médicos, porque los policías le dijeron a la enfermera que llenó el expediente que no lo pusiera... Afortunadamente ahora más personas que se están volviendo conscientes de que la policía hace esas cosas, también gracias a las cámaras de video y de los teléfonos celulares, y por lo que le sucedió a George Floyd. Pero en aquel entonces, si le hubieras dicho a alguien que esto sucedió, te dirían que no, que la policía nunca haría eso.
Hablemos del famoso póster de Barack Obama, que fue tan importante en tu carrera. Con el paso del tiempo, ¿hubo algún momento en el que cambiaras de opinión sobre él?
Hubo varias veces que me decepcioné de él. Que haya hecho el póster no significa que adorara a Barack Obama, solo que pensaba que él era el mejor camino a seguir para el país. Pero cuando Obama estuvo participando en ataques con drones a civiles, y cuando no defendió a Edward Snowden o Chelsea Manning, lo condené. Aunque también hubieron muchas cosas buenas, como el progreso en el matrimonio homosexual o la reforma del sistema de salud… Nunca habrá un presidente alineado consistentemente con lo que me gustaría ver, pero en general, creo que Obama es un buen ser humano. Claro, también deportó a muchas personas de los Estados Unidos y no estoy de acuerdo con eso.
¿Has rechazado algún encargo por motivos éticos?
Sí, muchos. Incluso si necesito el dinero, pero eso contradice mis creencias, simplemente no puedo hacerlo. Me ha sucedido algunas veces, cuando compañías de cigarrillos o marcas como Hummer han acudido a mí. Afortunadamente ahora solo acepto trabajos con empresas cuando siento lo que hago, cuando hay una conexión real y un beneficio para el mundo, no solo para mí.
Parte de lo interesante del arte callejero es las reacciones que provoca en la gente. ¿Recuerdas alguna en particular que te haya sorprendido?
Sí, ha habido muchas cosas fascinantes, algunas de ellas muy negativas. Cuando la gente ve el trabajo, pero no sabe cuál es la intención y entonces asume lo peor, pero eso solo revela su paranoia. Algunas personas han dicho que mi trabajo es fascista, sin mirar cuál es el contenido… Durante los últimos 15 años he estado haciendo muchos retratos de personas que no son solo blancas, sino también asiáticas, latinas o árabes, y muchas veces los blancos que ven las obras se ven a sí mismos en ellas y me doy cuenta de esa capacidad de las personas no blancas de sentirse representadas o tratadas con cierta dignidad en el arte es muy poderosa… Con la serie We the People en la que trabajé en 2017, vi lo mucho que eso significaba para mucha gente: La belleza de que algunos pueden encontrar una conexión personal con muchas obras de arte fue algo que no esperaba que fuera tan profundo como lo ha sido.
¿Cómo te sientes al verte aparecer en series de TV como Los Simpson?
Cuando era muy pobre y vivía en Rhode Island, trabajaba los siete días de la semana, generalmente hasta las 11 o 12 de la noche y solo salía con mi grupo de amigos los domingos por la noche, para ver Los Simpson, así que cuando aparecí ahí fue un verdadero honor, porque siempre me han gustado. Y si gracias a esos vehículos de entretenimiento de la cultura pop, puedo asociarme con una audiencia que quizá no sabe mucho sobre mí, y los atrae, pues es algo valioso. Incluso si de alguna manera se están burlando un poco, como fue en el episodio de Los Simpson o en Portlandia, me divierte.
¿Has seguido tocando como DJ?
Sí, cuando es seguro reunirse, obviamente no durante la pandemia. Lo hago en casi todas las inauguraciones de arte de nuestra galería cuando hay obras de caridad. Me encanta pinchar, porque la música es una de las cosas que más me apasionan.
¿Sigues saliendo a pegar tu obra en las calles?
Por razones legales, no voy a responder eso, pero sigo pensando que el arte callejero es realmente importante… Es una herramienta de empoderamiento que solo requiere de coraje, no de dinero.
¿Qué opinas de los nuevos artistas gráficos e ilustradores? ¿Hay alguno en especial que te llame la atención?
Hay un tipo llamado Gran OM, lo acabo de conocer a través de Ernesto Yerena. Él está trabajando mucho en torno a causas políticas y sociales; es realmente asombroso, y espero hacer una colaboración con él en algún momento, porque me gusta su estética. Hay muchos grandes artistas e ilustradores, pero lo que más me interesa son las personas que intentan decir algo con su arte.
En los últimos años, el street art ha sido asimilado por las grandes marcas y sus campañas publicitarias. ¿Qué opinas de eso?
Creo que cada vez que algo resuena, que es lo que todo artista quiere, de alguna manera es adoptado y explotado por cosas comerciales, y realmente todo se reduce a la decisión de cada artista sobre cómo quiere llevar esa relación. Pienso que cuando un artista está aprovechando oportunidades, incluso si está con marcas, pero sigue haciendo cosas en la calle que son gratis y aún tiene algo que decir, así se equilibran su existencia y su supervivencia, y no creo eso debería ser condenado. Lo que muchos hemos hecho es decirle a las marcas: "Esa no es la manera correcta de hacerlo. Si quieres hacer algo que tenga ese espíritu, déjame enseñarte cómo hacerlo bien", para que haya una relación más positiva… Algunos artistas pueden estar felices de haber pasado cinco años en la calle sin ganar dinero, pero para mí el dinero es solo una herramienta para ayudarme a hacer y decir lo que quiero. El dinero es necesario, pero nunca me metí en el arte callejero para conseguirlo; es solo un vehículo para sacar las ideas.
Háblanos de lo último que hiciste, la serie Obey Radical Peace.
Esos grabados fueron mi respuesta al ataque del 6 de enero al Capitolio en los Estados Unidos. Siempre he estado transmitiendo mensajes de paz y armonía, así que esta es una extensión de mi filosofía; fue mi primer instinto de decir: "Busquemos una solución pacífica constructiva", de decir: ¿Cómo solucionamos el problema sin violencia?.
¿Cómo te ves en 10 o 15 años?
Con más arrugas. Me siento realmente afortunado de que lo que hago es lo mismo que haría incluso si estuviera jubilado. Estoy feliz de seguir creando y abordando los problemas que surgen en el mundo de una manera terapéutica para mí. De hecho, me siento mucho más miserable cuando estoy sentado leyendo el periódico o viendo las noticias, que cuando estoy creando, así que tener mucho tiempo en mis manos creo que me haría menos feliz… Siempre estoy construyendo y aprendiendo, manteniendo mi idealismo juvenil mientras acumulo más conocimientos y más técnicas artísticas. Espero seguir con ese proceso.
¿Algún día veremos una exposición tuya en la Ciudad de México?
Sí, definitivamente. Hay un grupo de amigos míos nativos de Detroit que se llaman The Library Street Collective, y les gustaría producir ahí. Hace mucho que fui parte de algo que hizo Gerardo en la Panadería, en 1999, ¡así que ya es hora de que vaya!
Gracias, Shepard. ¿Algo que quieras agregar?
Solo le diría a la gente que defienda lo que cree que es correcto. Sé que a veces, cuando hay brutalidad gubernamental, todo puede ser duro para el espíritu, pero creo que, cuando la gente intenta usar la compasión en lugar de la ira, todos ganan; eso es lo que me gustaría decirle a todo el planeta.
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