Es imposible pensar en la Ciudad de México sin el emblemático Castillo de Chapultepec, el cual tiene un arraigo colonial y sufrido de distintas transformaciones con el paso de los años. Sin mencionar que ha sido testigo de múltiples episodios y personalidades históricas del país.
El Castillo que habita un bosque ha pasado por todas las etapas históricas de México, desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad. Chapultepec es sin duda una de las zonas más simbólicas para el país, pues en cada periodo ha desarrollado un papel diferente.
En los tiempos prehispánicos, en el Bosque de Chapultepec se tiene registro que desde tiempos previos a Teotihuacán, civilizaciones pasaron por dicha zona. Con los años, tanto teotihuacanos y posteriormente toltecas tuvieron todo tipo de actividades en el cerro. A la llegada y consagración de los mexicas en el Valle de México, el lugar fue considerado como sagrado y sitio estratégico, debido a los manantiales que surtían de agua potable a Tenochtitlán.
De acuerdo con el Museo Nacional de Historia (MNH), los manantiales de Chapultepec eran tan importantes para los mexicas, que se construyó un acueducto de carrizo, piedra y lodo. Dicha obra fue mandada a hacer por el mismísimo Nezahualcóyotl, señor de Texcoco, quien se negó a cobrar por la construcción, ganándose el derecho a vivir en el icónico bosque.
Cabe mencionar que durante la Conquista, la toma del acueducto por los invasores fue fundamental para la caída de Tenochtitlán. Hernán Cortés bloqueó el flujo del acueducto, el cual era su sustento de agua potable, debido a que el agua del Lago de Texcoco era salada.
Origen del Castillo de Chapultepec
Ya en los años de la Nueva España, en 1530 Carlos Quinto decretó que el bosque de Chapultepec pasaba a ser propiedad de la Ciudad de México, terminando con las ambiciones de Hernán Cortés de construir propiedades en dicha zona. Con los años, los primeros virreyes contemplaron el lugar como uno de descanso, recreación y esparcimiento.
Fue así que entre los años 1590 y 1595, el virrey Luis de Velasco mandó a construir un palacio de recreo en la falda del cerro. Así, entre 1624 y 1635, el virrey Rodrigo Pachecoy Osorio, estableció que dicho lugar se utilizara como sitio de fiestas y entretenimiento.
Por más de dos siglos, el palacio construido en Chapultepec fue testigo de múltiples celebraciones de virreyes y personajes distinguidos de la época. La faceta de entretenimiento terminó en el siglo XVIII, luego de que una fábrica de pólvora estallara, causando severos daños al inmueble debido a su cercanía.
Castillo de Chapultepec, ¿una cárcel?
Tras el incidente, por órden del Rey de España, las ruinas del palacio de Chapultepec se usarían como base para la "Cárcel de la Acordada". No obstante, el proyecto fracasó y el edificio fue abandonado.
En 1784, obreros, artesanos y presidiarios de dicha cárcel, construyeron una casa de descanso planeada por el virrey Matías de Gálvez, con la finalidad de reemplazar el edificio que la antecedió. Bernardo de Gálvez, hijo de Matías y virrey consecuente, heredó dicho proyecto. Durante su etapa la construcción del inmueble avanzó considerablemente, el primer edificio se ubicó en el lado poniente de la meseta, con un jardín amurallado y un mirador con vista al oriente.
El costó fue bastante alto, pues llegó a los trescientos mil pesos de aquello época. Sin embargo, en 1785 se suspendieron los trabajos que comenzaban a darle forma de Castillo. Ante tal costo, se recibió la orden real de subastar el edificio, el cual no fue comprado por nadie debido a su alto precio.
Con los años, el problemático inmueble fue elegido como sede del Archivo General de la Nueva España, proyecto que, al igual que muchos otros en el pasado, no se concretó, por lo que fue vendido al Ayuntamiento de la Ciudad de México.
En su interminable lista de proyectos fallidos durante la colonia, el castillo quedó en abandonó tras la Guerra de Independencia, años en los que tuvo un notable deterioro estructural. Eso sin mencionar que un sismo en 1819, dañó aún más la edificación, convirtiéndose en prácticamente una ruina.
