/ lunes 19 de diciembre de 2022

Ballet Folklórico de Amalia Hernández lleva la Navidad al Castillo de Chapultepec

Las funciones iniciaron el pasado fin de semana y culminan el 8 de enero, todas se llevarán a cabo a las 19:00 horas

La experiencia comienza a las faldas del cerro, de donde arranca la peregrinación de visitantes que han esperado por casi una hora para poder ascender hasta el Castillo de Chapultepec. Mientras ellos suben, el sol hace lo contrario, sumiendo en las sombras la imagen de Anáhuac, encendiendo la costelación de ventanas en la vertiginosa urbe. Hay que ir bien abrigados, entre más alto, más cala el frío.

Con doce años de presentar su espectáculo decembrino, Navidades en México, no es sorpresa que el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández sea ya toda una tradición entre algunas familias de la Ciudad de México y un referente obligado para los turistas extranjeros y nacionales que buscan las expresiones artísticas de nuestro país.

Tal es el caso de los Alvarado, quienes, a pesar de su apellido y saber hablar un español que les permite comunicarse bien, son de esas segundas y terceras generaciones de mexicanos nacidos en Estados Unidos, que, según contaron a El Sol de México, vienen por primera vez al país a “reencontrarse con sus raíces”.

Una vez arriba, los espectadores contemplan la explanada del Castillo de Chapultepec transformada de nuevo en el collage de música, danza y folklor que coexisten en el territorio nacional. Todo circundado por las fiestas que eluden al nacimiento del dios judeo-cristiano y la devoción hacia la Virgen de Guadalupe.

Un espectáculo que hace recordar al gran teatro de evangelización realizado principalmente por los sacerdotes Franciscanos, quienes vieron la efectividad de las representaciones escénicas y la coincidencia con las fiestas religiosas de los indígenas nativos, para inculcar sur creencias europeas que terminaron por fundirse en el sincretismo cultural del México contemporáneo.

Así, el espectáculo se divide en tres partes: “El nacimiento”, “Los Reyes Magos” y “Navidades en Jalisco”. En la primera, todo comienza con una danza entre el bien y el mal, entre arcángeles, con trajes romanos, y demonios, con máscaras tradicionales de Oaxaca, repletas de hirsutas barbas y grotescos gestos que hacen reír de nervios a los niños en el público, pero que recuerdan a la distancia a las imágenes dantescas de algunos pintores barrocos, como ese maravilloso óleo en el Museo Nacional de Arte, La Virgen del Apocalipsis, de Miguel Cabrera. Al final la victoria será sellada por la devoción por la virgen entre los mexicanos indígenas, quienes cantan a coro “La Guadalupana” y también por la espada de San Miguel Arcángel, al son de “Diablos de Ometepec” y “Migueles”.

Continúa esta primera parte con representaciones con danza de varias regiones y adaptaciones en mariachi, son veracruzano y jarana, de pasajes bíblicos como La Anunciación del Señor, en la que el Arcángel Gabriel le dice a la Virgen María que será la madre del Hijo de Dios; la peregrinación de María y José Pidiendo Posada; el andar de los pastores a Belén, quienes cantan y bailan “Arre, borreguito”; y el alumbramiento que se canta al son de “Aleluya”.

La segunda parte también evoca la innegable herencia oriental y musulmana que lleva consigo el ser mexicano y que acompaña la aparición de los Reyes Magos, quienes entregan oro, incienso y mirra, después de que las mujeres del Ballet presentaran una muestra de Danza de Turquía, con la canción “Las niñas de las ollas”.

A partir de aquí, se desgaja canción a canción la epopeya del folklor de las regiones de México, con muestra de danzas de Oaxaca, Chihuahua, Veracruz, Tlaxcala y Michoacán, con interpretaciones en vivo de icónicas canciones tradicionales, como “La Zandunga”, “Danza de la Pluma”, “Danza de la culebra”, “Danza de Viejitos”, “La Bamba” y “La Rama”.

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Con trajes típicos, y al ritmo de rancheras y mariachis, los cerca de 100 bailarines, cierran la fiesta navideña, al más puro estilo Jalisco. Se tocan “Piñatitas”, “Jalisco” y “Noche de Paz”, mientras la Virgen María y José, permanecen todo el espectáculo, como figuras de un retablo barroco bajo los arcos que dan la entrada al Alcázar del Castillo Chapultepec.

