CANNES. El estreno en competencia de las últimas películas de dos directores galardonados ya con la Palma de Oro en el pasado prometía ser el plato fuerte del certamen en esa jornada.
Por un lado Cristian Mungiu, jefe de fila del renacimiento del cine rumano. Por otro, el sueco Ruben Ostlund, Palma de Oro hace cinco años por Cuadrángulo.
R.M.N., de Mingiu se desarrolla en un pequeño pueblo rumano, cuyos habitantes emigran en búsqueda de trabajo a Alemania y Hungría. Ilustra con fuerza los efectos de la globalización, la realidad de las oleadas de refugiados que inundan Europa y la dificultad de convivir, de lo pobladores que se rebelan contra la presencia de trabajadores extranjeros en una pequeña fábrica alimenticia de la región.
A pesar de un final que se antoja ambiguo respecto al futuro y la postura ideológica del personaje principal, El triángulo de la tristeza de Ostlund no convenció y decepcionó en cuanto a las posibilidades del director-guionista de proponer una crítica eficiente respecto al mundo de la moda, de los influencers en los medios sociales y de la clase parásita rica tal y como lo había logrado con éxito respecto a la industria de las artes en El cuadrángulo.
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Conmovedora resultó por el contrario Pamfir, estrenada en la Quincena de Realizadores donde el director ucraniano Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk presenta en este su primer film la inevitable recaída de un joven ucraniano al contrabando de alcohol para poder mantener a su familia en un pueblo vecino a la frontera con Rumania. Fuerte y sin miserabilismos la película se antoja acorde con la situación que vive actualmente Ucrania. El festival organiza un acto dedicado al cine de aquel país, este domingo se organiza aquí una gran colecta para los refugiados ucranianos mientras que la irrupción de una mujer desnuda en la alfombra roja del festival protestando por las masacres en aquel país hizo ya la ronda de los medios internacionales.
De nuevo en la Quincena de Realizadores anotaremos la excelente presentación de la gran estrella francesa Lea Seydoux en el papel de bajo perfil de una mujer quien se ocupa de su padre afectado por una enfermedad neurodegenerativa a la vez que trata de llevar su vida al lado de su pequeña hija. La película, Una bella mañana y directora, la conocida Mia Hansen-Love, en competencia el año pasado aquí con La isla Bergman.