CANNES, Francia.- La pareja -nada más en pantalla-de ColinFarrell y Nicole Kidman de nuevo en primera plana de lacompetición el día de ayer después de El sacrificio del ciervosagrado, de Yorgos Lanthimos, hace un par de días, compartiendo denuevo estelares en el filme de Sofía Coppola, Las cautivadas, unrefrito de la "clásica" película de Don Siegel, The beguiled,realizada en 1971 donde los respectivos papeles estaban a cargo deClint Eastwood y de Geraldine Page.
Como suele suceder en estos casos la obvia y primera preguntasería el por qué del remake y si la película actual es mejor quela original. Diría yo que el enfoque parece diferente. En la deSiegel dominaba el personaje de Eastwood, un oficial norteñoherido y desertor durante la guerra civil secesionista (1861-1865)en los EUA, recogido por las integrantes de un seminario sudista ycuya presencia causará revuelo entre las chicas atraídas por él.En la película de Coppola me parecería que el enfoque está sobreel grupo de las jóvenes, entre ellas Elle Fanning, con Kidman yKirsten Dunst (actriz predilecta de Coppola) en la cabeza.
Me temo que el resultado no es especialmente interesante y queel regreso de la hija del célebre patriarca Francis Ford Coppolaen la competición (María Antonieta en 2006 y The bling ring en2013) no dejará huella perdurable.
Siendo este uno de los últimos filmes en competencia -faltancinco más hasta el cierre del certamen el domingo próximo- lo queparece perfilarse ya como tendencia en la competición de este añoaniversario es la presencia de filmes de cineastas de renombre queno cumplen con las expectativas suscitadas al anunciarse laselección a inicios de este mes. Dentro de esta tendencia secoloca la segunda película en competición del día de ayer,Rodin, las biografías del célebre escultor francés dirigido porel prolífico y respetable realizador francés Jacques Doillon.Filmada a partir de un guión del propio Doillon la película searticula alrededor de las inquietudes artísticas y existencialesdel gran renovador del arte de la escultura a inicios de 1880periodo en que su arte y la relación con su talentosa discípula yamante Camille Claudel está en su apogeo.
Rodin está interpretado con sobriedad por Vincent Lindonpremiado como mejor actor en Cannes 2015 en La ley del mercado, deStephan Brize, y esta sobriedad va de par con el ritmo narrativomonótono, académico y a final de cuentas casi aburrido adoptadopor Doillon. Uno esperaría más pasión y fuerza en el tratamientode un personaje como el ateo Rodin y su relación pasional ycreativa con la hija del célebre católico escritor Paul Claudel.Se recuerda el muy diferente y apasionado tratamiento adoptado porotro realizador francés, Bruno Dumont, en Camille Claudel (2013)donde a través de la apasionante actuación de Juliette Binoche seplasmaba un poderoso retrato de la escultora encerrada en un asilopor su hermano al término de su fugosa relación de 10 años conRodin.
Resulta sintomático que justamente Dumont estrenó aquí suúltima película, Jeannette, en la Quincena de Realizadores, unfilme que, ambientado en 1425 y los años adolescente de la míticafigura nacional Jeanne d'Arc, se presenta bajo forma de "musical",algo que me temo no logré entender y tampoco identificarme conél. El proceder de Dumont es fiel a su peculiar filmografía queen ocasiones roza con los límites de ascetismo dramatizado (24palmas, 2003, Flanders, 2006, Slack Bay 2016) experimental.
OBRA DÉBIL
Más presencia latinoamericana aquí y si empezamos desde abajohacia arriba el peldaño más bajo le corresponde a La cordillera,el tercer filme del argentino Santiago Mitre estrenado ayer en lasección Un Certain Regard. Al contrario de su excelente segundapelícula, Paulina, con la que ganó aquí hace dos años el GranPremio de la Semana de la Crítica, La cordillera resulta ser unaobra débil y discutible, principalmente a nivel de guióncoescrito por el director. Me imagino que la forma de thrillerpolítico que adopta el director para contar la historia de unpresidente argentino que acude a una cumbre latinoamericana enChile, aspira a un público amplio más allá de aquel afín a laspelículas del autor.
Lo malo es que, el bien esbozado, desde el punto derealización, con el contexto de sucios arreglos políticos y decorrupción de alto nivel en el que se desarrolla la trama, se venegativamente afectado por la historia paralela de los problemassicológicos de la hija del presidente a quien él lleva consigo ala cumbre. Esta parte de la película que ocupa gran parte de suduración desentona completamente con el resto a pesar de que unopodría sospechar que a raíz de las alucinaciones de la hija sepueden encontrar tachas grises en el pasado del presidente queafectarían su imagen pública de un mandatario honesto. Pero metemo que esta hipótesis que podría en parte explicar la "doble"trama del filme queda en el aire tanto como el filme mismo.
Ricardo Darín interpreta el papel del presidente, el mexicanoDaniel Giménez Cacho aquel del presidente mexicano presente en lacumbre mientras que la chilena Paulina García sale de presidentadel país anfitrión. Es justamente la excelente García reveladaen 2013 con Gloria, de Sebastián Lelio para la que ganó el Oso dePlata a la mejor actriz en la Berlinale, quien protagoniza lacoproducción argentino/chilena, La novia del desierto, el retratode una mujer de edad media, sirvienta de confianza en un familia deBuenos Aires quien al ser enviada a ayudar la familia de susempleados en la provincia, emprende un viaje que le ofrecerá laposibilidad de enfrentarse a una vida diferente. Sensible, bienllevada y de un humanismo que emociona, La novia del desiertodestacó entre las películas latinoamericanas estrenadas hastaahora aquí y entre las cuales mencionaremos La defensa deldragón, primera obra de la colombiana Natalia Santa, y La familia,dirigida por el debutante venezolano Gustavo Rondón Córdova.