/ miércoles 13 de noviembre de 2024

Balamkú: el templo del jaguar que tiene una relación con el inframundo maya

Luego de que el INAH comenzara a explorar Balamkú, tras un reporte de saqueo de patrimonio, hallaron un friso que representa el inframundo maya

A más de 500 años de la conquista de los pueblos mesoamericanos, el descubrimiento de vestigios arqueológicos prehispánicos no se ha detenido, muestra de ello es el “Templo del Jaguar” en Balamkú, que fue “descubierto” tras reportes de saqueos en 1990.

Florentino García Cruz, entonces comisionado del Centro INAH Campeche, le llegó a sus manos una denuncia de locales sobre un saqueo sin fin de una zona arqueológica que en ese entonces era desconocida para el instituto.

Balamkú, sitio arqueológico que ya conocían lugareños de la región, fue explorada por especialistas del INAH tras la denuncia de saqueo, el cual incluso dejó expuesto un impresionante friso de estuco pintado con tonalidades rojas, guindas, negras y azules.

¿Qué se sabe de Balamkú?

Balamkú, del maya Balam (jaguar) y Kú (templo), se traduce al español como el “Templo del Jaguar”, fue poblada durante el periodo Preclásico Medio, es decir, aproximadamente entre los años 600 y 300 a.C., y vio su colapso durante el Clásico Terminal, entre los años 800-1000, aunque la milenaria ciudad contó con una breve ocupación en distintos puntos del inicio del Posclásico, aproximadamente durante 1200 d.C.

El INAH explica que Balamkú contó con una gran influencia de grandes e importantes asentamientos mayas como Petén, Calakmul, Nakbé, El Mirador, Uaxactún y Tikal.

Durante la última etapa de la ciudad entre los años 600 y 1000, por el hallazgo de ciertos materiales arqueológicos, especialistas del INAH pudieron concluir que Balamkú tuvo una gran relación con Becán.

Foto: Melitón Tapia / INAH

¿Cómo es Balamkú?

Balamkú no tiene la dimensión de grandes ciudades mayas como Chichén Itzá o Calakmul; se trata de un asentamiento de proporciones medianas, está conformado por tres grupos principales que cuentan con vestigios monumentales y con múltiples plataformas en los alrededores. Además se calcula que los vestigios cubren un radio de un kilómetro cuadrado.

Cabe mencionar que no todo Balamkú ha sido explorado y restaurado por el INAH, pues sólo se puede ingresar al grupo Sur y Central de la zona arqueológica.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Cabe mencionar que no todo Balamkú ha sido explorado y restaurado por el INAH, pues sólo se puede ingresar al grupo Sur y Central de la zona arqueológica.

De los grupos arqueológicos de Balamkú, el Central está conformado por aproximadamente una treintena de vestigios monumentales que rodean a tres grandes plazas. El INAH señala que no toda esa zona ha sido explorada, tan sólo algunos edificios, entre ellos tres basamentos piramidales unidos lateralmente.

Gracias al trabajo de exploración de especialistas y arqueólogos pudieron confirmar que la arquitectura predominante de dicha zona arqueológica tiene una clara influencia del estilo Petén y habría sido desarrollada aproximadamente entre los primeros siglos de nuestra era.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Por otro lado, el Grupo Sur de Balamkú cuenta con un basamento piramidal de 10 metros de altura y está rodeado por múltiples inmuebles que conforman cuatro plazas.

Dicha pirámide, construida durante el Clásico Temprano, es decir, entre los años 250-600 d.C., fue cubierta por una obra que fue saqueada, por lo que se desconoce el trabajo artístico que fue desarrollado en dicho vestigio.

En la parte superior de la pirámide se encuentra un templo que cuenta con una fachada con un mascarón zoomorfo.

Finalmente, en la parte norte del Grupo Sur de Balamkú, cuenta con viviendas que pertenecían a la alta sociedad maya de dicha ciudad.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Balamkú y su relación con el inframundo maya

El gran atractivo de Balamkú, más allá de sus vestigios piramidales, es un friso de estuco modelado y pintado único en toda la zona maya. Se encuentra debajo del Basamento I-A, en una subestructura de una etapa constructiva más temprana y que cuenta con un gran significado.

