La serie de Netflix Beef, trata sobre una batalla entre dos extraños que alcanza alturas dramáticas a lo largo de diez episodios. Lo que al principio podría parecer una pequeña disputa se deshace a lo largo de la serie a medida que el programa toca hábilmente temas de ira, frustración, abandono y trauma intergeneracional.
Los personajes, que se desconocen entre sí, parecen completamente diferentes. Amy Lau es una propietaria de un negocio de gran éxito que está a punto de conseguir un gran acuerdo lucrativo. Daniel Cho es un hombre de mantenimiento en apuros que sigue siendo rechazado por los clientes y la vida en general. Al final, sin embargo, vemos que tienen mucho más en común de lo que parece: ambos sufren un dolor intenso que son incapaces de compartir con nadie.
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A medida que se desarrolla la serie, el público ve cómo su ira internalizada ha resultado en depresión y vergüenza, que han dado forma a sus identidades.
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Una némesis
Amy y Daniel se sienten atrapados, impotentes y cansados de sentirse impotentes. Su batalla entre ellos se convierte en un símbolo de la oportunidad de recuperar el poder y el control.
Tener un némesis permite a las personas tener una sensación de control. Al proyectar sus atributos negativos o sus deseos en un enemigo, una persona tiene un objetivo hacia el cual dirigir su ira. Este tipo de relación puede crear significado en una vida que de otro modo podría parecer sin sentido y carente de poder.
La razón por la que esta “carne” es tan potente es que ven sus sombras (cosas sobre ellos mismos que temen o desprecian y quieren mantener ocultas) reflejadas unos en otros. Amy ve en Daniel a alguien que está enojado y quiere justicia, y Daniel ve en Amy a alguien que ha hecho una vida independiente. Estas son cosas que cada uno quiere para sí mismo pero que no se atreve a expresar y esto alimenta aún más su ira.
Su batalla es controlar estas partes reprimidas de sí mismos. Pero como vemos durante la serie, es simplemente una distracción para no lidiar con sus propios sentimientos. Y, lejos de ganar el control, sus ya tensas personalidades comienzan a empeorar aún más.
En el episodio final, Amy le pregunta a Daniel: "¿Por qué estás tan enojado todo el tiempo?" a lo que él responde: “Yo podría preguntarte lo mismo”. A medida que avanza el episodio, sus experiencias superpuestas se vuelven claras para ellos y Daniel pregunta: “¿Por qué nos resulta tan difícil ser felices?”
Después de tomar accidentalmente algunas bayas (quizás psicodélicas), comienzan a conectarse con sus sentimientos, despojándose de todo ego y permitiéndose la libertad de ser honestos sobre sus miedos y vulnerabilidades. Comienzan a ver que lo que despreciaban en el otro era una parte reprimida de ellos mismos.
Patrones generacionales
El programa también explora patrones generacionales a través de flashbacks, que ofrecen una visión de las formas en que el pasado de los personajes y los miembros de sus familias los han moldeado. Vemos que Amy está frustrada por la falta de comunicación de sus padres y Daniel por las preocupaciones financieras de sus padres. Luego vemos cómo replican estos rasgos cuando son adultos.
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Ambos están replicando patrones. El “problema” de Amy y Daniel tiene sus raíces en su trauma generacional y sus sombras. De manera similar, si albergas un odio irracional hacia alguien, podría valer la pena considerar qué estás aportando a esa dinámica.
* Profesora de Ciencias Sociales, Universidad de Bristol.
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