/ viernes 17 de enero de 2020

La dulce vida de Federico Fellini

Este 20 de enero se cumplen 100 años del nacimiento del italiano, uno de los directores y guionistas más prominentes en la historia del cine

Director, guionista y caricaturista son algunos de los títulos que se le pueden otorgar a Federico Fellini. Con 12 nominaciones al Oscar, cuatro de sus películas galardonadas con el premio de la Academia a Mejor Película Extranjera y más de 70 premios recibidos en casi medio siglo de trayectoria, el italiano es hoy uno de los personajes clave en la historia del cine.

Fellini dirigió 21 largometrajes, además de algunos segmentos cinematográficos donde abordó historias como las de Edgar Allan Poe. Se caracterizó por su particular estilo narrativo a partir de episodios, así como por abordar personajes de la vida diaria, interpretados por actores con características físicas únicas que dieron sello a sus historias.

“Federico Fellini era un artista y así se le debe reconocer”, así lo define Lucero Fragoso, doctora en filosofía y quien en julio pasado impartió un curso sobre el cineasta en la Cineteca Nacional. “Él fue un personaje que hizo innovaciones muy importantes en el cine y que hoy en día siguen vigentes”.

El legado de Fellini traspasa la pantalla. De su trabajo surgieron dos palabras que hoy en día son parte del habla popular y de los especialistas cinematográficos. Por un lado “paparazzi”, cuyo origen proviene del personaje Papazzo, interpretado entonces por Walter Santesso, un fotógrafo que aparece en la cinta La Dolce Vita.

Por otro lado está el término “Fellinesco”, que a consideración del crítico Rafael Aviña “se refiere esencialmente a dos cosas: primero, a los rostros fuera de lo común de los personajes, que tienen ojos particulares o una nariz que rompe con todo; pero también a esta visión surrealista de los seres desamparados en ambientes marginales”, temáticas que el italiano abordaba en sus cintas.

Y es que Federico Fellini fue un testigo de su realidad, que tuvo su nacimiento artístico en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.

“Se puede entender la figura de Fellini a partir del neorrealismo italiano, una corriente que surgió en Italia tras el conflicto bélico y cuyo movimiento intentaba mostrar cómo vivía la gente común y corriente, retratada en su vida cotidiana”, explica la doctora Lucero Fragoso.

“El movimiento se caracterizaba porque más que enfocarse en individuos retrataba grupos como campesinos, mujeres, viejos y soldados de la guerra; se enfocaba mucho en las vivencias de gente humilde. Recurrieron a actores no profesionales, escenarios naturales, grababan las ciudades tal y como estaban, si es que habían quedado en ruinas; y Fellini hablaba mucho de este cine. De hecho trabajó como guionista de uno de los principales directores del neorrealismo que fue Roberto Rossellini y fue actor de una de sus películas que se llamó El Milagro”.

SU HISTORIA

Federico Fellini es el hijo primogénito de Ida Barbiani y Urbano Fellini, una familia de clase acomodada, y desde pequeño demostró su interés por el dibujo. A los 18 años se mudó a Florencia, donde comienza una carrera como caricaturista en el periódico La Domenica del Corriere y la revista 420; un año después se traslada a Roma, donde se especializa en Derecho.

Fueron estos pilares los que le dieron a Fellini el contacto con el mundo del espectáculo. En 1940 comenzó a colaborar con Aldo Fabrizi, actor, guionista y director de cine italiano; de ahí que escribiera su primer guion, Before the Postman. Un año más tarde conoció a Giulietta Masina, con quien comienza una relación profesional y poco después una sentimental. Se casa con ella en 1943 y permanecen juntos hasta la muerte del cineasta.

Fue a mediados de los años cuarenta cuando Fellini conoce a Roberto Rossellini, con quien trabaja en el guion de Roma, Ciudad Abierta, en 1946, trabajo por el que recibe su primera nominación al Oscar como guionista. Un año más tarde obtiene una segunda nominación en este mismo rubro gracias a Piasà, donde también trabaja con Rossellini.

Es hasta 1950 que el italiano realiza su debut como cineasta. Codirige la cinta Luces de Variedad junto a Alberto Lattuada. Dos años más tarde realiza El Jeque Blanco, que significa su primera película como director solo y con la que aspira por primera vez al León de Oro en el Festival de Venecia; es a partir de entonces que “Fellini hace suyo el arte cinematográfico, hace sus propias películas, y más que en lo social empieza a enfocarse en los problemas existenciales de las personas”, destaca Lucero Fragoso.