Dicho friso elaborado entre los años 550 y 600 d. C, representa 4 escenas de ascensión al trono, las cuales se alternan con tres jaguares.

Foto: INAH

"Cada una comprende un animal con la cabeza volteada hacia atrás, sentado en la hendidura frontal de un mascarón del Monstruo de la Tierra; su boca, da paso a un rey sobre su trono", explica el sitio web del INAH.

El friso no sólo simboliza los aspectos opuestos y complementarios del inframundo maya, sino también el ciclo dinástico, el cual es comparado con el ciclo solar.

Esta cosmovisión del ascenso al trono muestra al rey saliendo del hocico del monstruo terrestre, equiparándose con el Sol, que metafóricamente sale de la boca de la Tierra. Por ello, la muerte del rey es vista como una puesta de Sol, momento preciso en el que cae en la boca del monstruo terrestre.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Vicente Maximiliano Suárez Aguila, investigador del Centro INAH Campeche, explica que el perfecto estado del frisco no es casualidad, pues se debe a que el palacio donde se encuentra estuvo en uso entre 30 y 40 años, y posteriormente fue rellenado con piedra, mezcla y fragmentos de cerámica, hasta cubrirlo completamente con un edificio de mayor tamaño. El friso cuenta con 16.60 metros de largo por 1.80 metros de altura.

"La decoración en la parte inferior del friso y hasta el nivel del techo del palacio refleja el inframundo; desde el techo hasta la cabeza de los personajes está representado el mundo terrenal, y el nivel celestial lo muestra la imagen de la deidad Kinich Ahau conservada en el tocado de uno de los señores sedentes", explica Suárez Aguila.

Frisco Balamkú. | Foto: Melitón Tapia / INAH

Kinich Achau, que se traduce del maya al español como "Señor ojos de Sol" o "Señor del rostro solar", en la cosmovisión maya era considerada como el Sol, en sus múltiples representaciones tiene como característica recurrente el estrabismo en sus ojos.

Foto: INAH

De acuerdo con el INAH, se le consideraba generador del tiempo, luz, calor y los 4 rumbos del universo. Para los antiguos mayas Kinich Achau era tan trascendente que también era considerado como el dios creador. Además, se le concebía como una de las múltiples manifestaciones de Itzamnaaj.

Itzamnaaj, considerado como el dios supremo y creador de todo por las civilizaciones mayas, se cree que era conocido con distintos nombres pero que se trataba de la misma deidad.

Por ejemplo, el INAH detalla que animales como los búhos se relacionan con Itzamnaaj, en su advocación de "dragón celeste, evocando al poder de la noche". Cabe mencionar que estas aves nocturnas eran consideradas como fieles servidoras del Sol y la Luna, específicamente se trataban de "mensajeras de los dioses de la muerte"; por ello, al ser vistos representaban un mal presagio.


El enorme patrimonio desconocido del México prehispánico

De acuerdo con el INAH, en México sólo se han registrado más de 49 mil 347 sitios arqueológicos de "antigüedad, dimensiones y trascendencia variables". Pues dicha lista incluye zonas habitadas por grupos pequeños de cazadores y recolectores, hasta grandes asentamientos, donde incluso se han hecho trabajos de arqueología submarina.

Más allá de las zonas arqueológicas registradas por el INAH, dicha entidad calcula que en México hay más de un millón de sitios arqueológicos, de los cuales sólo hay 193 abiertos al público.

Balamkú es una de esas ciudades encontradas recientemente, por lo que el estudio del sitio sigue en desarrollo y se espera que con el tiempo y con trabajos de investigación se conozcan más detalles al respecto.

En contraste, de esos 193 sitios arqueológicos que están abiertos al público, hay al menos 10 sitios arqueológicos mesoaméricanos considerados como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Lugares como:

  • Ciudad prehispánica de Teotihuacán
  • Ciudad prehispánica de Chichén Itzá
  • Ciudad prehispánica de Palenque
  • Antigua Ciudad Maya y bosques tropicales protegidos de Calakmul

  • Zona arqueológica de Monte Alban
  • Ciudad prehispánica de Uxmal
  • Ciudad prehispánica de El Tajín
  • Valle de Tehuacán-Cuicatlán

  • Zona arqueológica de Paquimé (Casas Grandes)

  • Zona de monumentos arqueológicos de Xochicalco

Eso sin mencionar que el Castillo de Kukulkán en Chichén Itzá es considerado también como una de las siete maravillas modernas del mundo.


