/ jueves 6 de junio de 2024

Las artes no son un lujo (aunque la crisis lo sugiera)

La crisis del costo de vida socava el derecho a participar en la vida cultural, pero la política cultural de varios países aún reconoce este derecho y lo celebra

El derecho de los ciudadanos a tener acceso a la cultura está consignado en la constitución de varios países.

Sin embargo, actualmente ese derecho se ve amenazado por la crisis del costo de vida. Una crisis que afecta en varios sentidos, desde la posibilidad de la comunidad para acceder al arte, hasta la capacidad de los artistas y organizaciones para producirlo.

Tener acceso a diversas formas de arte y cultura es un derecho que, como muestran las investigaciones, fortalece a las comunidades y brinda a las personas una variedad de beneficios. Por lo tanto, la falta de acceso es perjudicial para todos.

Sin embargo, al sector le resulta difícil ofrecer estos beneficios en una crisis del costo de vida, que se suma a más de tres años de perturbaciones relacionadas con el COVID y los efectos de precarización de plataformas de streaming como Spotify y Apple Music en el sector de la música.

Se debe reconocer a las artes y la cultura como componentes fundamentales de la sociedad, tal como hacemos con la educación, la salud y las telecomunicaciones

Estos cambios se han sentido en toda la industria, desde los festivales de música e importantes instituciones artísticas, hasta compañías y galerías independientes, músicos, artesanos y artistas digitales.

Y aunque la loca carrera por conseguir entradas para los conciertos de Taylor Swift reveló que todavía hay demanda de eventos a gran escala y de alto costo, esto inevitablemente tiene un costo para los artistas que no tienen ese nivel de popularidad.

En su informe de 2021, “Creatividad en crisis”, los investigadores Alison Pennington y Ben Eltham presentaron argumentos sólidos para exigir cuotas de contenido local en las plataformas de streaming, porque eso crearía más trabajo para la industria e impulsaría el acceso de las audiencias de la plataforma a dicho contenido

Una crisis agravada

Los artistas han experimentado dificultad tras dificultad durante la última década, desde políticas de austeridad hasta el impacto de la pandemia y los cierres. Nuevos datos de los investigadores David Throsby y Katya Petetskaya muestran cuán sombría es la recompensa para los artistas.

Todo esto se sustenta en una constante atribución errónea del valor de las artes y la cultura para la economía. Esa atribución errónea no sólo borra el valor pleno, diverso y rico de las artes, sino que también conduce a agendas de crecimiento que perjudican aún más al sector.

Los artistas han experimentado dificultad tras dificultad durante la última década, desde políticas de austeridad hasta el impacto de la pandemia y los cierres

Los festivales, por ejemplo, están bajo presión constante para superar las cifras de años anteriores, aunque la búsqueda de un futuro sostenible nos dice que hay que encontrar otros marcadores de éxito además del económico.

Para los artistas, la crisis del costo de vida también es una crisis de bienestar, ya que es más probable que experimenten estrés financiero y de vivienda y falta de acceso a servicios de salud, entre otras situaciones.

De hecho, muchos artistas dependen de financiación a corto plazo en forma de subvenciones o becas para su sustento. Pero los costos de vida más altos podrían impedirles alcanzar los resultados del proyecto.

Los artistas presentan presupuestos de proyectos junto con solicitudes de subvención que, si tienen suerte, se consideran exitosas varios meses después. Luego esperan a que los contratos estén listos y esperan un poco más para recibir la financiación. Durante este tiempo, la inflación puede aumentar significativamente los costos asociados con la creación de arte.

Después tienen que elegir entre no cumplir con las instrucciones del proyecto tal como fue financiado inicialmente o reducir sus honorarios de artista, que es su salario por realizar el proyecto. Y si eso sucede demasiadas veces, su salario puede reducirse a cero.

Más allá del hecho de que los artistas deben recibir un pago por su trabajo, esta precariedad también afecta el acceso del público a las artes.

¿Qué se puede hacer?

En lugar de enmarcar el sector de las artes y las culturas a través de agendas de crecimiento insostenibles, debe entenderse como parte de la economía fundamental. Eso significa reconocer a las artes y la cultura como componentes fundamentales de la sociedad, tal como lo hacemos con la educación, la salud y las telecomunicaciones.

Hay que introducir garantías laborales para los artistas y marcos de evaluación que prioricen el valor social y cultural de su trabajo, por encima de su impacto económico

Eso significa tener objetivos de desarrollo sostenible y enmarcar a las artes como algo que sirve a las personas y al planeta (y no a las grandes empresas).

En la práctica, podríamos comenzar implementando programas de políticas como servicios básicos universales o ingresos básicos universales para artistas, introduciendo garantías laborales para ellos y marcos de evaluación que prioricen el valor social y cultural de las artes sobre su impacto económico. Esos marcos actualizados podrían luego utilizarse para evaluar los resultados en el futuro.

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Entre la falta de financiación, los confinamientos por el COVID y ahora la crisis del costo de vida, el sector artístico y cultural se ha visto afectado. Devolverlo a la vida requerirá una reevaluación rápida y colectiva de lo que significa para nosotros y de si podemos darnos el lujo de vivir sin él.

