CANNES. El primer día de competencia oficial resultó tan frustrante como la presentación de gala fuera de competencia de la francesa “El segundo acto” con la que se inició el certamen.
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El relevo, en competencia esta vez, lo tomó otra película del país anfitrión, “Diamante bruto”, primer filme de la realizadora Agathe Riedinger acompañada por la co-producción escandinava-polaca “La joven mujer con la aguja”, del sueco Magnus von Horn.
Riedinger aterrizó en la competencia con la aparente esperanza del Comité de selección de marcar un golpe y, a la manera de la ganadora de la Palma de Oro y Oscareada “Crónica de una caída” de Justine Triet el año pasado, crear desde temprana hora un ambiente favorable para el cine francés.
Resultó que el tal diamante no era más que un pedazo de carbón bruto y la historia de una chica de provincia y de clase trabajadora quien influenciada por las redes sociales y los programas de tele-realidad quiere hacerla en grande en el mundo del espectáculo, no convence sobre todo por lo epidérmica que resulta a nivel de guion. No sorprende que el salto de esta realizadora a la competencia de Cannes con apenas dos cortos en su pasado exhibidos aquí, no contó con la experiencia y el tino necesarios para llevar a cabo con éxito su paso al largometraje de ficción.
Experiencia no le faltó, por el contrario al sueco Von Horn quien llegó esta vez a la competencia del festival seleccionado anteriormente en otras secciones: “The Here After” en la Quincena de Realizadores (2015) y “Sweat” en la frustrada a raíz de la pandemia Selección Oficial del certamen de 2020.
La temática de “La joven mujer con la aguja” está basada en un hecho real, el caso de la danesa Dagmar Overbyen, una señora que en la época de entre la dos guerras mundiales, asesinó a un gran número de niños que le fueron confiados por sus madres de clase trabajadora quienes no podían sostenerlos, con la promesa por parte de ella de darlos en adopción a familias de buenos medios económicos. El guion involucra a una joven quien al entregar su niño a Overbyen –interpretada por la conocida actriz danesa Trine Dyrholm- se involucra con ella en una relación que conforme avanza se vuelve enfermiza y negra hundiéndose en los recovecos más negros de la psique humana.
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Algo que, todas proporciones guardadas, recuerda una de las temáticas de muchas películas de nuestro gran cineasta Arturo Ripstein. Con la sustancial diferencia que Von Horn no tiene la capacidad de Ripstein para elevar su temática de un caso particular a una dimensión universal y no logra llevar su historia a una catarsis por no haber anteriormente plasmado sus personajes dentro de su contexto social. Más que hacernos participar su realización, casi teatral, nos guarda a distancia. Así que a pesar de los impresionantes logros técnicos -foto y locaciones recuerdan mucho el expresionismo alemán– la película nunca logran hacernos sentir empatía por los personajes.
Hoy se iniciaron además las secciones paralelas de Cannes, La Quincena de Cineastas (ex Realizadores) y la Semana de la Crítica. Destacó en la primera la ceremonia de premiación con la Carreta de Oro a la realizadora británica Andrea Arnold en reconocimiento a su carrera. El mismo premio ha sido entregado en años pasados a figuras como Martin Scorsese, Agnes Varda, John Carpener y Frederick Wiseman. Arnold presentará además aquí su nueva película “Pájaro” seleccionada para la competencia.