A más de 500 años de la conquista de los pueblos mesoamericanos, el descubrimiento de vestigios arqueológicos prehispánicos no se ha detenido, muestra de ello es el “Templo del Jaguar” en Balamkú, que fue “descubierto” tras reportes de saqueos en 1990.

Florentino García Cruz, entonces comisionado del Centro INAH Campeche, le llegó a sus manos una denuncia de locales sobre un saqueo sin fin de una zona arqueológica que en ese entonces era desconocida para el instituto.

Balamkú, sitio arqueológico que ya conocían lugareños de la región, fue explorada por especialistas del INAH tras la denuncia de saqueo, el cual incluso dejó expuesto un impresionante friso de estuco pintado con tonalidades rojas, guindas, negras y azules.

¿Qué se sabe de Balamkú?

Balamkú, del maya Balam (jaguar) y Kú (templo), se traduce al español como el “Templo del Jaguar”, fue poblada durante el periodo Preclásico Medio, es decir, aproximadamente entre los años 600 y 300 a.C., y vio su colapso durante el Clásico Terminal, entre los años 800-1000, aunque la milenaria ciudad contó con una breve ocupación en distintos puntos del inicio del Posclásico, aproximadamente durante 1200 d.C.

El INAH explica que Balamkú contó con una gran influencia de grandes e importantes asentamientos mayas como Petén, Calakmul, Nakbé, El Mirador, Uaxactún y Tikal.

Durante la última etapa de la ciudad entre los años 600 y 1000, por el hallazgo de ciertos materiales arqueológicos, especialistas del INAH pudieron concluir que Balamkú tuvo una gran relación con Becán.

Foto: Melitón Tapia / INAH

¿Cómo es Balamkú?

Balamkú no tiene la dimensión de grandes ciudades mayas como Chichén Itzá o Calakmul; se trata de un asentamiento de proporciones medianas, está conformado por tres grupos principales que cuentan con vestigios monumentales y con múltiples plataformas en los alrededores. Además se calcula que los vestigios cubren un radio de un kilómetro cuadrado.

Cabe mencionar que no todo Balamkú ha sido explorado y restaurado por el INAH, pues sólo se puede ingresar al grupo Sur y Central de la zona arqueológica.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Cabe mencionar que no todo Balamkú ha sido explorado y restaurado por el INAH, pues sólo se puede ingresar al grupo Sur y Central de la zona arqueológica.

De los grupos arqueológicos de Balamkú, el Central está conformado por aproximadamente una treintena de vestigios monumentales que rodean a tres grandes plazas. El INAH señala que no toda esa zona ha sido explorada, tan sólo algunos edificios, entre ellos tres basamentos piramidales unidos lateralmente.

Gracias al trabajo de exploración de especialistas y arqueólogos pudieron confirmar que la arquitectura predominante de dicha zona arqueológica tiene una clara influencia del estilo Petén y habría sido desarrollada aproximadamente entre los primeros siglos de nuestra era.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Por otro lado, el Grupo Sur de Balamkú cuenta con un basamento piramidal de 10 metros de altura y está rodeado por múltiples inmuebles que conforman cuatro plazas.

Dicha pirámide, construida durante el Clásico Temprano, es decir, entre los años 250-600 d.C., fue cubierta por una obra que fue saqueada, por lo que se desconoce el trabajo artístico que fue desarrollado en dicho vestigio.

En la parte superior de la pirámide se encuentra un templo que cuenta con una fachada con un mascarón zoomorfo.

Finalmente, en la parte norte del Grupo Sur de Balamkú, cuenta con viviendas que pertenecían a la alta sociedad maya de dicha ciudad.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Balamkú y su relación con el inframundo maya

El gran atractivo de Balamkú, más allá de sus vestigios piramidales, es un friso de estuco modelado y pintado único en toda la zona maya. Se encuentra debajo del Basamento I-A, en una subestructura de una etapa constructiva más temprana y que cuenta con un gran significado.

Dicho friso elaborado entre los años 550 y 600 d. C, representa 4 escenas de ascensión al trono, las cuales se alternan con tres jaguares.