* El autor es académico de Artes Creativas de la Universidad de Flinders. Traducción de El Sol de México.



El derecho de los ciudadanos a tener acceso a la cultura está consignado en la constitución de varios países.

Sin embargo, actualmente ese derecho se ve amenazado por la crisis del costo de vida. Una crisis que afecta en varios sentidos, desde la posibilidad de la comunidad para acceder al arte, hasta la capacidad de los artistas y organizaciones para producirlo.

Tener acceso a diversas formas de arte y cultura es un derecho que, como muestran las investigaciones, fortalece a las comunidades y brinda a las personas una variedad de beneficios. Por lo tanto, la falta de acceso es perjudicial para todos.

Sin embargo, al sector le resulta difícil ofrecer estos beneficios en una crisis del costo de vida, que se suma a más de tres años de perturbaciones relacionadas con el COVID y los efectos de precarización de plataformas de streaming como Spotify y Apple Music en el sector de la música.

Se debe reconocer a las artes y la cultura como componentes fundamentales de la sociedad, tal como hacemos con la educación, la salud y las telecomunicaciones

Estos cambios se han sentido en toda la industria, desde los festivales de música e importantes instituciones artísticas, hasta compañías y galerías independientes, músicos, artesanos y artistas digitales.

Y aunque la loca carrera por conseguir entradas para los conciertos de Taylor Swift reveló que todavía hay demanda de eventos a gran escala y de alto costo, esto inevitablemente tiene un costo para los artistas que no tienen ese nivel de popularidad.

En su informe de 2021, “Creatividad en crisis”, los investigadores Alison Pennington y Ben Eltham presentaron argumentos sólidos para exigir cuotas de contenido local en las plataformas de streaming, porque eso crearía más trabajo para la industria e impulsaría el acceso de las audiencias de la plataforma a dicho contenido

Una crisis agravada

Los artistas han experimentado dificultad tras dificultad durante la última década, desde políticas de austeridad hasta el impacto de la pandemia y los cierres. Nuevos datos de los investigadores David Throsby y Katya Petetskaya muestran cuán sombría es la recompensa para los artistas.

Todo esto se sustenta en una constante atribución errónea del valor de las artes y la cultura para la economía. Esa atribución errónea no sólo borra el valor pleno, diverso y rico de las artes, sino que también conduce a agendas de crecimiento que perjudican aún más al sector.

Los artistas han experimentado dificultad tras dificultad durante la última década, desde políticas de austeridad hasta el impacto de la pandemia y los cierres

Los festivales, por ejemplo, están bajo presión constante para superar las cifras de años anteriores, aunque la búsqueda de un futuro sostenible nos dice que hay que encontrar otros marcadores de éxito además del económico.

Para los artistas, la crisis del costo de vida también es una crisis de bienestar, ya que es más probable que experimenten estrés financiero y de vivienda y falta de acceso a servicios de salud, entre otras situaciones.

De hecho, muchos artistas dependen de financiación a corto plazo en forma de subvenciones o becas para su sustento. Pero los costos de vida más altos podrían impedirles alcanzar los resultados del proyecto.

Los artistas presentan presupuestos de proyectos junto con solicitudes de subvención que, si tienen suerte, se consideran exitosas varios meses después. Luego esperan a que los contratos estén listos y esperan un poco más para recibir la financiación. Durante este tiempo, la inflación puede aumentar significativamente los costos asociados con la creación de arte.

Después tienen que elegir entre no cumplir con las instrucciones del proyecto tal como fue financiado inicialmente o reducir sus honorarios de artista, que es su salario por realizar el proyecto. Y si eso sucede demasiadas veces, su salario puede reducirse a cero.

Más allá del hecho de que los artistas deben recibir un pago por su trabajo, esta precariedad también afecta el acceso del público a las artes.

¿Qué se puede hacer?

En lugar de enmarcar el sector de las artes y las culturas a través de agendas de crecimiento insostenibles, debe entenderse como parte de la economía fundamental. Eso significa reconocer a las artes y la cultura como componentes fundamentales de la sociedad, tal como lo hacemos con la educación, la salud y las telecomunicaciones.

Hay que introducir garantías laborales para los artistas y marcos de evaluación que prioricen el valor social y cultural de su trabajo, por encima de su impacto económico

Eso significa tener objetivos de desarrollo sostenible y enmarcar a las artes como algo que sirve a las personas y al planeta (y no a las grandes empresas).

En la práctica, podríamos comenzar implementando programas de políticas como servicios básicos universales o ingresos básicos universales para artistas, introduciendo garantías laborales para ellos y marcos de evaluación que prioricen el valor social y cultural de las artes sobre su impacto económico. Esos marcos actualizados podrían luego utilizarse para evaluar los resultados en el futuro.

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Entre la falta de financiación, los confinamientos por el COVID y ahora la crisis del costo de vida, el sector artístico y cultural se ha visto afectado. Devolverlo a la vida requerirá una reevaluación rápida y colectiva de lo que significa para nosotros y de si podemos darnos el lujo de vivir sin él.

* El autor es académico de Artes Creativas de la Universidad de Flinders. Traducción de El Sol de México.



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