En Macrofestivales (editado por Península), el periodista español Nando Cruz realiza un ensayo sobre este modelo de música al que considera un “agujero negro” establecido como una forma de “hiperconsumo ultracapitalista” y en el que varios de los artistas que participan ya han superado la barrera del millón de euros en su caché.
“A veces tendemos a pensar que las muestras musicales o culturales son espacios ajenos al capitalismo e incluso contrarios al mismo... En este caso hablamos de espacios que cumplen a rajatabla todas las reglas del capitalismo, que en algunos casos las aceleran, convirtiéndose en espacios de hiperconsumo a unos niveles que son totalmente sobrehumanos”, explica en entrevista.
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Cruz desgrana en su libro diversos aspectos que considera clave en estos eventos que reúnen cada año a miles de personas en diferentes ciudades: desde las cifras económicas que llegan a mover, hasta la precariedad que envuelve a sus trabajadores, pasando por aspectos sociales como la ansiedad que generan o su impacto climático.
“Al final, se han convertido en espacios en los que puedes llegar a sufrir la música más que disfrutarla y me parece que esto ya es el extremo máximo de perversión de una idea que en principio no me parece mala”, apunta.
El periodista reconoce que empezó a pensar en los festivales masivos o macrofestivales como algo perverso varias décadas atrás
“En el libro recuerdo una cosa que me pasó hace muchos años y a lamque no le di ninguna importancia en el momento, que es quedarme dormido en un festival justo cuando tocó uno de mis grupos favoritos.
En ese momento simplemente piensas que eres tú, que estás demasiado flojo de fuerzas, y no que quizás hay cosas que están fallando en la manera que nos proponen consumir la música”, asegura.
“Cuando vas, terminas reventado dejando de ver actuaciones porque no tienes fuerzas para aguantarlas y, sobre todo, vas olvidando supuestas noches memorables en festivales. O sea, acaba el festival, pasan unas semanas y no recuerdas si te gustó o no te gustó aquel grupo, si lo viste o no viste y pasan los años y no recuerdas si algún día te gustó”, lamenta al hablar de eventos con precios que habitualmente están por encima de los 100 euros.
Pasa en todos los géneros musicales
Primavera Sound, Mad Cool o Sonorama Ribera son algunos de los nombres que están asociados a ese “imparable” crecimiento de los macrofestivales en España, algo que el periodista duda de calificar como una ‘burbuja’ que esté “a punto de estallar”. De hecho, hace un aparte en recordar cómo del indie están pasando ya a ser festivales asociados a ritmos urbanos.
”Ya están montando festivales por todo el país con esta música y, por ejemplo, en Andalucía hay un montón. Hay una franquicia, que es el Reggaeton Beach Festival, que se están haciendo en ciudades que ni siquiera tienen playa, a pesar de ese ‘beach’ de su nombre. Y esto no va a parar”, asegura.
El síndrome FOMO significa 'fear of missing out' que quiere decir temor a perderse 'algo'
”Ese modelo de consumo planteado como tres días non-stop, con un montón de escenarios y a disfrutar de todos los músicos o los artistas que puedas pues es el modo que se ha implantado y se va abriendo: digamos que ya no es sólo de indie y hay macrofestivales hasta de grupos de metal”, ha apuntado.
Una de las causas a las que señala el libro como generadoras de ansiedad para los participantes es el síndrome FOMO (fear of missing out, ‘temor a perderse algo’), algo aprovechado por estos espacios para fijar unos precios en los que en ocasiones no se recibe lo esperado por lo abonado… O, al menos, es lo que registran las quejas presentadas a asociaciones de consumidores.
Presupuestos inflados
También lleva a los propios macrofestivales a ser ‘víctimas’ de los precios, en este caso de los artistas, al tener que pelearse por encontrar a los mejores cabezas de cartel posibles. Así, en festivales como Coachella se está hablando ya “de cifras entre tres y cuatro millones de dólares” para algunos artistas, algo que Cruz cree que “no tardará en llegar a España”, donde ya se ha superado la barrera del millón de euros.
”Estas cosas se contagian más rápido de lo que parece y esa cifra del millón de euros, que antes parecía inalcanzable, ahora muchos festivales están pagándolo. Veo difícil que se frene esta inflación”, ha alertado el periodista, quien remarca el modelo de consumo “problemático” de estos macrofestivales.
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“Todo lo ‘macro’ aplicado a la cultura tiene repercusiones nefastas y muy poco gratificantes para el espectador”, ha concluido, poniendo el ejemplo de uno de los festivales más emblemáticos, el Primavera Sound. “Es un festival muy problemático por varias razones, pero una en concreto es que quiere ser muchas cosas a la vez, quiere ser un festival muy grande con los artistas más grandes pero al mismo tiempo quiere tener los más pequeños también, y eso hace que barra con todos”, lamenta.
El libro Macrofestivales se puede adquirir en versiones física y digital en las tiendas de costumbre.