En los años cincuenta también dirige Los Inútiles, con la que gana el León de Plata, galardón que repite un año más tarde gracias a La Strada; ambas películas le otorgan dos nominaciones más al Oscar en la categoría de Mejor Guion. Esta última cinta fue la primera en ganar la categoría de Mejor Película Extranjera, terna que la Academia de Hollywood incluyó de manera regular a la ceremonia en 1957; un año después, Fellini se lleva este mismo premio por Las Noches de Cabiria.


Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños

Federico Fellini

Sin embargo, el antes y el después de Federico Fellini ocurre en 1960 con el estreno de La Dolce Vita. La película, protagonizada por Marcello Mastroianni, Anita Ekberg y Anouk Aimée, estaba dividida por episodios y su historia seguía a un periodista que se convierte en un tipo de guía ante el desencanto de Roma tras la Segunda Guerra Mundial.

“Me parece que esta resulta su gran obra, porque es el punto de inflexión donde trasciende la representación realista, las imágenes y lo visual toman un gran poderío. Aquí empieza muy marcada la narración por episodio y es muy atinado al reflejar el nuevo contexto italiano del milagro económico, donde empiezan a surgir clases sociales más estables y un nuevo sector social que son los periodistas y el medio. De ahí se revela como cineasta con un estilo propio”, explica la doctora Fragoso.

A partir de entonces, el trabajo fílmico de Federico Fellini comienza a explorar otros tipos de narrativas “con referencia al mundo místico, a los sueños –destaca la especialista–. Y muchos de sus sueños los dibuja y le sirven como referentes de puestas en escena, de tomas, composición fotográfica que usa en sus películas. Entonces, pasa de ser un cineasta narrativo a uno poético, en cuyas historias no hay un principio, un desarrollo y un final, sino que resultan fuertes dramatizaciones pero sin un encadenamiento como es una historia común y corriente”, explica Lucero Fragoso.

Es ahí donde comienza el mayor legado de Federico Fellini, mismo que después de años sigue siendo referente para cineastas de hoy en día.

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Director, guionista y caricaturista son algunos de los títulos que se le pueden otorgar a Federico Fellini. Con 12 nominaciones al Oscar, cuatro de sus películas galardonadas con el premio de la Academia a Mejor Película Extranjera y más de 70 premios recibidos en casi medio siglo de trayectoria, el italiano es hoy uno de los personajes clave en la historia del cine.

Fellini dirigió 21 largometrajes, además de algunos segmentos cinematográficos donde abordó historias como las de Edgar Allan Poe. Se caracterizó por su particular estilo narrativo a partir de episodios, así como por abordar personajes de la vida diaria, interpretados por actores con características físicas únicas que dieron sello a sus historias.

“Federico Fellini era un artista y así se le debe reconocer”, así lo define Lucero Fragoso, doctora en filosofía y quien en julio pasado impartió un curso sobre el cineasta en la Cineteca Nacional. “Él fue un personaje que hizo innovaciones muy importantes en el cine y que hoy en día siguen vigentes”.

El legado de Fellini traspasa la pantalla. De su trabajo surgieron dos palabras que hoy en día son parte del habla popular y de los especialistas cinematográficos. Por un lado “paparazzi”, cuyo origen proviene del personaje Papazzo, interpretado entonces por Walter Santesso, un fotógrafo que aparece en la cinta La Dolce Vita.

Por otro lado está el término “Fellinesco”, que a consideración del crítico Rafael Aviña “se refiere esencialmente a dos cosas: primero, a los rostros fuera de lo común de los personajes, que tienen ojos particulares o una nariz que rompe con todo; pero también a esta visión surrealista de los seres desamparados en ambientes marginales”, temáticas que el italiano abordaba en sus cintas.

Y es que Federico Fellini fue un testigo de su realidad, que tuvo su nacimiento artístico en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.

“Se puede entender la figura de Fellini a partir del neorrealismo italiano, una corriente que surgió en Italia tras el conflicto bélico y cuyo movimiento intentaba mostrar cómo vivía la gente común y corriente, retratada en su vida cotidiana”, explica la doctora Lucero Fragoso.

