Una ofrenda de consagración descubierta por expertos del Proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la Zona Arqueológica del Templo Mayor, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, confirma la tradición de los soberanos mexicas, de mostrar la riqueza de los territorios conquistados en sus entierros.
“Moctezuma Ilhuicamina, quien gobernó entre los años 1440 y 1469 d.C., priorizó que las ofrendas sepultadas en el Recinto Sagrado de Tenochtitlan reflejaran la riqueza de aquellos territorios que, bajo su mando, habían sido conquistados por la Triple Alianza”, advierte un comunicado del INAH.
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El hallazgo se realizó en la plataforma de la fachada trasera del Huei Teocalli, a unos centímetros de un área que hace 123 años fue afectada por la instalación de un colector de aguas residuales, detalla el texto. El cofre de piedra está asociado con la etapa IVa del Templo Mayor, la cual data de la época del primer Moctezuma.
De acuerdo con las notas, la exploración realizada entre enero y julio, “reveló al equipo del Proyecto Templo Mayor (PTM), dirigido por el arqueólogo Leonardo López Luján, un depósito ritual –denominado Ofrenda 186– en el que resaltan 14 esculturas antropomorfas masculinas y la miniatura de una figurilla femenina”.
Los arqueólogos Alejandra Aguirre Molina y Antonio Marín Calvo, hicieron el descubrimiento de estas esculturas, que presentan rasgos característicos del estilo Mezcala de la sierra norte de Guerrero, por lo que sugieren que los mexicas obtuvieron estas reliquias al conquistar la región del norte de Guerrero.
“Si bien es sabido que los cohuixcas y los chontales de esa región fueron conquistados en tiempos de Moctezuma Ilhuicamina, lo llamativo es que las figurillas Mezcala que otros arqueólogos han recuperado en contextos arqueológicos guerrerenses están fechadas del periodo Preclásico Medio (1200-400 d.C.) al Epiclásico (650-900 d.C.).
“Esto quiere decir que, cuando los mexicas sometieron a esos pueblos, las figurillas ya eran verdaderas reliquias, algunas de ellas de más de mil años de antigüedad, y es de suponer que servían como efigies de culto, de las que se apropiaron como botín de guerra”, explica en el comunicado el arqueólogo Leonardo López Luján.
Adaptación espiritual
En las notas, se menciona que los expertos concluyeron que, “una vez traídas a Tenochtitlan, las esculturas Mezcala fueron objeto de una resignificación religiosa. Así lo evidencian restos de pintura facial, alusiva al dios de la lluvia, Tláloc, añadida por los mexicas a una de ellas”.
Entre los objetos encontrados, hay dos pendientes en forma de serpiente y 137 cuentas de distintas piedras verdes, arena marina y mil 942 elementos de material calcáreo, entre conchas, caracoles y corales.
“Procedentes de las costas del océano Atlántico, conquistadas por la Triple Alianza en tiempos del primer Moctezuma, los caracoles y las conchas marinas ya han sido consolidados, y su identificación biológica estará a cargo de la integrante del PTM, Belem Zúñiga Arellano”, detalla el texto.
Agrega que el hallazgo es resultado de las indagaciones de los arqueólogos para corroborar un patrón visto en las ofrendas 18, 19 y 97, que consistía en cofres de piedra “que habían sido sepultados como ofrendas dedicatorias, bajo las cabezas monumentales de serpientes de la plataforma del Templo Mayor, correspondiente a la etapa IVa.
“En sus hogares, los mexicas acostumbraban guardar en cofres de petate sus más preciadas pertenencias, como plumas finas, joyas o prendas de algodón, y si lo vemos desde el Templo Mayor, que representa a una montaña sagrada repleta de mantenimientos, podemos imaginar a los sacerdotes almacenando en estas ‘petacas de piedra’ los símbolos por excelencia del agua y la fertilidad: esculturas de los dioses de la lluvia, cuentas de piedra verde, conchas y caracoles”, concluye López Luján.
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Tras estos hallazgos, finaliza el comunicado, los expertos tienen la hipótesis que aún podría haber un par de ofrendas más, y para el año próximo, el Proyecto Templo Mayor “solicitará al Consejo de Arqueología del INAH la autorización para remover temporalmente una cabeza de serpiente que se emplaza en el costado norte del Templo Mayor, con miras a explorar bajo su base”.