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Un domingo de madrugada, mientras el Presidente Obama cena con corresponsales extranjeros en Washington, arranca la operación Gerónimo; 24 soldados de élite irrumpen en la casa de seguridad donde se escondía Osama Bin Laden, el hombre más buscado del planeta en ese momento, el terrorista musulmán más emblemático de los últimos años. Su muerte se anunció un 2 de mayo de 2011, a una década de su devastador ataque a los Estados Unidos.
Somos la generación que vio caer el muro de Berlín en 1989, el derrumbe de las torres gemelas y hace unos días, le desastre en Notre Dame. La caída del muro la vimos por televisión, los ataques al World Tarde Center en 2001 ya fue una combinación de impacto por televisión junto con portales de internet y la noticia del incendio en Notre Dame la recibimos por Twitter con imágenes en tiempo real.
La industria de la información ha cambiado dramáticamente en las últimas dos décadas. Sin embargo, ¿estamos mejor informados ahora que en el siglo XX? ¿La fotografía de prensa mantiene intacta su fuerza de verdad? La lógica diría al bote pronto que sí, que por supuesto que sí, sin embargo, esta tesis es falsa. Ahora mismo, es más fácil mentir que antes; y esto hace más difícil distinguir la verdad de los hechos, frente a la infinita basura digital que busca mentirnos a diario.
Hoy existen satélites que a kilómetros de distancia son capaces de leer la placa de un auto. El drone que pasó desapercibido a 15 mil metros de los radares de Pakistán, mandó los datos precisos del sitio de Bin Laden, la sorpresa para los espías, es que, Osama Bin Laden, vivía en una ciudad de soldados retirados, junto a un cuartel militar pakistaní.
La casa donde se escondía el líder de Al Qaeda, estaba lejos de parecer una cueva en Afganistán, Bin Laden se refugiaba en una casa de seguridad con muros de tres metros alto, sin salir de casa, en donde a ratos salía a caminar por su jardín. Ese día terminaban diez años de búsqueda internacional.
En esa casa donde fue acribillado Bin Laden, junto con otras personas hace 8 años, tenía dinero para comida, bardas y autos; pero curiosamente no contaba con lineas de teléfono o de Internet, y su basura siempre la quemaban dentro, antes de arrojar las cenizas a su alrededor.
Todos recordamos el twit de un vecino de la zona que reportó el movimiento de helicópteros en la zona y la explosión del Black Hawk que quedó en el camino. Primer testimonio digital de aquel asalto.
Bin Laden medía 1.95 muy por encima del promedio de los pakistaníes, y era fácil de distinguir; pongan su nombre en Google y agreguen la palabra muerte, ¿Qué ven? Aquí les comparto mi captura de pantalla.
Son 12 imágenes de Osama combinadas y manipuladas con photoshop, salvo un retrato en vida, todo lo demás es falso. Son montajes que incluso llegaron a tomarse por buenos y que algunos diarios en México y el extranjero publicaron como testimonios de su muerte, pero se equivocaron, eran imágenes falsas.
Hay tres retratos del presunto agente de los SEALS que dicen lo mató que obvio no están confirmadas y que dudo mucho que se traten de un retrato del soldado real. Y en este mosaico aparece solo una foto del Presidente Obama.
Obvio, no pongo en duda la muerte de este terrorista, su fatal desenlace en aquel asalto esta confirmado por diversos testimonios, incluidas pruebas de ADN. Quienes participaron en aquel histórico asalto, entrenaron por un mes en una réplica del lugar. Aquella casa donde vivió Osama fue demolida y los gringos acabaron con este nefasto personaje.
Sin embargo, lo que planteo aquí es, la fragilidad del testimonio visual como certeza de algo. Ninguna de estas imágenes por si misma confirma su muerte o nos dice cómo murió. Incluso cuando Barack Obama anuncia el asunto, nos adelanta, que no mostrará imágenes, porque de todas maneras no lo creerían. Simplemente se ancló en la fuerza de su palabra y de su gobierno.
Las imágenes que debieron tomar aquellos soldados en el tercer piso de aquella casa cuando abatieron a Bin Laden, seguramente siguen bajo resguardo de máxima seguridad en el Pentágono. Jamás se ha filtrado una sola.
Luego entonces, en pleno siglo XXI, es claro que la imagen “periodística” perdió parte su fuerza de verdad, al demostrar que se podía mentir con total cinismo y sin que el gran público pudiese darse cuenta. Los jóvenes de hoy que consultan sobre este tema se toparan siempre con este muro de imágenes falso, este es un caso paradigmático, ahora aplíquenlo a su tema favorito y verán que no hay manera de comprobar visualmente que lo que nos digan que ocurrió, en verdad sucedió.
¿Cómo afecta esto a la idea de credibilidad visual de la fotografía periodística? Pues brutalmente, toda imagen es sistemáticamente puesta en duda por todos; aunque siempre ha sido posible mentir con fotografía, nunca ha sido más sencillo que hoy en día. Este caso comprueba que la tentación para mentir esta al alcance de cualquiera. Por todo lo anterior, podemos concluir que no, que a estas alturas no estamos ni más, ni mejor informados en realidad que en tiempos anteriores. Así las cosas.