Foto: INAH

"Cada una comprende un animal con la cabeza volteada hacia atrás, sentado en la hendidura frontal de un mascarón del Monstruo de la Tierra; su boca, da paso a un rey sobre su trono", explica el sitio web del INAH.

El friso no sólo simboliza los aspectos opuestos y complementarios del inframundo maya, sino también el ciclo dinástico, el cual es comparado con el ciclo solar.

Esta cosmovisión del ascenso al trono muestra al rey saliendo del hocico del monstruo terrestre, equiparándose con el Sol, que metafóricamente sale de la boca de la Tierra. Por ello, la muerte del rey es vista como una puesta de Sol, momento preciso en el que cae en la boca del monstruo terrestre.

Foto: Melitón Tapia / INAH

Vicente Maximiliano Suárez Aguila, investigador del Centro INAH Campeche, explica que el perfecto estado del frisco no es casualidad, pues se debe a que el palacio donde se encuentra estuvo en uso entre 30 y 40 años, y posteriormente fue rellenado con piedra, mezcla y fragmentos de cerámica, hasta cubrirlo completamente con un edificio de mayor tamaño. El friso cuenta con 16.60 metros de largo por 1.80 metros de altura.

"La decoración en la parte inferior del friso y hasta el nivel del techo del palacio refleja el inframundo; desde el techo hasta la cabeza de los personajes está representado el mundo terrenal, y el nivel celestial lo muestra la imagen de la deidad Kinich Ahau conservada en el tocado de uno de los señores sedentes", explica Suárez Aguila.

Frisco Balamkú. | Foto: Melitón Tapia / INAH

Kinich Achau, que se traduce del maya al español como "Señor ojos de Sol" o "Señor del rostro solar", en la cosmovisión maya era considerada como el Sol, en sus múltiples representaciones tiene como característica recurrente el estrabismo en sus ojos.

Foto: INAH

De acuerdo con el INAH, se le consideraba generador del tiempo, luz, calor y los 4 rumbos del universo. Para los antiguos mayas Kinich Achau era tan trascendente que también era considerado como el dios creador. Además, se le concebía como una de las múltiples manifestaciones de Itzamnaaj.

Itzamnaaj, considerado como el dios supremo y creador de todo por las civilizaciones mayas, se cree que era conocido con distintos nombres pero que se trataba de la misma deidad.

Por ejemplo, el INAH detalla que animales como los búhos se relacionan con Itzamnaaj, en su advocación de "dragón celeste, evocando al poder de la noche". Cabe mencionar que estas aves nocturnas eran consideradas como fieles servidoras del Sol y la Luna, específicamente se trataban de "mensajeras de los dioses de la muerte"; por ello, al ser vistos representaban un mal presagio.


El enorme patrimonio desconocido del México prehispánico

De acuerdo con el INAH, en México sólo se han registrado más de 49 mil 347 sitios arqueológicos de "antigüedad, dimensiones y trascendencia variables". Pues dicha lista incluye zonas habitadas por grupos pequeños de cazadores y recolectores, hasta grandes asentamientos, donde incluso se han hecho trabajos de arqueología submarina.

Más allá de las zonas arqueológicas registradas por el INAH, dicha entidad calcula que en México hay más de un millón de sitios arqueológicos, de los cuales sólo hay 193 abiertos al público.

Balamkú es una de esas ciudades encontradas recientemente, por lo que el estudio del sitio sigue en desarrollo y se espera que con el tiempo y con trabajos de investigación se conozcan más detalles al respecto.

En contraste, de esos 193 sitios arqueológicos que están abiertos al público, hay al menos 10 sitios arqueológicos mesoaméricanos considerados como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Lugares como:

  • Ciudad prehispánica de Teotihuacán
  • Ciudad prehispánica de Chichén Itzá
  • Ciudad prehispánica de Palenque
  • Antigua Ciudad Maya y bosques tropicales protegidos de Calakmul

  • Zona arqueológica de Monte Alban
  • Ciudad prehispánica de Uxmal
  • Ciudad prehispánica de El Tajín
  • Valle de Tehuacán-Cuicatlán

  • Zona arqueológica de Paquimé (Casas Grandes)

  • Zona de monumentos arqueológicos de Xochicalco

Eso sin mencionar que el Castillo de Kukulkán en Chichén Itzá es considerado también como una de las siete maravillas modernas del mundo.


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