GUADALAJARA. En día y medio el cuerpo sin vida de un migrante puede desaparecer del desierto si no es encontrado a tiempo. Los buitres que vuelan alrededor no tienen piedad ante los restos inertes de quien sea que haya perdido la batalla ante el calor de la frontera entre México y Estados Unidos que puede rondar de los 45 a los 50 grados centígrados.
Este es el fatídico destino con el que cientos de centroamericanos se encuentran en su intento por cumplir el sueño americano a través de la misma ruta por la que viaja el tren mejor conocido como La Bestia, un vehículo que desde lo lejos parece ser un transporte a la esperanza para los migrantes, pero que de frente impone tanto como la desolación del propio desierto.
▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias
Esta realidad es la que muestra el documento Frontera Sur, largometraje dirigido por Raúl Paz Pastrana y que fue presentado en la 35 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, donde compite por el Premio Mezcal, y en el que se muestra la travesía de los migrantes desde la perspectiva de un antropólogo especialista en el tema y la de Gustavo López Quiroz, quien fue el segundo migrante en recibir una visa de tránsito por Mexico luego de ser atacado a balazos en su paso por Tlaxcala.
El filme fue producido durante cinco años por un equipo que siguió la ruta migrante desde Centroamérica hasta Estados Unidos, y que según sus creadores, buscaba mostrar las historias humanas de estas personas que han quedado ocultas por las cifras del gobierno que distan mucho de la realidad de quienes transitan por nuestro país para llegar al país vecino.
“Retrata evidentemente momentos fuertes de todas las historias que todos hemos escuchado. Pero lo más valioso es el retrato de estos momentos de convivio entre los migrantes, esta dosificación de las distintas voces que transitan por la ruta, este punto de vista de darle al espectador un espacio donde se sienta participe de esta situación y pueda tener un acercamiento más humano y una mirada menos ajena”, consideró la productora Cecilia Girón.
Filmar a lo lago y ancho de esa ruta es sinónimo de peligro las 24 horas del día, señala la productora. Pero una de las consideraciones que el equipo mantuvo durante el rodaje fue cuidar la identidad de sus protagonistas, quienes pueden llegar a sufrir abusos por parte de los cárteles de narcotráfico en México.
“Se evitó entrevistar o seguir a mujeres o niños, era súper complicado y peligroso el que vieran al equipo ayudándolos, dándoles comida o, entrevistándolos porque era hacerlos visibles”, describió.