/ jueves 20 de febrero de 2020

Luis Buñuel, el ogro bromista al que todos querían

Reconocido en el cine mundial por sus historias polémicas con imágenes desconcertantes, Luis Buñuel fue un director que era conocido en su gremio por su buen humor, el cual ocupó para trabajar con sus actores en más de una ocasión.

De Luis Buñuel se han escuchado muchas cosas. Que si fue transgresor de su época por las temáticas de sus películas; que gracias a su trabajo el surrealismo tiene una representación en el séptimo arte; si de verdad era mexicano o español; o que su obra no fue lo suficientemente reconocida en su época.

Lo que pocos saben es que Luis Buñuel era uno de los directores más queridos por la comunidad cinematográfica no sólo de México, sino del mundo. Más allá de su trabajo, su característica personalidad lo hizo famoso entre su comunidad: “En apariencia era como un ogro”, dice Javier Espada, quien fuera director del Centro Buñuel de Calanda, en España –su ciudad natal–, y que en nuestro país asesoró documentalmente la exposición Buñuel en México que se presenta en la Cineteca Nacional.

Lo cierto es que Luis Buñuel, de quien este sábado se celebran 120 años de su natalicio, era un tipo que se destacaba por su gran sentido del humor. Echaba mano de la risa para tocar la sensibilidad de sus actores y era capaz de poner todas sus energías para reírse con su equipo: “Tenía un gran sentido del humor que disimulaba, pero le encantaba preparar bromas que eran como un cortometraje”, recuerda el especialista.

Existe una anécdota en la que el director le jugó una broma bastante elaborada a Fernando Rey, el famoso actor español con quien trabajó en múltiples cintas. “Ellos estaban sentados en la terraza de un bar y Buñuel contrató a todo un colegio para que le pidieran autógrafos sólo a él, ignorando a Fernando, que era muy conocido en España. Pero claro, cuando a partir de la tercera persona sólo se acercan a Buñuel y Rey se da cuenta que a él ni siquiera lo mira, se da cuenta de que todo era una broma”, dice el especialista.

El carisma y la particularidad de su cine, que exploraba las inquietudes del ser humano a través de la realidad y sus sueños, hicieron de Luis Buñuel uno de los cineastas más queridos y reconocidos de su época. Espada pone de ejemplo la cena que cineastas como Billy Wilder, Jean-Claude Carrière o Alfred Hitchcock celebraron en en la ciudad de Los Ángeles en noviembre de 1972 para darle la bienvenida a Hollywood.

“La cena la organiza George Cukor en su casa. Y ahí están todos, hasta John Ford que casi no podía ni andar. Hitichcock se sienta a su lado, está hablando de vino toda la comida y cuando le preguntan quién es el mejor director de cine dice ‘Después de mí, Buñuel’, lo cual da idea de cómo era valorado este director”, dice.

Luis Buñuel con el director José Estrada y el actor Ignacio López Tarso / Cortesía | Fototeca Mario Vázquez Raña

El buen humor también era una herramienta que Luis Buñuel tenía como director para tocar la sensibilidad de sus actores. Javier Espada describe la mala experiencia que vivió el histrión Jorge Mistral mientras rodaba Abismos de pasión. “Buñuel nunca le daba instrucciones y él no sabía si estaba actuando bien o mal, no se sentía seguro”, explica.

La inquietud de Mistral fue tal que se acercó desesperado al guionista Julio Alejandro para pedirle que hablara con Buñuel y saber qué tal lo estaba haciendo. “’No, no, fatal, lo hace muy mal’”, respondió el director al guionista. “’‘Pero claro, es guapo, es el malo y si encima actúa bien me arruina la película’. Esos eran un poco los juegos de Buñuel, era una broma, pero tenía ahí su punto divertido”.

El director de Los olvidados, Viridiana o El Ángel exterminador disfrutaba mucho poner a prueba a sus actores: “A veces llegaba y reunía el primer día de rodaje a los actores principales y les preguntaba ‘¿cuántos primeros planos quieren ustedes? Porque yo los cobro’. Ellos preguntaban cuánto costaban, él decúa una cantidad y sacaban cuenta: ‘Amm, pues yo quiero 20’; ‘No, pues yo no puedo pagar tantos, póngame 12’, decían. Luego, claro, se daban cuenta que era una broma, pero les había tocado el ego a los actores”.

Luis Buñuel

Pero así como había quienes alababan su trabajo y personalidad, había quienes no bromeaban en su contra: “Por ejemplo, Charles Chaplin amenazaba a sus hijos con proyectarles El Perro Andaluz si no se portaban bien, también había cierto humor con su cine”, bromea Espada recordando estas anécdotas que ha recopilado desde que se especializó en el cine de Buñuel hace décadas.

A 120 años del nacimiento de Luis Buñuel, su personalidad y su obra fílmica son recordadas como tesoros del cine mexicano. Y es que el director español llegó como exiliado a nuestro país después de 1939, cuando termina la Guerra Civil Española.