Las funciones iniciaron el pasado fin de semana y culminan el 8 de enero, todas se llevarán a cabo a las 19:00 horas.



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La experiencia comienza a las faldas del cerro, de donde arranca la peregrinación de visitantes que han esperado por casi una hora para poder ascender hasta el Castillo de Chapultepec. Mientras ellos suben, el sol hace lo contrario, sumiendo en las sombras la imagen de Anáhuac, encendiendo la costelación de ventanas en la vertiginosa urbe. Hay que ir bien abrigados, entre más alto, más cala el frío.

Con doce años de presentar su espectáculo decembrino, Navidades en México, no es sorpresa que el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández sea ya toda una tradición entre algunas familias de la Ciudad de México y un referente obligado para los turistas extranjeros y nacionales que buscan las expresiones artísticas de nuestro país.

Tal es el caso de los Alvarado, quienes, a pesar de su apellido y saber hablar un español que les permite comunicarse bien, son de esas segundas y terceras generaciones de mexicanos nacidos en Estados Unidos, que, según contaron a El Sol de México, vienen por primera vez al país a “reencontrarse con sus raíces”.

Una vez arriba, los espectadores contemplan la explanada del Castillo de Chapultepec transformada de nuevo en el collage de música, danza y folklor que coexisten en el territorio nacional. Todo circundado por las fiestas que eluden al nacimiento del dios judeo-cristiano y la devoción hacia la Virgen de Guadalupe.

Un espectáculo que hace recordar al gran teatro de evangelización realizado principalmente por los sacerdotes Franciscanos, quienes vieron la efectividad de las representaciones escénicas y la coincidencia con las fiestas religiosas de los indígenas nativos, para inculcar sur creencias europeas que terminaron por fundirse en el sincretismo cultural del México contemporáneo.

Así, el espectáculo se divide en tres partes: “El nacimiento”, “Los Reyes Magos” y “Navidades en Jalisco”. En la primera, todo comienza con una danza entre el bien y el mal, entre arcángeles, con trajes romanos, y demonios, con máscaras tradicionales de Oaxaca, repletas de hirsutas barbas y grotescos gestos que hacen reír de nervios a los niños en el público, pero que recuerdan a la distancia a las imágenes dantescas de algunos pintores barrocos, como ese maravilloso óleo en el Museo Nacional de Arte, La Virgen del Apocalipsis, de Miguel Cabrera. Al final la victoria será sellada por la devoción por la virgen entre los mexicanos indígenas, quienes cantan a coro “La Guadalupana” y también por la espada de San Miguel Arcángel, al son de “Diablos de Ometepec” y “Migueles”.

Continúa esta primera parte con representaciones con danza de varias regiones y adaptaciones en mariachi, son veracruzano y jarana, de pasajes bíblicos como La Anunciación del Señor, en la que el Arcángel Gabriel le dice a la Virgen María que será la madre del Hijo de Dios; la peregrinación de María y José Pidiendo Posada; el andar de los pastores a Belén, quienes cantan y bailan “Arre, borreguito”; y el alumbramiento que se canta al son de “Aleluya”.

La segunda parte también evoca la innegable herencia oriental y musulmana que lleva consigo el ser mexicano y que acompaña la aparición de los Reyes Magos, quienes entregan oro, incienso y mirra, después de que las mujeres del Ballet presentaran una muestra de Danza de Turquía, con la canción “Las niñas de las ollas”.

A partir de aquí, se desgaja canción a canción la epopeya del folklor de las regiones de México, con muestra de danzas de Oaxaca, Chihuahua, Veracruz, Tlaxcala y Michoacán, con interpretaciones en vivo de icónicas canciones tradicionales, como “La Zandunga”, “Danza de la Pluma”, “Danza de la culebra”, “Danza de Viejitos”, “La Bamba” y “La Rama”.

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Con trajes típicos, y al ritmo de rancheras y mariachis, los cerca de 100 bailarines, cierran la fiesta navideña, al más puro estilo Jalisco. Se tocan “Piñatitas”, “Jalisco” y “Noche de Paz”, mientras la Virgen María y José, permanecen todo el espectáculo, como figuras de un retablo barroco bajo los arcos que dan la entrada al Alcázar del Castillo Chapultepec.

Las funciones iniciaron el pasado fin de semana y culminan el 8 de enero, todas se llevarán a cabo a las 19:00 horas.



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