La fe ciega en el progreso ha conducido a la humanidad a vivir una serie de tragedias latentes: el cambio climático, las pandemias, la desigualdad social… La obsesión por acumular capital y conocimiento es, al final, un balazo en la cabeza propia.
“El progreso no deja de ser un pacto del ser humano con el diablo”, asegura en entrevista con El Sol de México el director escénico Carlus Padrissa, fundador de La Fura dels Baus, una de las compañías de teatro más innovadoras y destacadas del mundo.
Esta vez, La Fura dels Baus estrena en la pantalla de Film & Arts El cazador furtivo, una obra inmersiva basada en la ópera alemana Der Freischütz, de Carl Maria von Weber, que se estrenó hace dos siglos en Berlín.
Se trata de una adaptación vanguardista de una vieja leyenda de los bosques alemanes: un demonio misterioso dota a un cazador sin puntería de balas mágicas que siempre aciertan. En la versión actual, el cazador sin puntería que pacta con Lucifer para ganar un concurso de caza es el hombre que destruye la naturaleza y pacta con el progreso para seguir adelante.
De hecho, dice Padrissa, esta obra tiene mucho qué ver con el mito de Fausto, que también versa sobre la obsesión en el progreso y sus consecuencias catastróficas. El libro de Fausto, escrito por Goethe, se publicó entre 1808 y 1832. El cazador furtivo, de Von Weber, se estrenó en 1821.
“El mito de Fausto no es un mito que viene de los griegos, es un mito moderno que ha diseñado el ser humano a medida que ha creado el progreso. Es un mito del progreso. El mito de Fausto empieza con la Ilustración”, asegura Padrissa.
“Hay siete balas y tú pactas. Seis aciertan, pero la última falla, y este fallo es la destrucción. Al final, que una bala de siete falle es mucho margen de error. Este fallo es lo que hace que las cosas se nos vayan de las manos. Si construyes siete centrales nucleares y una falla, esa sola es suficiente para destruirlo todo”, dice.
Reto al espectador
Los espectáculos de La Fura dels Baus no son comunes: llevan al espectador a nuevas experiencias. No es, en definitiva, el teatro tradicional. Es un concepto tecnológico, performático e inmersivo que hace uso de una estética atrevida y, por veces, morbosa.
Fundada en 1979, esta compañía nació con la intención de provocar al espectador. Saltó a la fama en los noventa, cuando participó con un show vanguardista en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992.
La Fura dels Baus (FdB) es reconocida por uno de sus actos fundacionales, el Manifiesto canalla, en el que sus integrantes definen algunas piedras angulares de esta compañía que ya ha presentado más de tres mil puestas en escena para más de tres millones de espectadores. Una de las reglas dice: “FdB no pretende nada del pasado, no aprende de las fuentes tradicionales y no le gusta el folclore prefabricado y moderno”. Otra más: “FdB es una organización delictiva dentro del panorama actual del arte”.
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“El cazador furtivo representa un poco a ese hombre depredador, a ese hombre del progreso que inventa la escopeta y que, con la bala que falla, genera daños colaterales. Vivimos en un mundo donde estamos acostumbrados a que haya siempre daños colaterales”, asegura Padrissa.
“El teatro, y el arte en general, hace que te liberes de las drogas que te desencajan, que salgas de la cueva. El poder del teatro es que es un acto en vivo. Es un grito que te dice: ¡despierta! Es un golpe en la cara. Reanima a los que estamos adormecidos”, concluye el director de la compañía que se presentará en México en el próximo Festival Internacional Cervantino.