No todo es Teotihuacán o Chichén Itzá, de acuerdo con el Gobierno de México, a lo largo de la República hay 187 zonas arqueológicas, unas destacan más que otras y algunas más cuentan con características muy singulares, como es el caso de la pirámide de El Cerrito en Querétaro.
La milenaria ciudad nombrada como El Cerrito desde el siglo XVII, tiene su origen aproximadamente en el 400 a.C. y su decadencia hasta 1690, incluso posterior a la Conquista de Mesoamérica. Dicha ciudad se encuentra en "El pueblito", al sur del valle de Querétaro. Su gran pirámide de 30 metros de altura está sobre una pequeña elevación.
Dicho asentamiento antiguo era de carácter agrícola y tuvo distintas etapas de ocupación. Del 400 al 650 d.C se consolidó como un centro político de gran importancia dentro del valle de Querétaro. No era para menos, pues contaba con la alianza de la poderosa Teotihuacán con quien comerciaba e intercambiaba obsidiana.
Cabe mencionar que captó influencias de culturas como Chupícuaro, Teotihuacán, Toltecas, Chichimecas, Purépechas y Otomíes.
La importancia de El Cerrito
El apogeo de la ciudad comenzó en el 601 d. C., esto tras la caída de su aliada, Teotihuacán, y se prolongó hasta el siglo XI, durante estos siglos se convirtió en un centro regional de culto a una deidad de la fertilidad, por lo mismo, pueblos de la región aportaban trabajo para su construcción y mantenimiento. Además, en esos años, los jerarcas locales estrecharon relaciones políticas con los toltecas.
Con la consolidación de dicha ciudad en el Valle de Querétaro, se construyó la monumental pirámide, acompañada de un espacio ceremonial dividido en cuatro secciones que tienen como eje los puntos cardinales, aunados a un grupo de edificios y plazas decoradas con relieves y esculturas.
Finalmente, El Cerrito fue abandonado por sus habitantes a finales del siglo XI, no obstante, no fue el final de la ciudad, pues en el siglo XVI se reanudó su poblamiento.
Ya en épocas de la Nueva España, se reanudó el poblamiento de El Cerrito tras la fundación del pueblo de San Francisco Galileo, compuesto por indios otomíes y tarascos.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica que a pesar de la Conquista y la evangelización del "Nuevo Mundo", el sitio mantuvo su importancia como lugar de culto entre Otomíes, Purépechas y Chichimecas.
Fuentes franciscanas señalan que hacia 1632 los indígenas continuaban ofrendando a las deidades prehispánicas en los altares del sitioExplica el sitio web del INAH
¿Qué hay en la cima de El Cerrito?
Ya con México como una joven nación republicana, a mediados del siglo XIX, en la cima de la pirámide de El Cerrito se construyó en la un pequeño fortín con cuatro torreones pentagonales, además de un polvorín militar al centro. Dicha modificación al sitio arqueológico fue adaptado posteriormente como una casa habitación de la familia de linaje novohispano, Fernández de Jáuregui.
En 1960, el arqueólogo Román Piña Chan concluyó que El Cerrito pertenecía al Epiclásico de a la etapa tolteca y en 1984 comenzó el proyecto del sitio arqueológico de El Cerrito.
A lo largo del período novohispano recibió varios nombres. Es muy probable que los habitantes otomíes y chichimecas del valle de Querétaro hacia fines del siglo XVI, hayan llamado al sitio San Francisco Anbanica (Que quiere decir “templo alto” en otomí)Explica el sitio web del INAH
Cabe mencionar que hacia finales del siglo XVIII fue nombrado como “el Cerrito de Cascajo”. Incluso algunas fotografías antiguas llevan como leyenda “el Cerrito Pelón”. Actualmente también se le conoce como la Pirámide del Pueblito.
Finalmente, si te interesa visitar la particular pirámide de El Cerrito, la entrada tiene un precio de $75 pesos en un horario de Miércoles a domingo de 09:00 a 16:30 hrs.
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