/ viernes 21 de febrero de 2020

En busca de los barcos de Hernán Cortés

Tres anclas encontradas entre 2018 y 2019 en Veracruz son la pista que sigue un grupo de arqueólogos para determinar cómo llegó a Mesoamérica el grupo de hombres que emprendió la Conquista

En el fondo del mar de Veracruz, a una profundidad de entre 10 y 15 metros, tres anclas resguardan una parte de la historia de México; corresponden al siglo XVI y desde su hallazgo, entre 2018 y 2019, se convirtieron en el eje de la investigación que encabeza el arqueólogo subacuático Roberto Junco Sánchez, quien busca saber cómo eran y cómo se construyeron las naves en las que llegó Hernán Cortés.

Junco, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), plantea en entrevista con la Organización Editorial Mexicana, las preguntas clave de su trabajo: “¿quiénes eran estos hombres que llegaron a Mesoamérica, qué aparatos utilizaban para poder navegar por estos mares?, ¿por qué decidieron embarcarse a conquistar el nuevo mundo?”

El tema de Hernán Cortés, considera el especialista, “es muy complejo para los mexicanos”, pero asegura que “no se trata de hacer una apología, sino de encontrarnos con nuestra historia de una manera más justa, los mexicanos debemos reconocer que Cortés es un poco connacional de nuestra identidad, un hombre con unas virtudes impresionantes, épicas y también con sus oscuros, creo que el asunto de los españoles no es algo ajeno a nosotros, ¿nos conquistaron?, ¿somos lo indígena y lo español?”.

Arqueología Subacuática de la Villa Rica es el nombre del proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que codirige Junco Sánchez junto con Christopher Horrell, académico del Meadows Center for Water and the Environment de la Universidad del Estado de Texas, y miembro de la organización Submerged Archaeological Conservancy International (SACI). También se cuenta con la colaboración de Melanie Damour y Frederick Hanselmann.

El reto que enfrentan ahora es la búsqueda de los barcos de Cortés siguiendo la dirección donde se encontraron las tres anclas, “hay buenos indicios de que sí se trate de estas naves”, su hallazgo sería trascendental para tener más datos históricos de la Conquista de México.

A las anclas encontradas se les realizó un estudio de laboratorio, en la encontrada en 2018 se constató que la madera de su cepo pertenece a un árbol de la cornisa cantábrica de España, que estuvo vivo en la segunda mitad del siglo XV.

Las dos anclas ubicadas el año pasado no conservaron su cepo de madera. No obstante, en las dos son visibles sus lengüetas, un par de protuberancias sobre su caña, a la altura en la que ajustaba el cepo, que corren paralelas a cada brazo; rasgo típico de la manufactura de las anclas del siglo XVI.

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Junco menciona que no se puede asegurar que las tres anclas pertenecen a un mismo momento histórico, pero su alineación al suroeste coincide con la lógica de la Villa Rica como un puerto que protege a los barcos de los vientos del norte y el noroeste.

En estos detalles de navegación se presume que Cortés ‘dio al través’, que significa que barrenó sus naves para forzar a los miembros disidentes de su ejército, quienes buscaban regresar a Cuba, a marchar tierra adentro con rumbo a México-Tenochtitlan.

“Lo que tienen de muy interesante estos hallazgos es que corresponden al siglo XVI que es justamente lo que estamos buscando, los barcos de esa periodicidad”, manifestó el arqueólogo subacuático.

¿Se han arrojado nuevos datos de los hallazgos a la fecha?

No más de los que ya se reportaron, pero nos está ayudando mucho eso para la temporada en julio de este año en el que volveremos allá para hacer más trabajos, pero ya con base en la información que estas anclas nos están dando. Es decir, vamos a buscar las naves en la dirección que están apuntando, que es donde deberían de estar los barcos fondeados.

¿Cuál es la relevancia de estos hallazgos?

Lo primero es que corresponden al primer asentamiento que se hizo en el continente americano que es la Villa Rica que se funda en 1519. Había habido otras fundaciones en el Caribe que hizo Cristóbal Colón y otros conquistadores. Estamos hablando de anclas y barcos de los primeros que hubo a nivel continental y que tuvieron como cinco años de actividad.

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrentan como investigadores?

Tiene una complejidad brutal porque no sólo es buscar bajo el agua, que ya tiene su chiste, sino también en la arena del fondo del mar. Las anclas han aparecido a un metro y medio del fondo marino. Para eso se requiere de una tecnología muy sofisticada. Tenemos el apoyo de una compañía canadiense que nos está facilitando los magnetómetros para localizar estos metales bajo el sedimento en el agua.

Respecto al destino de las anclas el arqueólogo explicó que “en algún momento queremos sacarlas, ahorita están en la arena, bajo el agua, ahí se conservan bien, tienen buen resguardo y posteriormente si nos gustaría hacer una especie de museo y un trabajo de continuación que será de varios años”.