“El movimiento se caracterizaba porque más que enfocarse en individuos retrataba grupos como campesinos, mujeres, viejos y soldados de la guerra; se enfocaba mucho en las vivencias de gente humilde. Recurrieron a actores no profesionales, escenarios naturales, grababan las ciudades tal y como estaban, si es que habían quedado en ruinas; y Fellini hablaba mucho de este cine. De hecho trabajó como guionista de uno de los principales directores del neorrealismo que fue Roberto Rossellini y fue actor de una de sus películas que se llamó El Milagro”.

SU HISTORIA

Federico Fellini es el hijo primogénito de Ida Barbiani y Urbano Fellini, una familia de clase acomodada, y desde pequeño demostró su interés por el dibujo. A los 18 años se mudó a Florencia, donde comienza una carrera como caricaturista en el periódico La Domenica del Corriere y la revista 420; un año después se traslada a Roma, donde se especializa en Derecho.

Fueron estos pilares los que le dieron a Fellini el contacto con el mundo del espectáculo. En 1940 comenzó a colaborar con Aldo Fabrizi, actor, guionista y director de cine italiano; de ahí que escribiera su primer guion, Before the Postman. Un año más tarde conoció a Giulietta Masina, con quien comienza una relación profesional y poco después una sentimental. Se casa con ella en 1943 y permanecen juntos hasta la muerte del cineasta.

Fue a mediados de los años cuarenta cuando Fellini conoce a Roberto Rossellini, con quien trabaja en el guion de Roma, Ciudad Abierta, en 1946, trabajo por el que recibe su primera nominación al Oscar como guionista. Un año más tarde obtiene una segunda nominación en este mismo rubro gracias a Piasà, donde también trabaja con Rossellini.

Es hasta 1950 que el italiano realiza su debut como cineasta. Codirige la cinta Luces de Variedad junto a Alberto Lattuada. Dos años más tarde realiza El Jeque Blanco, que significa su primera película como director solo y con la que aspira por primera vez al León de Oro en el Festival de Venecia; es a partir de entonces que “Fellini hace suyo el arte cinematográfico, hace sus propias películas, y más que en lo social empieza a enfocarse en los problemas existenciales de las personas”, destaca Lucero Fragoso.

En los años cincuenta también dirige Los Inútiles, con la que gana el León de Plata, galardón que repite un año más tarde gracias a La Strada; ambas películas le otorgan dos nominaciones más al Oscar en la categoría de Mejor Guion. Esta última cinta fue la primera en ganar la categoría de Mejor Película Extranjera, terna que la Academia de Hollywood incluyó de manera regular a la ceremonia en 1957; un año después, Fellini se lleva este mismo premio por Las Noches de Cabiria.


Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños

Federico Fellini

Sin embargo, el antes y el después de Federico Fellini ocurre en 1960 con el estreno de La Dolce Vita. La película, protagonizada por Marcello Mastroianni, Anita Ekberg y Anouk Aimée, estaba dividida por episodios y su historia seguía a un periodista que se convierte en un tipo de guía ante el desencanto de Roma tras la Segunda Guerra Mundial.

“Me parece que esta resulta su gran obra, porque es el punto de inflexión donde trasciende la representación realista, las imágenes y lo visual toman un gran poderío. Aquí empieza muy marcada la narración por episodio y es muy atinado al reflejar el nuevo contexto italiano del milagro económico, donde empiezan a surgir clases sociales más estables y un nuevo sector social que son los periodistas y el medio. De ahí se revela como cineasta con un estilo propio”, explica la doctora Fragoso.

A partir de entonces, el trabajo fílmico de Federico Fellini comienza a explorar otros tipos de narrativas “con referencia al mundo místico, a los sueños –destaca la especialista–. Y muchos de sus sueños los dibuja y le sirven como referentes de puestas en escena, de tomas, composición fotográfica que usa en sus películas. Entonces, pasa de ser un cineasta narrativo a uno poético, en cuyas historias no hay un principio, un desarrollo y un final, sino que resultan fuertes dramatizaciones pero sin un encadenamiento como es una historia común y corriente”, explica Lucero Fragoso.

Es ahí donde comienza el mayor legado de Federico Fellini, mismo que después de años sigue siendo referente para cineastas de hoy en día.

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