Sobrevivió a la invasión estadounidense
Tras estar 14 años en completo abandono por la Guerra de Independencia, en 1833 el ya gobierno mexicano decretó al Castillo de Chapultepec como sede del Colegio Militar, aunque éste fue inaugurado en 1843. Fue de esta manera que el icónico inmueble capitalino fue testigo de uno de los momentos más "traumatizantes" de la historia nacional.
El 12 y 13 de septiembre de 1847, tropas usurpadoras estadounidenses atacaron el Castillo de Chapultepec, la última defensa de la Ciudad de México ante la invasión imperialista de EU. El inmueble estaba resguardado por tropas mexicanas y cadetes del Colegio Militar, los cuales totalizaron tan sólo 832 elementos, mientras que los invasores contaban con 7 mil hombres.
Los estadounidenses comenzaron a bombardear el Castillo de Chapultepec desde el 12 de septiembre y lanzaron un asalto militar el 13 de septiembre, día en que se conmemora este hecho histórico.
Cabe mencionar que los 600 integrantes del Batallón San Blas fallecieron en la defensa del Castillo de Chapultepec, quienes trataron de evitar que los estadounidenses llegaran a los cadetes del Colegio Militar
En dicha guerra, al país le fueron usurpados dos millones trescientos mil kilómetros cuadrados de territorio nacional. Tras la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, México perdió los estados de California, Nuevo México, Arizona, Texas, nevada, Utah, y parte de Colorado y Wyoming.
En dicho ataque militar, el Castillo de Chapultepec sufrió daños por lo que vivió una nueva etapa de reconstrucción.
Residencia del Segundo Imperio Mexicano
Entre 1859 y 1860, el Castillo fue utilizado como residencia del entonces presidente Miguel Miramón, que al igual que al histórico inmueble, logró sobrevivir al asalto estadounidense de 1847.
Posteriormente, en junio de 1864, durante el Segundo Imperio Mexicano, Maximiliano y Carlota de Habsburgo eligieron el Castillo de Chapultepec como residencia. Así, fue renombrado como Palacio Imperial de Chapultepec y “Miravalle” en honor al Castillo de Miramar.
Por ello, el arquitecto mexicano Ramón Rodríguez Arangoity realizó obras de remodelación al castillo, entre ellos el Alcázar, por lo que se comenzó a consagrar como una construcción de prestigio y jerarquía, y se le comenzó a considerar como una obra de arte.
"De esa época datan: la arcada neoclásica que actualmente ostenta la fachada sur del Castillo, los jardines interiores arreglados al gusto de la emperatriz Carlota; Las Bacantes, de estilo pompeyano, que pintó Santiago Rebull a solicitud de Maximiliano, y la rampa de acceso al Castillo, que unía el sitio con lo que hoy se conoce como Paseo de la Reforma", explica el sitio web del Museo Nacional de Historia.
Castillo de Chapultepec, testigo de la primera exhibición de cine en México
Luego de la presidencia de Lerdo de Tejada, quien vivió en el Castillo de Chapultepe, en 1878, a inicios del Porfiriato, se creó el Observatorio Astronómico Nacional, el cual también habitó dicho inmueble hasta 1883. Posteriormente fue trasladado al pueblo de Tacubaya.
El Castillo de Chapultepec volvió a ser sede del Colegio Militar, además de la residencia veraniega de Porfirio Díaz, quien, entre sus objetivos, estaba en convertir el lugar en uno de lujo, de recreación artística y tecnológica. Pues solía invitar a personajes distinguidos internacionales.
Fue así que en 1890, fueron instalados en el Castillo de Chapultepec elevadores y un boliche, e incluso, de acuerdo con el Museo Nacional de Historia, fue en una de sus salas donde se llevó a cabo la primera exhibición de cine en México, en 1896.
Castillo de Chapultepec, Museo Nacional de Historia
El Castillo de Chapultepec también fue residencia de presidentes como Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Fue durante el gobierno del último que se agregaron las pérgolas, el espejo de agua, el Monumento “La Patria agradecida a sus hijos caídos”, realizado por Ignacio Asúnsolo, y la fuente del Chapulín, cuyo escultor fue Luis Albarrán.
Fue hasta Lázaro Cárdenas que el Castillo dejó de ser residencia presidencial, pues la mudó a Los Pinos. De esta manera, el 22 de diciembre de 1938, se decretó que este longevo e histórico inmueble se convirtiera en la sede del Museo Nacional de Historia. Se inauguró el 27 de septiembre de 1944 y sigue con la misma función en la actualidad.