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¿Qué significa para su carrera este hallazgo?

Una emoción enorme, soy un ávido lector de la obra de Bernal Díaz del Castillo, siempre me fascinaron los personajes históricos, los hombres de un valor que eran gente letrada, no sólo salvajes como nos los han pintado y para mí eso es interesante, tocar nuestra historia. Estos asuntos fundacionales donde lo que se trata es de rescatar nuestras raíces indígenas e hispanas.

¿Piensan que pueden encontrar algo más, además de los barcos?

En realidad, a los barcos les quitaron todo lo que era útil. Lo importante es saber cómo eran esas naves, como las construían. Este proyecto tiene ese objetivo.

La expedición reanudará labores en julio próximo. Financieramente los respalda Fundación Arte y Cultura de Grupo Salinas,“estamos recibiendo el apoyo económico de esta fundación que es dinero mexicano, que aunque tenemos colegas internacionales, este es un asunto de casa”.

En la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH se trabaja en otros proyectos que buscan reconstruir la ritualidad prehispánica o conocer cómo era la vida en la prehistoria. “Incluso tenemos alguno donde estamos documentando barcos hundidos de la Revolución Mexicana. Nos interesan todos los periodos, el colonial, siglo XIX, toda la historia de nuestro país, estudiarla es muy emocionante, nuestro trabajo es tocar la historia. Con cualquier tepalcate nos emocionamos los arqueólogos”, comentó el entrevistado.

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La tecnología

Los aparatos que se utilizaron para la investigación subacuática pertenecen a la firma Marine Magnetics, cuyos técnicos, además de desarrollar un magnetómetro portátil exprofeso para el trabajo en la Villa Rica, también se trasladaron de Canadá a Veracruz para colaborar con los arqueólogos y facilitarles equipo, software y metodologías de campo.

Para contrastar las mediciones se emplearon de manera simultánea dos magnetómetros, lo que permitió afinar la búsqueda de elementos ferrosos y llevó al hallazgo el año pasado de dos anclas más ubicadas entre 10 y 15 metros de profundidad, y a un promedio de 1 y 1.5 metros bajo del sedimento marino.

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El juncal

El pasado viernes 7 de febrero, autoridades españolas y mexicanas acordaron de nuevo –se firmó por primera vez en 2014– una “campaña arqueológica conjunta” para continuar con la localización de los restos del galeón Nuestra Señora del Junca que se hundió en las aguas del Golfo de México la noche del 31 de octubre de 1631 y que iba cargado con más de un millón de pesos en oro, plata y piedras preciosas.

Los naufragos

De la Santa María de Cristóbal Colón (oficialmente el primer naufragio europeo en América), a los destructores hundidos en la batalla de Santiago de Cuba en 1898 pasando por las naves de Cortés, hay aproximadamente 681 navíos perdidos en las costas americanas de acuerdo con el primer Inventario de naufragios españoles en América, redactado por la Subdirección General de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura de España.


Lee más aquí ⬇

En el fondo del mar de Veracruz, a una profundidad de entre 10 y 15 metros, tres anclas resguardan una parte de la historia de México; corresponden al siglo XVI y desde su hallazgo, entre 2018 y 2019, se convirtieron en el eje de la investigación que encabeza el arqueólogo subacuático Roberto Junco Sánchez, quien busca saber cómo eran y cómo se construyeron las naves en las que llegó Hernán Cortés.

Junco, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), plantea en entrevista con la Organización Editorial Mexicana, las preguntas clave de su trabajo: “¿quiénes eran estos hombres que llegaron a Mesoamérica, qué aparatos utilizaban para poder navegar por estos mares?, ¿por qué decidieron embarcarse a conquistar el nuevo mundo?”

El tema de Hernán Cortés, considera el especialista, “es muy complejo para los mexicanos”, pero asegura que “no se trata de hacer una apología, sino de encontrarnos con nuestra historia de una manera más justa, los mexicanos debemos reconocer que Cortés es un poco connacional de nuestra identidad, un hombre con unas virtudes impresionantes, épicas y también con sus oscuros, creo que el asunto de los españoles no es algo ajeno a nosotros, ¿nos conquistaron?, ¿somos lo indígena y lo español?”.

Arqueología Subacuática de la Villa Rica es el nombre del proyecto del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que codirige Junco Sánchez junto con Christopher Horrell, académico del Meadows Center for Water and the Environment de la Universidad del Estado de Texas, y miembro de la organización Submerged Archaeological Conservancy International (SACI). También se cuenta con la colaboración de Melanie Damour y Frederick Hanselmann.

El reto que enfrentan ahora es la búsqueda de los barcos de Cortés siguiendo la dirección donde se encontraron las tres anclas, “hay buenos indicios de que sí se trate de estas naves”, su hallazgo sería trascendental para tener más datos históricos de la Conquista de México.

