El inicio de la segunda parte del festival, que concluye este fin de semana con la entrega de la Palma de Oro, se verificó de la mejor manera posible.
Después de la glamurosa y emotiva presentación anoche de 2001-La Odisea del Espacio, del visionario Stanley Kunbrick, marcando los 50 años desde su primera presentación, aniversario que justamente coincidió con el de los 50 años de la revuelta estudiantil de mayo 1968 que también afectó en aquel tiempo al festival (su cancelación en aquel año y la creación de la Quincena de Realizadores), la película italiana en competencia Lázaro el Feliz confirmó plenamente el talento y las promesas de la joven realizadora Alicia Rohrwacher, quien regresó a la competencia donde su segunda película Las Maravillas fue acreedora del Gran Premio del Jurado en 2014, después de haber sido revelada en la Quincena de Realizadores en 2011 con su primer largo Cuerpo Celeste.
Lázaro el Feliz es el retrato de un personaje bondadoso, un joven campesino de comportamiento realista con toques de surreal y de comunicación con lo divino que acompaña y a la vez vela por el bienestar de sus compañeros campesinos trasladados al barrio marginal de una ciudad después de haber sido evacuados de su pueblo donde eran explotados por una terrateniente local y alejados de sus tradicionales y milenarias costumbres.
La realizadora-guionista se sitúa dentro de la línea temática de maestros del cine italiano como lo fueron Vittorio de Sica (Ladrones de bicicletas,1948), Ermano Olmi (El árbol de los zapatos, 1978) y los hermanos Taviani (La noche de San Lorenzo, 1982), donde el arraigo a la tierra y los valores tradicionales van a la par con los cambios sociales a los que se enfrentan los italianos de la postguerra.
El delicado equilibrio narrrativo situado entre lo real y lo sobrenatural se plasma en una película que, a mi manera de ver, se coloca a la punta de las favoritas para un premio importante que podría ser la misma Palma de Oro, tanto porque Lázaro es la primera película de la competición que se atreve a tomar riesgos, por el hecho que se trata de una realizadora en un momento en que el movimiento por la paridad de géneros se manifiesta diariamente en este certamen en el que a lo largo de sus 71 años solamente una realizadora se ha llevado la máxima presea del festival, la australiana Jane Campion en 1993 por El Piano.
Mencionaremos muy brevemente las nada menos que dos pelÍculas japonesas con las que se completó la competencia el día de hoy, ya que ambas tratando temas similares, aquellos del desdoblamiento de identidad, no llegaron a convencer y llevarse la empatía del público cinéfilo.
Se trató de un asunto familiar del conocido y recompensado Hirokazu Kore Eda (Tal hijo, tal Padre, premio del jurado en Cannes 2013) y de Asako 1 y 2, de Hamaguchi Ryusuke.
LLegamos así a la principal aportación mexicana este año aquí a través del estreno de Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón, en la Quincena de Realizadores. Presentada justamente antes de la función de gala con la que se celebraron los 50 años de la Quincena creada a raíz de la revuelta estudiantil de mayo de 1968.
Personalmente escogida y defendida por el jefe de la sección, el reconocido crítico Edouard Waintrop, quien deja ya la Quincena después de siete fructíferos años en su timón, la película de Hernández Cordón marca un giro temático y sobre todo narrativo respecto a las cintas anteriores del prolífico director (Gasolina, 2008, Te Prometo Anarquía, 2015) a través de la historia de un grupo de niños quienes dentro de un contexto intemporal donde las mujeres andan desapareciéndose, tratan de defender al padre de una chica de las bandas locales de narcotraficantes.
Este peculiar ejército guerrillero, capitaneado por la hijita del señor disfrazada de niño, recuerda a veces por sus acciones a libros de comics…De ser así el caso sería bienvenido y hasta divertido, nada más que me temo que el director-guionista tiene aspiraciones más serias y de crítica postura social tratando el asunto a través de una línea narrativa que me atrevería a calificar como de post Reygadas.
Sé por experiencia propia que este tipo de narración en las películas mexicanas tiene aceptación y adeptos en el circuito de los festivales internacionles. Prueba de esto la muy buena acogida del público en ambas presentaciones de hoy en día en la Quincena.
Cerrando esta nota mencionaremos que igualmente se llevó a cabo dentro del Mercado del Film bajo el título genérico "Guadalajara Goes to Cannes" la exhibición por parte del festival tapatío de 5 películas latinoamericanas de largometraje en estado de postproduccion desarrolladas en la sección Works in Progress del Festival de Guadalajara en marzo pasado.
El director del festival, Iván Trujillo, y la directora del Mercado de Guadalajara, Estrella Araiza, estuvieron a cargo de la presentación. También se llevó a cabo la tradicional recepción del cine mexicano a cargo de Imcine.