“En ese momento la industria de cine mexicano es todavía muy boyante, funcionando con esa fuerza que adquirió de la época dorada que llega a salpicar a Buñuel con Gran Casino”, su primera película en México.

De Luis Buñuel se han escuchado muchas cosas. Que si fue transgresor de su época por las temáticas de sus películas; que gracias a su trabajo el surrealismo tiene una representación en el séptimo arte; si de verdad era mexicano o español; o que su obra no fue lo suficientemente reconocida en su época.

Lo que pocos saben es que Luis Buñuel era uno de los directores más queridos por la comunidad cinematográfica no sólo de México, sino del mundo. Más allá de su trabajo, su característica personalidad lo hizo famoso entre su comunidad: “En apariencia era como un ogro”, dice Javier Espada, quien fuera director del Centro Buñuel de Calanda, en España –su ciudad natal–, y que en nuestro país asesoró documentalmente la exposición Buñuel en México que se presenta en la Cineteca Nacional.

Lo cierto es que Luis Buñuel, de quien este sábado se celebran 120 años de su natalicio, era un tipo que se destacaba por su gran sentido del humor. Echaba mano de la risa para tocar la sensibilidad de sus actores y era capaz de poner todas sus energías para reírse con su equipo: “Tenía un gran sentido del humor que disimulaba, pero le encantaba preparar bromas que eran como un cortometraje”, recuerda el especialista.

Existe una anécdota en la que el director le jugó una broma bastante elaborada a Fernando Rey, el famoso actor español con quien trabajó en múltiples cintas. “Ellos estaban sentados en la terraza de un bar y Buñuel contrató a todo un colegio para que le pidieran autógrafos sólo a él, ignorando a Fernando, que era muy conocido en España. Pero claro, cuando a partir de la tercera persona sólo se acercan a Buñuel y Rey se da cuenta que a él ni siquiera lo mira, se da cuenta de que todo era una broma”, dice el especialista.

El carisma y la particularidad de su cine, que exploraba las inquietudes del ser humano a través de la realidad y sus sueños, hicieron de Luis Buñuel uno de los cineastas más queridos y reconocidos de su época. Espada pone de ejemplo la cena que cineastas como Billy Wilder, Jean-Claude Carrière o Alfred Hitchcock celebraron en en la ciudad de Los Ángeles en noviembre de 1972 para darle la bienvenida a Hollywood.

“La cena la organiza George Cukor en su casa. Y ahí están todos, hasta John Ford que casi no podía ni andar. Hitichcock se sienta a su lado, está hablando de vino toda la comida y cuando le preguntan quién es el mejor director de cine dice ‘Después de mí, Buñuel’, lo cual da idea de cómo era valorado este director”, dice.

Luis Buñuel con el director José Estrada y el actor Ignacio López Tarso / Cortesía | Fototeca Mario Vázquez Raña

El buen humor también era una herramienta que Luis Buñuel tenía como director para tocar la sensibilidad de sus actores. Javier Espada describe la mala experiencia que vivió el histrión Jorge Mistral mientras rodaba Abismos de pasión. “Buñuel nunca le daba instrucciones y él no sabía si estaba actuando bien o mal, no se sentía seguro”, explica.

La inquietud de Mistral fue tal que se acercó desesperado al guionista Julio Alejandro para pedirle que hablara con Buñuel y saber qué tal lo estaba haciendo. “’No, no, fatal, lo hace muy mal’”, respondió el director al guionista. “’‘Pero claro, es guapo, es el malo y si encima actúa bien me arruina la película’. Esos eran un poco los juegos de Buñuel, era una broma, pero tenía ahí su punto divertido”.

El director de Los olvidados, Viridiana o El Ángel exterminador disfrutaba mucho poner a prueba a sus actores: “A veces llegaba y reunía el primer día de rodaje a los actores principales y les preguntaba ‘¿cuántos primeros planos quieren ustedes? Porque yo los cobro’. Ellos preguntaban cuánto costaban, él decúa una cantidad y sacaban cuenta: ‘Amm, pues yo quiero 20’; ‘No, pues yo no puedo pagar tantos, póngame 12’, decían. Luego, claro, se daban cuenta que era una broma, pero les había tocado el ego a los actores”.

Luis Buñuel

Pero así como había quienes alababan su trabajo y personalidad, había quienes no bromeaban en su contra: “Por ejemplo, Charles Chaplin amenazaba a sus hijos con proyectarles El Perro Andaluz si no se portaban bien, también había cierto humor con su cine”, bromea Espada recordando estas anécdotas que ha recopilado desde que se especializó en el cine de Buñuel hace décadas.

A 120 años del nacimiento de Luis Buñuel, su personalidad y su obra fílmica son recordadas como tesoros del cine mexicano. Y es que el director español llegó como exiliado a nuestro país después de 1939, cuando termina la Guerra Civil Española.

“En ese momento la industria de cine mexicano es todavía muy boyante, funcionando con esa fuerza que adquirió de la época dorada que llega a salpicar a Buñuel con Gran Casino”, su primera película en México.

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