A las anclas encontradas se les realizó un estudio de laboratorio, en la encontrada en 2018 se constató que la madera de su cepo pertenece a un árbol de la cornisa cantábrica de España, que estuvo vivo en la segunda mitad del siglo XV.

Las dos anclas ubicadas el año pasado no conservaron su cepo de madera. No obstante, en las dos son visibles sus lengüetas, un par de protuberancias sobre su caña, a la altura en la que ajustaba el cepo, que corren paralelas a cada brazo; rasgo típico de la manufactura de las anclas del siglo XVI.

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En estos detalles de navegación se presume que Cortés ‘dio al través’, que significa que barrenó sus naves para forzar a los miembros disidentes de su ejército, quienes buscaban regresar a Cuba, a marchar tierra adentro con rumbo a México-Tenochtitlan.

“Lo que tienen de muy interesante estos hallazgos es que corresponden al siglo XVI que es justamente lo que estamos buscando, los barcos de esa periodicidad”, manifestó el arqueólogo subacuático.

¿Se han arrojado nuevos datos de los hallazgos a la fecha?

No más de los que ya se reportaron, pero nos está ayudando mucho eso para la temporada en julio de este año en el que volveremos allá para hacer más trabajos, pero ya con base en la información que estas anclas nos están dando. Es decir, vamos a buscar las naves en la dirección que están apuntando, que es donde deberían de estar los barcos fondeados.

¿Cuál es la relevancia de estos hallazgos?

Lo primero es que corresponden al primer asentamiento que se hizo en el continente americano que es la Villa Rica que se funda en 1519. Había habido otras fundaciones en el Caribe que hizo Cristóbal Colón y otros conquistadores. Estamos hablando de anclas y barcos de los primeros que hubo a nivel continental y que tuvieron como cinco años de actividad.

¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrentan como investigadores?

Tiene una complejidad brutal porque no sólo es buscar bajo el agua, que ya tiene su chiste, sino también en la arena del fondo del mar. Las anclas han aparecido a un metro y medio del fondo marino. Para eso se requiere de una tecnología muy sofisticada. Tenemos el apoyo de una compañía canadiense que nos está facilitando los magnetómetros para localizar estos metales bajo el sedimento en el agua.

Respecto al destino de las anclas el arqueólogo explicó que “en algún momento queremos sacarlas, ahorita están en la arena, bajo el agua, ahí se conservan bien, tienen buen resguardo y posteriormente si nos gustaría hacer una especie de museo y un trabajo de continuación que será de varios años”.

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Una emoción enorme, soy un ávido lector de la obra de Bernal Díaz del Castillo, siempre me fascinaron los personajes históricos, los hombres de un valor que eran gente letrada, no sólo salvajes como nos los han pintado y para mí eso es interesante, tocar nuestra historia. Estos asuntos fundacionales donde lo que se trata es de rescatar nuestras raíces indígenas e hispanas.

¿Piensan que pueden encontrar algo más, además de los barcos?

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En la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH se trabaja en otros proyectos que buscan reconstruir la ritualidad prehispánica o conocer cómo era la vida en la prehistoria. “Incluso tenemos alguno donde estamos documentando barcos hundidos de la Revolución Mexicana. Nos interesan todos los periodos, el colonial, siglo XIX, toda la historia de nuestro país, estudiarla es muy emocionante, nuestro trabajo es tocar la historia. Con cualquier tepalcate nos emocionamos los arqueólogos”, comentó el entrevistado.

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Los aparatos que se utilizaron para la investigación subacuática pertenecen a la firma Marine Magnetics, cuyos técnicos, además de desarrollar un magnetómetro portátil exprofeso para el trabajo en la Villa Rica, también se trasladaron de Canadá a Veracruz para colaborar con los arqueólogos y facilitarles equipo, software y metodologías de campo.

Para contrastar las mediciones se emplearon de manera simultánea dos magnetómetros, lo que permitió afinar la búsqueda de elementos ferrosos y llevó al hallazgo el año pasado de dos anclas más ubicadas entre 10 y 15 metros de profundidad, y a un promedio de 1 y 1.5 metros bajo del sedimento marino.

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El pasado viernes 7 de febrero, autoridades españolas y mexicanas acordaron de nuevo –se firmó por primera vez en 2014– una “campaña arqueológica conjunta” para continuar con la localización de los restos del galeón Nuestra Señora del Junca que se hundió en las aguas del Golfo de México la noche del 31 de octubre de 1631 y que iba cargado con más de un millón de pesos en oro, plata y piedras preciosas.

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De la Santa María de Cristóbal Colón (oficialmente el primer naufragio europeo en América), a los destructores hundidos en la batalla de Santiago de Cuba en 1898 pasando por las naves de Cortés, hay aproximadamente 681 navíos perdidos en las costas americanas de acuerdo con el primer Inventario de naufragios españoles en América, redactado por la Subdirección General de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura de España.


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